Las creencias emocionales que tenemos profundamente arraigadas consiguen socavar nuestro pensamiento racional y conceptual. Con frecuencia, un primer paso crucial para vencer las resistencias emocionales, consiste en concentrarnos en nuestra propia conciencia emocional y aceptar lo que sentimos sin prejuzgarlo, lo cual nos abre el corazón para que la inteligencia intuitiva del corazón permita que se nos abra interiormente una visión más amplia y nos sane tanto a nivel mental como emocional.
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domingo, 18 de diciembre de 2022
La Inteligencia del Corazón y la Psicología
Para que siga avanzando la conciencia humana, tanto a nivel individual como colectivo, es crucial que desarrollemos la capacidad de gestionar las emociones, no reprimiéndolas sino permitiéndoles que se transformen en sentimientos y percepciones de mayor calidad.
Observando la historia, una mala gestión de las emociones nos lleva a reproches, odio y represalias, lo que genera interminables círculos viciosos de sufrimiento en nuestro planeta.
Cuando aprendemos a escuchar más atentamente a nuestra intuición y la sabiduría de nuestro corazón, se desarrolla el poder de transformar los pensamientos y las emociones en percepciones nuevas, lo cual nos capacita aún más para escoger que tipo de reacción emocional queremos en ligar que nos asalte un modo reactivo de forma automática.
Podemos aprender qué emociones y actitudes nos agotan y reemplazarlas por otras que sean regenerativas y nos aporten perspectivas más ilustradas.
Esta habilidad es una de los principales beneficios que nos permiten acceder a la inteligencia del corazón.
Ser capaz de discernir entre las pautas que nos ofrece el corazón y las creencias mentales y emocionales que suelen condicionar nuestros pensamientos puede ser todo un reto.
Con la práctica podemos aprender a percibir que el tono o la cualidad de la intuición del corazón son distintos de la de los pensamientos conceptuales o de los deseos y las creencias emocionales.
Es fácil confundir la intuición del corazón con una sensación emocional y dejarnos cautivar por ella, por ej. cosquilleo en el estómago y que se acelerara el corazón ante una cita y que luego sale mal.
La atracción no siempre viene del corazón. El corazón suele susurrarnos con un sentido común sosegado.
Acostumbra a ser el corazón quien nos dice: no se si aceptar ese trabajo a pesar del salario tan alto que me ofrecen… pero entonces la mente dice: acéptalo porque por lo general nos tira más el dinero que el corazón, hasta que conseguimos desarrollar por completo nuestra capacidad de discernimiento.
La mente tiende a racionalizar nuestros deseos y reacciones. Cuando consigo controlar las opiniones y reacciones de la mente, me siento justificada al sentirme enfadada. Pero el corazón es distinto, más tierno y más sencillo. Para hacerle caso al corazón, hay que ser valiente.
Puede que el corazón te diga: no le des importancia a eso o déjalo, pero por otro lado, entra el miedo de que alguien se salga con la suya o que alguien en concreto te machaque vivo. Pero cuando uno es suficientemente valiente como para hacer lo que le dice el corazón, se siente mejor y es como si las cosas salieran también mejor.
Ejemplos de cómo distinguir cuando nos habla la cabeza o el corazón:
- En el coche a una hora punta.
La cabeza: ¿Qué horror de trafico! ¿es ese estúpido que nos está frenando a todos!, cuando van a ensanchar la carretera? Hay que ver esta que me ha cortado el paso!
El corazón: los coches se moverán cuando puedan. No ganas nada poniéndote de mal humor y malgastando la energía. Pon la radio y escucha un poco de música.
- En el trabajo.
La cabeza: pero quien se cree que es esta?, pero que injusticia que le den a él los mejores proyectos, y a mi me dejen los restos! Que rabia me da!
Corazón: sé que lo está pasando mal y que quiere hacerse notar, pero tengo que mantenerme en calma, no dejarme atrapar con algo que no va conmigo y no meter más cizaña. Quizá soy yo quien tiene que cambiar de actitud. Creo que la voy a invitar a comer.
Es aprender a observar esas dos voces, de la mente y del corazón, y sintonizar con la del corazón, cambiando de actitud y buscando las respuestas que mejor se adapten a la situación en su totalidad. Así la mente se vuelve más razonable.
La inteligencia del corazón aporta una visión más global que te permite decidir qué es lo mejor para ti pero en armonía con los demás.
La mejor manera de mantenerte equilibrado emocionalmente es practicar la autocompasión, el cariño y la amabilidad. Cuando practicas esto, se obtienen revelaciones intuitivas con frecuencia y se facilita obtener respuestas en el interior. Esto tiene que ver con las prácticas de Mindfulness.
John Kabat-Zinn dice:
la conciencia podríamos compararla con un campo de inteligencia compasiva que se localiza en el corazón, lo asimila todo y constituye una fuente de paz en medio de la confusión, de la misma forma que una madre representa un fuente de paz, compasión y perspectiva cuando su hijo se enfada, porque sabe que eso se le pasara a su hijo, cualquiera sea la causa de su enfado y por eso, ella le aporta bienestar, seguridad y paz desde su propia existencia.
Respirar y reducir el estrés
Respiración y ritmo cardiaco están íntimamente relacionados. Son dos sistemas imprescindibles para la vida y el buen funcionamiento de las células. Respirar mal implica que aparezcan el estrés, la ansiedad y la fatiga física, y también provoca que nuestro corazón tenga que realizar un trabajo extra para que las células reciban el oxígeno necesario.
El estrés, por otra parte, produce una gran activación y desgaste del organismo. Cuando nuestro cerebro percibe cualquier situación como una amenaza, hace que el cuerpo desencadene una serie de respuestas: la respiración se acelera, la frecuencia cardiaca aumenta y los músculos se tensionan, lo que afecta de forma negativa a la evolución de la hipertensión y la arterioesclerosis.
El estrés no es la causa directa de la tensión arterial alta (esta se debe a una disfunción de las arterias), sin embargo sí se ha comprobado que puede desencadenar subidas de tensión. Por eso, saber manejar mejor el estrés puede ser una buena ayuda para los hipertensos aunque, eso sí, en ningún caso deberán interrumpir el tratamiento sin consultar con su cardiólogo.
Una herramienta que resulta muy útil para manejar el estrés y la ansiedad es la respiración. Concretamente, un nuevo método desarrollado por el Instituto HeartMath de California (EE.UU.) denominado ‘respiración por coherencia cardiaca’ que relaciona la relajación con la respiración y la frecuencia cardiaca.
Entre 60 y 80 latidos
Mucha gente piensa que el corazón debe mantener un ritmo constante, pero no es así: late a una frecuencia no estable y variable de entre 60 y 80 latidos por minuto en reposo. Esta variabilidad del ritmo cardiaco, que no tiene nada que ver con las arritmias, es indicativa del buen funcionamiento de nuestra fisiología. Cuando el corazón late con demasiada regularidad puede ser un síntoma alarma de algún trastorno cardiaco.
La frecuencia cardiaca (el número de veces por minuto que nuestro corazón late o se contrae) varía en función de la actividad que estemos realizando, así como del estado emocional en el que nos encontremos. Sube, por ejemplo, cuando realizamos un esfuerzo físico porque necesitamos más oxígeno. Y también aumenta cuando estamos bajo el efecto de una emoción (miedo, enfado) y en situaciones de estrés.
La técnica de respiración por coherencia cardiaca permite, precisamente, controlar las aceleraciones y desaceleraciones del corazón. Se trata de inspirar y espirar de forma voluntaria lentamente para aumentar la amplitud de la frecuencia cardiaca. Gracias a esa sincronización entre la respiración y el ritmo del corazón se consigue entrar en lo que se llama ‘coherencia’.
La investigación científica ha demostrado que la coherencia cardiaca está en su máxima eficacia cuando la frecuencia de respiración es de seis ciclos por minuto, lo que proporciona un aumento óptimo de la amplitud de la variabilidad del ritmo cardiaco. Cuando este es regular, se dibuja una onda armoniosa y redondeada el gráfico que dibuja las oscilaciones del ritmo respiratorio.
Con ese patrón de latido rítmico y fluido, entramos en lo que se denomina ‘coherencia cardiaca’ y en un estado de relajación y bienestar.
En contraposición, cuando estamos ansiosos o en una situación de estrés se produce un trazo irregular y caótico del ritmo respiratorio, con forma de picos. Es lo que se llama ‘ritmo cardiaco incoherente’, que provoca que nuestra fisiología se vea alterada.
Este nuevo método permite aliviar el estrés de forma rápida y proporciona numerosos efectos positivos en nuestra salud, con un aumento notable de claridad mental y un mayor equilibrio psicoemocional. De hecho, pilotos de caza franceses están entrenados en la coherencia cardiaca para reducir el estrés.
Relajado en cinco minutos
En un entorno tranquilo, siéntese en una silla con la espalda recta, los pies en el suelo, sin cruzar las piernas y las manos apoyadas sobre los muslos. Durante el ejercicio focalice su atención en la inspiración y la espiración, en la entrada y salida del aire, como una ola.
1. Inspire por la nariz durante 5 segundos, hinchando el abdomen.
2. Espire por la boca durante 5 segundos, contrayendo el abdomen.
3. Se deben realizar seis inspiraciones/espiraciones por minuto y la duración del ejercicio será de 5 minutos. Es necesario practicarlo al menos tres veces al día. Al poco tiempo de practicarlo notará que su estrés se reduce de forma considerable.
Fuente Revista Salud & Corazón- Rufi Gómez
sábado, 17 de diciembre de 2022
CUENTOS TERAPÉUTICOS
Los cuentos son un instrumento de cambio para la mente profunda (inconsciente).
El lenguaje metafórico empleado en relatos y cuentos es, posiblemente, el recurso educativo y terapéutico más antiguo de la humanidad.
La Terapia Metafórica, es un lenguaje indirecto que se relaciona con el hemisferio cerebral derecho, que es el intuitivo, creativo, global, a diferencia del hemisferio izquierdo, que es lógico, racional y que es el que utilizamos con más frecuencia.
El hemisferio derecho, funciona por asociación de ideas, así sean absurdas o cómicas, con lo que se favorece el pensamiento lateral y la aparición de opciones que, parecen no existir para el pensamiento lógico.
La metáfora, puede ser un recurso para que emerjan soluciones. El lenguaje simbólico de la misma, está dirigido a la mente inconsciente, a esa parte de la mente donde no solo encontramos material reprimido, sino que también hay gran cantidad de recursos y posibilidades (H. Erickson). De esta manera, distraemos a la mente consciente con palabras e imágenes de los cuentos e historias, produciéndose una apertura que permite integrar ideas y soluciones alternativas.
La importancia del lenguaje metafórico radica en su capacidad para burlar la inteligencia consciente y altamente estructurada que es la que, al final, mantiene el problema.
Los cuentos son utilizados como herramientas curativas, generan emociones, preguntas, cuestionamientos, nos permiten acceder a comprensiones profundas y a recuperar la salud del alma, son como alimento para el alma, porque despiertan nuestra vida interior; se meten suavemente por las heridas del alma, susurrándonos nuevas posibilidades de plenitud para nuestra vida.
El cuento abre el campo de percepción del conflicto, consuela y nos brinda nuevas maneras de ver la situación, permite identificarse con él, aligerando la sensación de soledad (Ortín y Ballester).
Los cuentos pretenden la estimulación de dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
El lenguaje figurado, ayuda a que el oyente pueda conectar con su propia intuición.
Los últimos avances de la investigación en materia de programación Neurolingüística y también en campos como la educación de la inteligencia emocional, nos muestra que, en el análisis de las funciones del pensamiento que nos facultan para relacionarnos con la realidad, ha predominado excesivamente la función reflexiva y el pensamiento lógico-formal. Sin embargo, hay dos funciones más que afectan el pensamiento: la emocionalidad y la acción o exploración de la realidad. Estas dos funciones representan una ampliación del foco de la realidad necesaria para comprenderla y relacionarnos con ella.
El objetivo de la metáfora es sugerir a la inteligencia emocional y sensible las soluciones que son más difíciles de descubrir en el plano abstracto.
Algunos beneficios
- Las historias no implican una amenaza para el sistema de creencias de la persona.
- Captan el interés del oyente.
- Fomentan la independencia del individuo, quien al tener que conferir sentido al mensaje, extrae sus propias conclusiones o emprende acciones por propia iniciativa.
- Pueden ser utilizadas para eludir la natural resistencia al cambio.
- Afectan a la dimensión físico-corporal del individuo.
- La metáfora sugiere, indica, siembra con suavidad; no impone, no ordena, permitiendo que la persona sólo tome lo que necesita y madure a su propio ritmo.
- Los cuentos son utilizados como herramientas curativas, generan emociones, preguntas, cuestionamientos, nos permiten acceder a comprensiones profundas y a recuperar la salud.
- El cuento abre el campo de percepción del conflicto, consuela y nos brinda nuevas maneras de ver la situación, permite identificarse con él, aligerando la sensación de soledad.
- Los cuentos pretenden la estimulación de dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
- Lo que busca el lenguaje metafórico es provocar estímulos al sistema sensorial de quien escucha: Imágenes, sensaciones, sonidos, olores, sabores… El objetivo de la metáfora es sugerir a la inteligencia emocional y sensible las soluciones que son más difíciles de descubrir en el plano abstracto.
¿A quién está dirigido este curso?
- A quien quiera saber sobre el efecto de las metáforas, cuentos como herramienta terapéutica.
- A quien le interese esta herramienta para descubrir soluciones inconscientes.
- A quien quiera aprender a ver de otras maneras la situación problemática.
- A quien quiera estimular los dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
Temario
El lenguaje metafórico.
Ventajas del lenguaje metafórico.
La construcción de problemas y posibles soluciones.
La comprensión global de las cosas.
Una doble inteligencia.
El origen de los cuentos.
¿Cuándo cura un cuento?
Selección de 56 cuentos y relatos terapéuticos para abordar diferentes temáticas:
- Autovaloración.
- Ser uno mismo.
- Las creencias.
- Autoconfianza.
- Buscar en el interior.
- Cambio interno.
- Los Prejuicios.
- Simplificar la vida.
- Interpretación de la realidad.
- La paciencia.
- La adversidad, la resiliencia.
- Proyecciones.
- Los estados de la mente.
- El servicio al prójimo.
- La libertad.
- Autonomía.
- La honestidad.
- La empatía.
- La cooperación.
- La impermanencia.
- La paz.
- La verdadera identidad.
- El condicionamiento.
- Los juicios.
- Los desafíos de la vida.
- La búsqueda interna.
- Soltar.
- No puedes salvar a nadie.
- La colaboración.
- El miedo.
- La serenidad.
- El autoperdón.
- La verdadera identidad.
- La verdad.
- Todos somos uno.
- El problema.
- La naturaleza de la mente.
- Las cosas son como son.
- La sabiduría.
- El ahora.
- El sufrimiento.
- La cooperación.
- La interferencia.
- Los milagros.
- La meditación.
- El servicio.
- Los prejuicios.
- El ejemplo.
- El significado de los cuentos.
MODALIDAD
Curso online
Lo puedes hacer en la comodidad de tu hogar y comenzar cuando tú quieras.
El material se entrega en PDF, las dudas se envían por correo y se responden a la brevedad.
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lunes, 12 de diciembre de 2022
Aceptación desde el Mindfulness (soltar, dejar ir)
La aceptación es en presente, es lo que hay aquí y ahora, no es aceptar en un futuro. A veces, la palabra aceptación, causa rechazo cuando se le explica a alguien que comienza a meditar, pues parece algo incompatible con el estado de “consciencia egoico” en que, habitualmente nos encontramos.
Se trata de ver las cosas como son en el presente, tengo dolor de cabeza, y acepto que lo tengo, si tengo unos kilos de más, aceptarlos como una descripción de mi cuerpo en este momento.
Antes o después, tendremos que adaptarnos a las cosas como son y aceptarlas, ya se trate de un diagnóstico de una enfermedad, de la muerte de alguien querido, etc.
En el día a día, perdemos tiempo y energías negando o resistiendo lo que ocurre, en especial si es algo doloroso para nosotros, y generalmente, llegamos a la aceptación, luego de haber pasado por períodos de negación muy emotivos, y a continuación de ira.
Estas etapas constituyen el avance natural en el proceso de adaptarnos a lo que sea y forman parte del proceso de sanación.
Sin embargo, y dejando de lado el proceso de grandes calamidades, que por lo general absorben tanto tiempo antes de sanar, en el transcurso del día a día, desperdiciamos una gran cantidad de energía negándonos a lo que constituye ya un hecho, y resistiéndonos a él.
Lo que hacemos, básicamente es intentar forzar las situaciones para que sean como nos gustaría que fueran, con lo cual generamos más tensión, y esto impide que se produzcan cambios positivos. Podemos estar tan ocupados negando, forzando y luchando, que no nos queden casi energías para sanar y crecer, y que las pocas que nos queden puedan desvanecerse por nuestra falta de conciencia e intensión.
En vez si cultivamos la aceptación, que este es el único instante que tenemos, y podemos aceptarnos, antes que se produzca el cambio de la situación (perder peso, recuperar salud….), creamos las condiciones que nos ayudan a la sanación.
Aceptar no significa resignarse a lo que está ocurriendo, no significa que nos guste todo lo que está ocurriendo, no es renunciar a cambiar cosas, ni que tengamos que adoptar una actitud pasiva hacia todo y abandonar nuestros principios y valores, no implica que debamos cesar en nuestros intentos de romper con nuestras propias costumbres autodestructivas, ni darnos por vencidos en nuestro deseo de cambiar y crecer, ni tampoco significa tolerar la injusticia.
La aceptación quiere decir simplemente que, hemos llegado a la voluntad de ver las cosas como son. Esta actitud, prepara el escenario para que, pase lo que pase, podamos actuar de manera adecuada en nuestra vida.
Lo más probable es que seamos nosotros mismos quienes sepamos qué es lo mejor para hacer, y tengamos la convicción interna de actuar cuando contemos con una visión clara de lo que ocurre, en vez de hacerlo cuando nuestra vista esté nublada por los juicios y deseos autoserviciales de nuestra mente, o por sus temores y prejuicios.
En la práctica de la meditación, cultivamos la aceptación tomando cada momento como nos llega y estando llenos con él, tal y como es. Intentamos no imponer nuestras ideas sobre cómo deberíamos sentir, o pensar, o ver en nuestra experiencia, más bien nos mostrarnos receptivos y abiertos a lo que sintamos, pensemos o veamos, y lo aceptamos porque está aquí y ahora.
Si mantenemos nuestra atención centrada en el presente, podemos estar seguros de que:
sea lo que sea que tengamos delante en este momento, cambiará y nos proporcionará la ocasión de practicar la aceptación, con independencia de lo que vaya a surgirnos en el momento siguiente.
Hay sabiduría en el cultivo de la aceptación.
Aceptar es lo contrario a ofrecer resistencia. Cuando algo no sale como esperábamos, nos disgusta, reaccionamos oponiéndonos a ello, nos resistimos, generalmente, recurriendo a distintos mecanismos psicológicos, el más frecuente es evitándolo, que puede adquirir varias formas, desde la negación (ignoramos o pretendemos ignorar lo sucedido), la proyección, la racionalización, la represión de los sentimientos, de esta manera nos oponemos a lo que es, en el presente, y puesto que ya es, es una locura, un absurdo negarlo.
En definitiva lo que intentamos es no hacernos plenamente conscientes del acontecimiento doloroso o incómodo. Si no empleamos la evitación como mecanismo de defensa (en muchas ocasiones es imposible, pues los hechos son contundentes), surge en nosotros la resistencia, en forma evidente, como una oposición clara y frontal a la realidad, naciendo en nuestro interior un sentimiento de rechazo, de rabia, de asco o indignación.
El origen del rechazo es algo natural, todos los seres vivos intentan evitar lo que les hace daño y acercarse a lo que les favorece. Surge el problema cuando lo que nos disgusta es inevitable y, no queda otra que afrontarlo y ahí es donde la resistencia nos trae más problemas.
Resistencia
Hay dos consecuencias muy importantes que se derivan de la resistencia y que resultan “negativas”:
Sufrimiento añadido: en la vida hay situaciones dolorosas (accidentes, enfermedades, pérdidas, etc.) inevitables que forman parte del vivir, y que al ofrecer resistencia, lo que hacemos es aumentar ese dolor, agregar un sufrimiento psicológico a lo que ya de por sí es doloroso, ese sufrimiento añadido, puede ser evitado mediante la aceptación.
Ejemplo, en el caso del insomnio, no podemos dormir por alguna preocupación, nos sentimos ansiosos por el hecho mismo de no dormirnos, así aumenta la intranquilidad, y se crea un círculo vicioso y cada vez cuesta más poder conciliar el sueño. La preocupación y el insomnio iniciales, son el “primer sufrimiento”, el incremento de la ansiedad y el agravamiento del insomnio, serían el segundo “sufrimiento”.
La resistencia nos quita energía, esta es la segunda consecuencia nefasta, aunque su finalidad original era remover el obstáculo, en la práctica, al ser este inamovible, lo que hace la resistencia, es todo lo contrario, la imposibilidad de encontrar una solución adecuada a la situación desagradable que la provocó.
Y esto sucede por dos vías:
1- porque nos impide ver con claridad el conjunto de la situación para poder responder adecuadamente a la situación, porque la resistencia es un movimiento emocional que nos quita la calma y la lucidez (no siempre, pero en la mayoría de las veces, nos turba el entendimiento), y en esa tormenta emocional, nos dificulta ver la solución adecuada, demorándose innecesariamente su descubrimiento.
2- Y aunque el remedio se atisba, la movida emocional, impide ponerlo en práctica, la energía disponible se malgasta en el conflicto interno, en la resistencia, en lugar de encausarse en la acción correcta que podría aliviar la situación problemática.
O sea que, la resistencia, no solo incrementa el sufrimiento, sino que nos dificulta el encuentro y la puesta en marcha de la solución inteligente del problema.
En cambio, si no oponemos resistencia, surge la aceptación.
Aceptación:
Es sinónimo de “Reconocer la realidad” – “Decir sí a lo que está pasando” – “Permitir que las cosas sean como son” – “Alinearnos con la realidad” – “Sintonizar con lo que es” –
1- La aceptación abarca: los acontecimientos externos y también lo que sucede dentro de nosotros: pensamientos, emociones, sentimientos, que surgen como respuesta a los hechos que hay que aceptar.
2- La aceptación se puede dar:
De manera brusca, rápida, cuando la aceptación es total, radical, es cuando se produce la rendición, cuando la resistencia se derrumba de manera repentina y se produce una aceptación total, muchas veces tras un periodo de encarnizada resistencia, y abrumado por la inevitabilidad del hecho que se resiste a aceptar, la persona, acaba rindiéndose del todo. Un ejemplo de esta actitud lo expresan las palabras de Jesucristo: “Padre no se haga mi voluntad, sino la tuya” – Jesucristo. (no es la manera más habitual).
En este caso, el individuo pasa rápidamente de un estado de desesperación, a uno de serenidad, de un estado de conciencia a otro, y esa puerta al estado de conciencia llamado Presencia, es la aceptación; y cuando la aceptación es total, es fácil pasar esa puerta con celeridad, rápidamente. El sufrimiento cesa y podemos sentirnos en sintonía con lo que es, en armonía con la vida, en contacto con nuestro verdadero ser.
De manera gradual, la aceptación no suele darse de manera radical, sino que lo más habitual es que se desarrolle en el tiempo, y según C. Germer (2009) clasifica al proceso en cinco fases o estadios, que pueden verse claramente en la psicoterapia o a lo largo de un proceso de duelo por la muerte de un ser querido:
1- Resistencia: se comienza por el rechazo, resistencia, evitación o aversión hacia los acontecimientos que nos han hecho daño.
2- Curiosidad: uno comienza a interesarse por lo sucedido, por el malestar y por cómo estamos reaccionando.
3- Tolerancia: entrar en contacto con el hecho doloroso, sin sufrir demasiado daño psicológico, ser capaces de tolerar el malestar, sin ser abrumados por el (a veces, en esta fase se puede ayudar incluso hasta con fármacos).
4- Permitir: que los sentimientos vayan y vengan permitir los altibajos del estado de ánimo, que a veces se opone a lo ocurrido y otras lo acepta. Fases de tranquilidad se alternan con otras de dolor, y hay que permitir tanto unas como otras (esto suele ocurrir en el duelo).
5- Reconciliación: con los hechos, alinearse con la realidad, aceptar lo ocurrido, e incluso ver aspectos positivos para el futuro con lo que ha pasado.
Lo más frecuente es que la aceptación sea un proceso más o menos largo, y que ciertos acontecimientos de nuestras vidas, nos cuesten asimilar.
La aceptación significa en definitiva, permitir que las cosas sean como son y esto exige muchas veces, que abandonemos que habíamos concebido para el futuro y que nos desliguemos de los vínculos afectivos que nos unen a cosas o personas, y para ello, hay que aprender a soltar, a desprenderse, a ceder.
Aceptación: “…darnos cuenta de que tenemos exactamente lo que necesitamos, de que lo que ya tenemos está bien. Cada momento posee una enorme cantidad de energía y podemos conectar con ella.”
Pema Chödrön
Del curso Mindfulness- Atención Plena
www.centroelim.org
viernes, 9 de diciembre de 2022
Autocrítica: el diálogo interno tóxico
A veces el diálogo que establecemos con nosotros mismos no es muy respetuoso o tolerante. Ej.:“¿Cómo se te ha ocurrido hacer esto?”. “Eres tonto”. “No vas a llegar nunca a nada”. “¿Cómo te va a querer con ese cuerpo que tienes?”. “Eres un bocazas”…
“En los diálogos interiores puede predominar el miedo, la desconfianza, el maltrato, la pelea… o pueden transcurrir en una atmósfera emocional de comprensión, solidaridad, respaldo, asistencia, etc.” Norberto Levi
El sufrimiento o la salud mental dependerán en gran parte de la calidad de nuestros diálogos internos. Sentir rechazo de alguna parte de nosotros mismos, no es el problema.
El problema está en el cómo nos rechazamos. Ej. después de haber desvelado por descuido el secreto de un amigo delante de otros, no es lo mismo decirnos a nosotros mismos: “eres un impulsivo insensato, no vas a cambiar nunca, eres odioso, te quedarás sin amigos”, que decirse: “qué metedura de pata, le pediré perdón a esta persona e intentaré no hablar tan impulsivamente la próxima vez”.
En el primer caso, nuestro diálogo está basado en el desprecio, en la incomprensión y en la autoexigencia.
En el segundo caso, existe un reconocimiento de nuestro error, pero también una intensión de perdonarse, comprenderse y reparar el daño.
A esta voz que nos perdona, la llama Norberto Levi: el asistente interior, que “está hecho de las memorias de las relaciones de amor, cuidado y respeto que cada uno alberga y que han sido vividas en algún momento de su historia, tanto personal como transpersonal. Cuanto más fuertes las memorias personales y transpersonales de vínculos de amor, mas facilitado es su acceso, pero todos, en mayor o menor medida, contamos con la capacidad potencial de producirlo y convocarlo.”
Por ello, es importante establecer con los hijos un diálogo respetuoso, porque será más fácil que su diálogo personal futuro, se construya con los cimientos de la comprensión y la tolerancia hacia sí mismos y hacia los demás.
La finalidad de este ejercicio es aceptar nuestras emociones, integrarlas en nuestra personalidad e intentar gestionarlas respetuosamente, para que no influyan negativamente en nuestro autoconcepto y de forma más amplia, en nuestras vidas.
Ejercicio:
Realiza un poema cuyo primer verso comience con: Me perdono.
A continuación, cada verso hablará de aquellos momentos en los que nos gustaría haber actuado de otra manera. Sirve para aprender a querernos a pesar de todo, y a transformar la culpa que tortura, en el aliado que repara.
Puede quedar así:
Me perdono
cuando he metido la pata
cuando se me ha olvidado dar las gracias
cuando digo que sí, queriendo decir no
cuando digo no, queriendo decir sí
cuando se me olvida algo importante
cuando miro hacia otro lado
cuando me vence la pereza
cuando me rompo un sueño
cuando descubro mis limitaciones
cuando no he sabido defenderme
cuando no he escuchado lo suficiente
cuando me dejo llevar por un imposible
cuando he dicho algo indebido
cuando he dañado sin querer…
Variante de este ejercicio:
Escribir un diálogo con esa parte de nosotros mismos que rechazamos, tratando de comprender porque actúa de esa forma, sin reproches, insultos o quejas, sino mirándola por el lado de la comprensión.
Ej. si nos sentimos mal con nosotros mismos porque no somos capaces de superar la vergüenza de hablar en público, habrá que realizar un diálogo con esa parte vergonzosa, en el que habrá que preguntarle ¿por qué se siente así?, ¿cómo quiere ser tratada? y ¿cómo cree que podrá superarlo?.
La parte que siente vergüenza, deberá expresar lo que necesite, sin temor a ser rechazada.
Quieres aprender mas?
jueves, 17 de noviembre de 2022
martes, 1 de noviembre de 2022
¿Sabías que el yoga protege a tu ADN del estrés?
Un estudio revela que el yoga y otras prácticas psicofísicas provocan cambios moleculares en las células que revierten los efectos nocivos del estrés sobre nuestros genes, lo que mejora nuestra salud y nos predispone al bienestar.
Por: Mayra Paterson, para: "Cuerpo Mente"
Muchos lo hemos vivido: después de una clase de yoga, meditación o taichí, nos sentimos mejor. No importa cómo hayamos entrado en la sesión: estresados, preocupados, cansados, con dolor de espalda… Casi siempre salimos mejor. Son prácticas que nos relajan, despejan la mente y hacen que el cuerpo se sienta más libre.
Pero ¿alguna vez te has preguntado qué pasa dentro de ti mientras estás practicando yoga o alguna otra actividad consciente?
¿Qué pasa en tus moléculas?
¿Qué sustancias químicas se desatan en tu interior para que te sientas tan bien?
¿Y qué implicaciones tiene eso para tu salud?
Expertos de las universidades de Conventry (Reino Unido) y Radboud (Países Bajos) se han preguntado eso y han ido incluso más allá. Además de comprobar qué cambios moleculares se producen en nuestro organismo con estas prácticas, se han fijado en cómo influyen sus efectos en la expresión de nuestros genes. Y las conclusiones son sorprendentes.
El yoga y la meditación ponen tus genes a tu favor.
La investigación, publicada en Frontiers in Immunology, se fijó en técnicas y disciplinas muy diversas: yoga, taichí, chikung, relajaciones, respiración consciente…
Entre estas técnicas, a las que el estudio se refieren como "intervenciones cuerpo-mente", hay algunas que comportan movimiento físico y otras que son más pasivas, pero todas tienen en común que integran diferentes planos del ser humano y que quienes las practican sostienen que les hacen sentir mejor: reducen el estrés y la ansiedad, mejoran el estado de ánimo y permiten afrontar mejor las enfermedades crónicas.
Después de revisar 18 estudios de la última década que se fijaron en cómo afectan este tipo de prácticas al comportamiento de nuestros genes, concluyeron que pueden “revertir” reacciones moleculares en nuestro ADN que pueden llevar a la enfermedad y a la depresión.
Seguramente los antiguos yoguis y taoístas también se preguntaron qué pasaba dentro del cuerpo mientras se medita, se mantiene una asana o se practican movimientos sincronizados con la respiración y poniendo en ello toda la conciencia.
No tenían la más mínima idea de los millones de moléculas y reacciones químicas que marcan el rumbo de nuestro organismo. Tampoco podían saber qué son los genes, pero intuyeron y comprobaron en sí mismos que las prácticas que integran el cuerpo y la mente promueven la salud y la longevidad. Y ahora sabemos un poquito más de cómo lo logran.
El secreto está en las citoquinas asociadas al estrés.
“Millones de personas de todo el mundo disfrutan hoy de los beneficios para la salud de prácticas cuerpo-mente como el yoga o la meditación. Sin embargo, puede que no sean conscientes de que los beneficios se gestan a nivel molecular y pueden llegar a cambiar el modo en que se comporta nuestro código genético”, comenta Ivana Buric, investigadora de la universidad de Coventry y principal responsable del estudio.
La clave para entenderlo está en cómo responde nuestro organismo al estrés.
Las situaciones estresantes activan nuestro sistema nervioso simpático (SNS), el encargado de poner en marcha los mecanismos necesarios para que podamos hacer frente a esa situación o al menos salir corriendo. Esto se traduce en un aumento en la producción de una molécula llamada factor nuclear kappa B (NF-kB).
El NF-kB regula cómo se expresan los genes. Los activa para que produzcan unas proteínas llamadas citoquinas que ponen en marcha una inflamación a nivel celular.
Esta inflamación venía muy bien en situaciones de lucha o huida puntuales como las que vivía el ser humano cuando era cazador-recolector. Pero en nuestra sociedad moderna, en la que el estrés suele ser de tipo psicológico y prolongado, el organismo acaba sometido a una inflamación sostenida que juega en nuestra contra y que se asocia a un mayor riesgo de cáncer, envejecimiento prematuro y trastornos emocionales como la depresión.
¿Qué pasa cuando nos relajamos practicando yoga o técnicas taoístas, meditando o regulando la respiración?
El efecto que se experimenta es el contrario: la producción de NF-KB y de citoquinas se reduce. En consecuencia, se invierte el patrón proinflamatorio que afecta a la expresión genética y disminuye el riesgo de los problemas que lleva asociados esa inflamación.
Según Ivana Buric, investigadora de la universidad de Coventry y principal responsable del estudio, “estas actividades dejan lo que podríamos llamar una impronta molecular en nuestras células que, al modificar la manera como se expresan nuestros genes, frena el efecto que el estrés y la ansiedad producen en el cuerpo”.
En un lenguaje más sencillo, aclara Buric, las prácticas psicofísicas "harían que nuestro cerebro lleve a nuestro ADN por caminos que mejoran el bienestar”.
Fuente: www.cuerpomente.com
www.centroelim.org
sábado, 29 de octubre de 2022
Hábitos para implementar para el Cerebro cognitivo y el Cerebro emocional
El cerebro cognitivo, y en especial el lóbulo frontal, es el que inhibe nuestros instintos y protagoniza lo que llamamos la mente justificativa, frente a la mente reactiva gestionada por el cerebro emocional.
El hemisferio izquierdo, se relaciona con las funciones racionales: pensamiento lógico-matemático, análisis, asociación de ideas, lenguaje, escritura, matemáticas, etc.
El cerebro emocional tiene la capacidad de desconectar del córtex, tomar la iniciativa y realizar acciones de una forma instintiva; las emociones nos inundan y nuestros pensamientos se detienen.
El hemisferio derecho, gestiona las informaciones afectivas y emocionales; reconoce en forma global una situación y le atribuye un contenido emocional-sensitivo (lo que siente). Se relaciona con la imaginación, la creatividad, el arte, la intuición, fantasía, etc.
Ambos hemisferios se comunican y entran en contacto a través del cuerpo calloso.
El cuerpo calloso: es un puente de “fibra óptica” formado por millones de neuronas que conectan los dos hemisferios del cerebro, el hemisferio izquierdo ( lógico), y el hemisferio derecho ( emocional).
El cuerpo calloso es el camino de fibras neuronales más grande de todo el cuerpo, tiene unos 300 millones de fibras nerviosas, los impulsos nerviosos viajan de un lado al otro a través de este cuerpo calloso, permitiendo observar al mundo desde dos puntos de vista diferentes.
Hábitos a implementar (Jennifer Middleton)
Hábitos para fomentar el hemisferio derecho:
1. Observa tus relaciones interpersonales y optimízalas. Darnos cuenta de cuanta energía gastamos en mantener relaciones que ya han caducado, que ya han cumplido su propósito.
2. Use su cuerpo para la comunicación. Hay que acostumbrase a escuchar el cuerpo.
3. Descanse de forma adecuada.
4. Darse tiempo a uno mismo sin remordimientos. Entregarse a los demás olvidándose de uno mismo es muy tóxico y egoísta.
5. Lentifíquese cuando se sienta acelerado, agitado y tenso. Coma tranquilo, saboree la comida. Tómese tiempo. Cada cosa a su tiempo y cada tiempo a su cosa. Practique la relajación, el ejercicio diario.
6. Cuide su cuerpo y su mente.
7. No desgaste la energía pensando en el pasado. Viva el momento presente. El presente es el estado idóneo de creación. Pensar en el pasado es repetir las historias.
8. Aprenda a jugar y a ser un niño. Deje salir este niño que todos tenemos dentro. Ríase con sus amigos, haga tonterías.
9. Regálese actividades placenteras y disfrútelas intensamente.
Hábitos para fomentar el hemisferio izquierdo:
1. Respétate y exige que los demás te respeten. Reconoce tus sentimientos y emociones. Si sientes rabia, acógela y suéltala.
2. Revisa tu argumento de vida y no te tiranices. Se refiere a las creencias y verdades que te impusieron tus padres. Observa tus prejuicios que te inculcaron y que ya no tiene que ver nada contigo.
3. Termina situaciones inconclusas que no tienen solución. Situaciones que nos quitan el sueño y no sabemos cómo concluirlas. Nos proporcionan gran desgaste y tensión.
4. Reduzca demandas internas y externas innecesarias. Todos los deberías o tendrías. Tomar conciencia de que nos imponemos muchas obligaciones.
5. Asuma plena responsabilidad sobre su vida. Cada vez que dejamos que abusen de nosotros, nos dominen, nos posterguen y nos olviden, somos los únicos responsables.
6. Ponga una rutina diaria en su vida. Leer, escuchar música, en un lugar físico sin interferencias.
7. Aliméntese de forma sana y equilibrada.
8. Aléjese de personas y situaciones tóxicas y negativas.
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domingo, 23 de octubre de 2022
Transformación consciente y salud
Cuando la oruga ha comido lo suficiente, busca un lugar seguro, teje un capullo y se encierra en él. Luego muda su piel externa y segrega una cubierta más fuerte y gruesa, permanece en este estado de crisálida sin comer, sin excretar, sin moverse, y en ese capullo ocurre un proceso de transformación por el cual muere la mayor parte del cuerpo viejo de la oruga.
Se liberan unas enzimas que digieren el tejido de la oruga, o sea que se digiere a sí misma, pero no todo el tejido es destruido, quedan algunos grupos de células que hasta ese momento estaban “dormidas” y que ahora comienzan a crecer de nuevo supervisando la construcción del nuevo cuerpo con los jugos digestivos del viejo cuerpo de la larva.
Unas células serán el ala, otras formarán las patas, antenas, y demás órganos de la mariposa adulta. Emergerá una criatura nueva, que ya no tendrá que arrastrarse para comer, ahora la mariposa con sus hermosas alas puede experimentar la vida de una manera que la oruga “nunca hubiera podido imaginar”, y todo gracias a la muerte de la criatura anterior.
Esto podemos compararlo a la vida misma, refleja hasta qué punto la vida es un proceso de transformación en el que todos los acontecimientos fluyen de forma permanente y de cómo cada cosa que nos sucede tiene un significado, un porqué, aunque no logremos verlo.
Esto lo confirma nuestro propio cuerpo, en el que cada cierto tiempo se regeneran sus células hasta el punto de que cada siete años todo el organismo es prácticamente nuevo. Vemos como cambian con los años nuestro carácter, nuestras formas de pensar o nuestras actitudes.
Pero hay un aspecto que nos cuesta mucho más modificar: las creencias. Y es que por lo general, las creencias están tan profundamente arraigadas en nosotros, que cuando alguien las pone en entredicho, se produce casi siempre una fuerte resistencia. Esta resistencia es una de las mayores dificultades del ser humano para crecer interiormente.
Y es que no somos conscientes de la tremenda programación a la que hemos sido sometidos desde que nacimos, primero por nuestros padres y familiares cercanos, luego por los maestros en la escuela, el ambiente y la sociedad en la que hemos vivido. De tal manera que las respuestas que damos ahora, como seres adultos, están condicionadas por todo esa carga de creencias impuestas.
Estas creencias están tan arraigadas, que condicionan nuestra visión de las cosas, nuestros gustos, nuestras percepciones emocionales y psicológicas, y, en suma, nuestra personalidad. Sin embargo, es sólo confrontando nuestras creencias con otras, replanteándonos lo que siempre hemos creído, como podemos avanzar, como podemos percibir otras realidades, como podemos evolucionar y crecer como personas. Única forma de poder realizar una transformación consciente. Esta transformación supone poder elegir en todos los ámbitos, por nosotros mismos, saliéndonos del condicionamiento, de las creencias.
Y ahí encontramos la mayor dificultad, porque "creer" es asumir como ciertas las informaciones recibidas por distintas vías sobre un tema para, inmediatamente, convertirse en verdades, sin cuestionarlas.
Con lo cual, las creencias, en general, están exentas de lógica y suelen asentarse en el inconsciente colectivo hasta que son sustituidas por otras con mayor carga racional. De manera que conforman una especie de programas o esquemas mentales a través de las cuales discurren nuestros pensamientos y vemos la realidad. Por eso cuando cambiamos el esquema mental, es decir, cuando modificamos "los programas", cambia inmediatamente la realidad de la persona.
Algo de mucha importancia en el ámbito de la salud. Porque hoy se sabe que si en vez de creer que sufrimos procesos degenerativos, creemos que nuestro cuerpo se renueva a cada instante, que hay una inteligencia innata que se ocupa de mantener la vida, que nuestras células llevan impresa la orden de supervivencia, estaremos dando a nuestro cuerpo un mensaje de equilibrio y salud. Y, sobre todo, no habrá en nuestro interior miedo, la emoción más nociva de todas porque influye en esa orden de supervivencia inscrita a nivel genético.
De ahí que ser conscientes de nuestros procesos físicos, emocionales y mentales redunde de inmediato en una mejoría de la salud. Así lo demostraron, entre otros, los experimentos de laboratorio realizados por el Dr. Deepak Chopra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y en la Asociación de Medicina Ayurvédica de Lancaster, Massachusetts, según los cuales todas las funciones supuestamente involuntarias -regidas por el inconsciente- del cuerpo, como el latido del corazón, la respiración, la digestión, la temperatura corporal, las secreciones hormonales, etc., pueden ser también reguladas conscientemente mediante la biorrealimentación, un proceso de toma de consciencia muy sencillo basado en técnicas de meditación.
Algo comprensible si tenemos en cuenta que si la energía mental coordina el orden electromagnético de la energía vital y ésta a su vez mantiene el orden a nivel celular, cuanta más coherencia haya en la emisión de pensamientos mayor será el aporte energético que recibirá nuestro cuerpo físico, lo cual beneficiará mucho nuestra salud.
Por el contrario, la inconsciencia puede provocar un caos o desorden energético que a la larga terminará produciendo deterioros corporales. En cambio, una vida de participación consciente los previene. Es decir, si prestamos atención a los procesos corporales en lugar de dejar que funcionen de forma automática se producirá en ellos una mejora sustancial.
Mediante ejercicios de respiración consciente comienzan a los pocos minutos a sincronizarse las ondas cerebrales, se aquieta el ritmo cardiaco y se equilibra la presión arterial.
Por otra parte, sabemos que nuestros sistemas más importantes son el endocrino, el inmunológico y el nervioso ya que son los principales controladores de nuestro cuerpo. Pues bien, las células inmunitarias y las glándulas endocrinas tienen los mismos receptores de señales cerebrales que las neuronas; es decir, son como una prolongación de nuestro cerebro que circula por todo el cuerpo.
Lo que ha llevado a los científicos a plantearse que la consciencia ha de existir en realidad en todas las células de nuestro organismo. De hecho, está comprobado que los estados de aflicción mental se convierten en procesos bioquímicos que crean enfermedades pero también es verdad que un estado de felicidad, alegría, ilusión u optimismo es capaz de producir automáticamente las sustancias necesarias naturales para contrarrestar la enfermedad.
A fin de cuentas, la entropía -es decir, la tendencia que tienen los sistemas complejos a desorganizarse- sólo tiene lugar -en lo que al ser humano se refiere al menos- en el mundo físico. No ocurre así en el plano mental -no hablamos del cerebro, que es un órgano físico- ya que está en un nivel vibratorio superior y no sigue esa tendencia. De ahí que pueda volver a poner en orden el caos electromagnético que produce toda enfermedad.
Ampliando nuestra conciencia
Es preciso entender que el aprendizaje del ser humano no se completa en una determinada etapa sino que es algo consustancial y no termina nunca. En consecuencia, sólo estamos limitados por nuestro grado de consciencia, lo que implica que en la medida en que ampliemos ésta se ampliarán también nuestros propios límites.
Y es que es el desconocimiento de nosotros mismos lo que nos hace víctimas de la enfermedad, del envejecimiento y de la muerte. Por eso es tan importante revisar de manera constante todas las creencias que hemos ido acumulando a lo largo de la vida ya que a lo mejor descubrimos que pueden ser sustituidas por otras más acordes con nosotros, con la vida y con la realidad. Algo a lo que podemos acceder hoy merced a los nuevos descubrimientos de la ciencia en todos los ámbitos.
Sabemos que nuestra mente es un arma de doble filo y que tanto puede destruirnos como curarnos. Sólo depende de cómo adiestremos o condicionemos nuestros pensamientos para crear patrones mentales destructivos o constructivos. Además, de la actitud con la que afrontemos nuestros problemas de salud dependerá que ello redunde en un beneficio para nuestro crecimiento como seres en evolución o que la experiencia se limite a formar parte del sufrimiento de la inconsciencia.
Veamos pues la enfermedad como una oportunidad para descubrir aquellos aspectos de nuestra vida que no funcionan. Para ello sólo tenemos que escuchar a nuestro cuerpo cuando nos habla.
Aplicando el Yoga en la Vida Diaria
El Yoga nos ayuda a adiestrarnos y llevar algunas prácticas a la vida diaria.
Una vez aprendemos a relajarnos, podemos adaptar ese aprendizaje a todos los actos de nuestra vida de cada día.
Generalmente, durante el día, tenemos por costumbre trabajar tensos y agitados, sin estar conscientes de esto. Continuamente estamos contrayendo más músculos de los que son necesarios: cuando tenemos un problema pendiente y pensamos en él, apretamos las mandíbulas, tensando el rostro, tensamos los brazos, la espalda, etc. y en las distintas situaciones de la vida diaria mantenemos una actitud defensiva que hace que gastemos una cantidad innecesaria de energía, y además nos quita eficiencia para realizar lo que tenemos que hacer.
No tenemos más que observar la cara y la postura de la gente que anda por la calle y nos daremos cuenta de la tensión que llevan reflejada en el rostro, como si estuvieran sufriendo o haciendo un gran esfuerzo. Las personas que viajan en el autobús, y hasta en su mismo coche, van rígidas, tensas, aunque su cuerpo va sentado, por dentro sostienen una lucha, imaginando, haciendo mil cosas en la mente, que llegan a fatigarlos como si lo estuvieran haciendo en realidad. Todo esto, hace que luego acaben con un agotamiento mental, que afecta profundamente al sistema nervioso y por ende a la salud en general.
Muchas veces, la mayor parte de la fatiga que sentimos durante el día, no es causada por un esfuerzo físico, sino por estas tensiones musculares y nerviosas debido a los estados emocionales que consumen grandes cantidades de energía.
Podríamos aprender a darnos cuenta de estas tensiones y contracturas que sostenemos en todo momento y aflojarlas.
Si practicamos yoga y hemos aprendido a relajarnos, será más fácil, en especial porque hemos aprendido la respiración completa del yoga, que es la puerta de entrada a la relajación, a la tranquilización del psiquismo. La respiración completa y la relajación, suponen un entrenamiento, una experiencia interior de cómo se siente uno cuando está relajado y que podemos luego repetir a voluntad en cualquier momento, aflojando los músculos de los brazos, de las piernas, del cuello, de los hombros, del vientre, etc.
Cuando estemos apurados por llegar a algún lado, y vamos en coche, especialmente en un taxi, tendemos a inclinamos hacia adelante; cuando esperamos en una sala de espera y se nos hace tarde, golpeamos el suelo con el pie o movemos las manos, siempre estamos agitados, etc.
¿Por qué no nos educamos para aprender a aprovechar esos y otros muchos momentos para descansar ?
Si de todas maneras tenemos que esperar, aprovechemos el tiempo para relajarnos, adoptando la actitud que convenga según el momento para no llamar la atención. Ejemplo, si estamos esperando sentados, en vez de apretar las mandíbulas, o golpear el suelo con los pies, aprovechemos a aflojar todos los músculos de los que seamos conscientes que guardan tensión, aquellos músculos que no es necesario tensar para mantener la postura.
Cuando hablamos, intentemos no hacer más movimientos de los necesarios, los naturales para expresarnos, al escuchar abandonemos la tensión, el estar a la espera de contestar rápidamente.
Para ello, debemos auto-observarnos, y descubriremos muchas de estas tensiones inútiles para poder soltarlas.
Aprovechemos los pequeños momentos para aprender a estar tranquilos, a serenarnos, respirando un poco más profundo y disfrutando de la sensación de descanso, esto será un oasis y nos permitirá recuperarnos dentro del agitado día, pequeños momentos de descanso.
Cuando vamos a comer, es importante no guardar tensión, soltar la preocupación por las cosas que debemos resolver, porque contraemos el abdomen y dificultamos la digestión, conviene practicar varias respiraciones completas antes de comer.
Una de las cosas más importantes y también de las más difíciles es el aprender a relajar la mente.
Las contracturas musculares que mantenemos en las distintas partes del cuerpo dependen de la contractura que hemos formado en la mente, en la parte frontal del cerebro. Cuando estamos muy preocupados, solemos fruncir el ceño; la mente, está identificada con su preocupación, cerrada en sus problemas, y esto afecta al cuerpo.
Para manejar adecuadamente los problemas, debemos aprender a desidentificarnos de ellos, tomar distancia, si estamos apegados a ellos, los problemas nos llevarán de un lado a otro sin que podamos solucionarlos. Es indispensable relajar la mente, con la práctica iremos conociendo lo que significa tener la mente relajada. Aunque no practiques yoga, puedes aprender a respirar correctamente y a relajarte para eliminar esas tensiones que se hacen habituales. La mente puede ser reeducada, al igual que un músculo, y no lo sabemos, porque no se nos enseñó; así como aprendimos a realizar gestos automáticos con el cuerpo y adquirimos hábitos musculares y posturales, también podemos adquirir hábitos saludables, una mente serena y abierta.
El contemplar espacios amplios en la naturaleza, es un recurso valioso para ampliar la mente, despejarla y calmarla. El contacto en general con la naturaleza, nos ayuda a armonizarnos, relajarnos, relativizar los problemas.
Antes de ir a dormir, es conveniente silenciar la charla interna en la cabeza, otra vez valiéndonos de la respiración completa, dejando "pasar" los pensamientos, enfocándonos en el aire que entra y que sale del cuerpo; esto que parece tan simple, con la práctica nos asegurará un descanso reparador, al tranquilizar el sistema nervioso.
El desplazar la atención por cada parte del cuerpo, con la idea de “soltar” es muy efectivo como relajación, como también practicar visualizaciones que hayas aprendido.
Namasté.
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sábado, 10 de septiembre de 2022
martes, 10 de mayo de 2022
Disminuir la tensión mental
La mayor parte de las personas vivimos de manera habitual con una enorme tensión mental. Esta tensión mental se manifiesta como ansiedad, angustia y distintos tipos de bloqueos, reduciendo drásticamente la capacidad de pensar con claridad, tomar decisiones y aprender. Sabemos que la causa de ello es la activación, a través del pensamiento, del sistema de alarma del cuerpo o sistema nervioso simpático.
Uno de los hallazgos más interesantes que han ocurrido en el mundo de la medicina en relación con la meditación mindfulness es que, al pararse ese ruido incesante causado por la hiperactividad del sistema nervioso simpático, el cuerpo responde de manera muy favorable.
Lo primero que se aprecia es una relajación de la musculatura y una progresiva normalización del funcionamiento del aparato digestivo.
La tensión arterial se reduce y bajan los niveles de colesterol.
El metabolismo, que refleja el consumo energético del organismo, se reduce, con lo cual la persona experimenta un aumento en su energía y vitalidad, ya que la energía ya no se está gastando en procesos tan poco productivos.
El corazón también se beneficia, al tener que trabajar con menos resistencia, y eso reduce sus necesidades de oxígeno.
Además, hay una mejoría significativa del sistema inmunitario o de defensa del organismo, sobre todo en lo que se refiere a los linfocitos NK y CD4.
Esto se traduce en una reducción de la posibilidad de desarrollar un proceso infeccioso o tumoral.
Es curioso cómo los estudios de neuroimagen que utilizan resonancia funcional magnética muestran que las personas que se han entrenado en meditación tienen un aumento de grosor en la corteza prefrontal izquierda.
Recordemos que esta área no sólo tiene mucho impacto en el despliegue de la actividad del sistema nervioso de recuperación o parasimpático, sino que, además, es clave a la hora de experimentar emociones positivas como la alegría, el entusiasmo o la serenidad.
Ésta es una de las razones por las cuales el estudio y la práctica de la meditación mindfulness va abriéndose cada vez más camino en una sociedad que soporta niveles de tensión tan elevados y que se manifiesta en el continuo aumento de la ansiedad y de su hija, la depresión. Ambas no sólo afectan a la productividad, sino que también generan insomnio y aumentan enormemente la facilidad para padecer un accidente de circulación.
1- «Uno de los sistemas más eficaces para mantener la atención centrada en el aquí y ahora es […] fijarnos en los movimientos de la respiración, ya que la respiración tiene lugar en el presente.»
Dado que los pensamientos perturbadores no pueden existir si no se les presta atención, la clave de todo es volver a ganar el dominio, el control de nuestra atención. Esta meditación, además, es una invitación a mantenernos presentes en el aquí y ahora, sin dejar que nuestra mente viaje ni al pasado ni al futuro.
2- Otro de los elementos esenciales a tener en cuenta es nuestra reacción frente a las distracciones. Cuando de repente nos damos cuenta de que ya no estamos prestando atención a nuestra respiración, sino que hemos quedando literalmente envueltos en un pensamiento o una emoción, la clave es no enfadarse en absoluto, sino con suavidad y a la vez con firmeza, llevar la atención de nuevo a la respiración.
Sería algo así como llevar a un cachorrillo que estamos adiestrando de nuevo a nuestro lado, una vez que se ha ido a olisquear una flor. Éste es un punto esencial, ya que no se puede experimentar la meditación si no se abandona esta tendencia a sentirse mal o culpable cada vez que uno se ha distraído.
3- El siguiente elemento, y tal vez el más complejo, es qué hacer cuando una emoción es tan intensa o un pensamiento es tan insistente que sentimos que es imposible no quedar envueltos en ellos. Por más que lo intentamos, sólo conseguimos volver a prestar nuestra atención a la respiración durante unos segundos, para volver a quedar nuevamente envueltos en el mismo pensamiento o emoción.
En este caso, lo que hay que hacer es simplemente prestar atención a las sensaciones corporales que produce tal pensamiento o emoción. También es muy útil poner un nombre a lo que estamos experimentando; podemos así decir «tristeza», «miedo» o «ansiedad».
La clave aquí no es resistirse, ya que el empleo de la fuerza o la voluntad es contraproducente. Lo que necesitamos para salir de esta situación es dejarnos envolver por ella, como se dejaría envolver alguien por un paisaje extraordinario.
No rechace el pensamiento o la emoción como malos o indeseables; experiméntelos completamente sin juzgarlos, conviértase en un explorador que intenta localizar la raíz profunda de lo que está experimentando. Poco a poco, el pensamiento o la emoción o se disuelven o le revelan algo de gran valor y que permanecía previamente oculto.
En el espacio de la meditación mindfulness no hay lugar para catalogar los pensamientos o las emociones como buenos o malos, deseables o indeseables, ya que hay una suspensión completa del juicio.
En el espacio de la meditación mindfulness lo que existe es una actitud de exploración, que muestra el mismo interés analizando un jardín exuberante que un árido desierto. Esta actitud es fundamental y se opone directamente a la manera en la que funciona habitualmente nuestra mente, que enseguida se apega a lo que le gusta y se resiste y rechaza aquello que le disgusta.
La meditación mindfulness es uno de los caminos más interesantes para acceder a ese espacio mágico que es nuestra esencia, trascendiendo los límites que marca nuestra propia identidad. Con su práctica, no se busca un entendimiento racional, una comprensión intelectual de lo que ocurre, sino vivir una experiencia, la de abrirse a las posibilidades y al potencial que existen dentro de nosotros. Por eso, cualquier actitud de esforzarse para lograr o experimentar algo es muy contraproducente.
La meditación mindfulness nos invita a soltar nuestra tendencia a controlarlo todo y a querer entender intelectualmente cada cosa que sucede.
Es una invitación a confiar y a dejarnos llevar por una sabiduría que desafía cualquier comprensión por parte de nuestra estrecha y ciega identidad. La meditación mindfulness es un camino hacia la expansión personal, el crecimiento y la evolución personal. Es un camino que nos lleva de lo razonable a lo posible.
Dr. Mario Puig
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