lunes, 25 de febrero de 2019

El reflejo del agua (serenar la mente)


El reflejo del agua

La imagen de un estanque de agua que devuelve el reflejo representa la mente tranquila. Cuando la mente no está perturbada por formaciones mentales como la ira, la envidia, el temor o las preocupaciones, se encuentra tranquila.

Visualiza un límpido estanque alpino que refleje las nubes, el cielo y las montañas de forma tan perfecta que si fotografiaras su superficie cualquiera pensaría que la foto es del propio paisaje.

Cuando nuestra mente está serena, refleja la realidad fielmente, sin distorsión. Respirar, sentarse y caminar con atención plena calma las formaciones mentales perturbadoras, como la ira, el temor y la desesperación, y nos permite ver la realidad con mayor claridad.

En el Sutra de la plena consciencia de la respiración, uno de los ejercicios recomendados por Buda recibe el nombre de «calmar las formaciones mentales».

En este caso, «formaciones mentales» alude específicamente a estados de la mente como la envidia, la preocupación y otros.

«Al inspirar, reconozco las formaciones mentales presentes en mí.»

Podemos llamar por sus nombres a esos estados que descubrimos: «He aquí la irritación»; «Esto es la ansiedad», etcétera.

No pretendemos suprimirlas, juzgarlas o alejarlas. Reconocer su presencia es suficiente. Es la práctica del reconocimiento desnudo: no nos aferramos a ninguna de las cosas que pasa por nuestra mente, pero tampoco tratamos de liberarnos de ellas.

«Al espirar, calmo esas formaciones mentales.»

Al respirar conscientemente mientras reconocemos y acogemos las formaciones mentales, nos concedemos la oportunidad de sosegarlas.

Practicas la meditación, lo que significa que ejercitas un sentido de la observación y la contemplación profundos y no te limitas a entender el zen como un objeto de estudio teórico. Así pues, deberías entrenarte para calmar las emociones y formaciones mentales perturbadoras cuando se manifiesten. Solo así podrás controlar tu cuerpo y tu mente y evitar crear conflictos en tu interior y con tus seres queridos y los demás.

Thich Nhat Hanh


domingo, 10 de febrero de 2019

Biología de las creencias


El Dr. Bruce Lipton, biólogo celular norteamericano que realiza estudios en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, lleva una línea de investigación donde une la ciencia y el espíritu.

Se ha enfocado en los patrones químicos y electromagnéticos a través de los cuales la energía (en forma de pensamientos y creencias) puede afectar nuestra biología, incluyendo el genoma humano.

Sus novedosos descubrimientos, indicaron que la mente controla las funciones del cuerpo, y esto implica que nuestro cuerpo puede ser modificado en la medida en que cambiamos nuestra manera de pensar.

Nuestras creencias interactúan con la afinidad de probabilidades del universo cuántico, y estas afectan las células de nuestro cuerpo, contribuyendo a la expresión de diferentes potenciales genéticos.

Este mecanismo funciona así:

Existen proteínas que están a ambos lados de la membrana celular, las proteínas de la superficie externa de las células, son receptivas a las fuerzas externas, incluso a los cambios bioquímicos del cuerpo (producto de los diferentes tipos de pensamientos y emociones).

Estos receptores externos afectan, a su vez, las proteínas internas de cada célula, alterando su estructura molecular. Los dos tipos de receptores funcionan como un enrejado que se puede contraer y expandir. El grado de expansión determina el tamaño y la forma de las moléculas (llamados proteínas emisoras), que pueden pasar a través de dicho enrejado.

El complejo receptor-emisor por sí mismo actúa como un interruptor molecular, aceptando las señales del ambiente celular que desenvuelven el ADN (ácido desoxirribonucleico), desactivando la funda de las proteínas que lo cubren. A diferencia de lo que se creía, los descubrimientos de Lipton indican que el ADN no es el que controla la biología de las células sino la funda de proteínas que lo recubre, que además es la responsable del encendido o apagado de los genes. Esta funda depende más de las señales del medio ambiente que se dan afuera y adentro de la membrana celular, que de la información genética en sí misma.

La evolución ha suministrado muchos mecanismos de supervivencia. Estos pueden dividirse en dos grandes categorías funcionales:

- Crecimiento (desarrollo) y

- Protección.

Estos dos mecanismos son comportamientos fundamentales necesarios para la supervivencia de cualquier organismo.

Sabemos la importancia del mecanismo de protección, pero es posible que no dimensionemos la importancia del mecanismo de crecimiento, pues a pesar de ser adulto, cada día miles de millones de células de tu cuerpo se deterioran y necesitan ser reemplazadas. Por ejemplo, el revestimiento del estómago se renueva cada setenta y dos horas, a fin de mantener esa continúa renovación celular, tu cuerpo necesita consumir una considerable cantidad de energía todos los días.

Al igual que las células, los seres humanos inhiben inevitablemente su crecimiento cuando cambia a modo de protección.

Si estas huyendo de un puma, no es buena idea desperdiciar la energía para crecer. A fin de sobrevivir, guardas toda la energía para la reacción de huida o lucha. La redistribución de las reservas de energía para incrementar la respuesta de protección, tiene como consecuencia ineludible, una disminución del crecimiento.

Además de distribuir la energía con el objetivo de sustentar los tejidos y lo órganos necesarios para la respuesta de protección, hay una razón adicional para inhibir el crecimiento: los procesos de crecimiento requieren de un intercambio libre de información entre el organismo y el medio, por ej. Se comen alimentos y excretan los productos de deshecho. Sin embargo, la protección requiere del cierre completo del sistema, un muro que aleje al organismo de la supuesta amenaza.

La inhibición del proceso de crecimiento, también resulta debilitante ya que, el crecimiento es un proceso que no solo consume energía, sino que es necesario para producir energía. En consecuencia, una respuesta de protección mantenida, inhibe la producción de energía necesaria para la vida, cuanto más tiempo permanezca el modo de protección, más se reducirá el crecimiento.

Recordemos que cuando el sistema nervioso reconoce una señal de amenaza en el ambiente, alerta a todas las células de nuestro cuerpo del peligro inminente.

Puedes sobrevivir a la tensión que provoca cualquier amenaza, pero la inhibición crónica del crecimiento compromete de forma grave tu vitalidad.

Es importante recalcar que para experimentar a fondo la vitalidad se necesita algo más que eliminar el estrés de la vida.

En una sucesión constante de crecimiento y protección, eliminar el estrés solo te coloca en una posición neutral. Para prosperar además de eliminar los agentes estresantes, debemos buscar de modo activo la alegría, el amor y llenar nuestra vida de estímulos que desencadenen los procesos de crecimiento.

Podemos resumir que el cuerpo consta de dos sistemas de protección diferentes, ambos esenciales para la conservación de la vida.

El primero es el sistema que pone en marcha la protección contra las amenazas externas, en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Cuando no existen amenazas, el eje permanece casi inactivo y el crecimiento florece. Sin embargo, cuando el hipotálamo cerebral percibe una amenaza en el entorno, activa el eje mediante el envío de una señal a la glándula hipofisaria. La glándula maestra, que es la responsable de conseguir una comunidad de cincuenta billones de células, se prepara para el peligro inminente.

El segundo sistema de protección corporal es el sistema inmunitario, que nos protege de las amenazas continuas que recibe el organismo (infecciones, heridas, quemaduras, et.).

La activación del sistema inmunitario supone un gasto de la reserva de energía del organismo. Para tener una idea, la cantidad de energía que consume este sistema, recordemos cuando el organismo está luchando con estados de infección, gripe o resfrío, lo débiles que nos sentimos.

Lo contrario ocurre cuando el eje activa la respuesta de huida o lucha, las hormonas secretadas por las glándulas suprarrenales suprimen por completo la actuación del sistema inmunitario a fin de conservar las reservas de energía. De hecho, las hormonas del estrés son tan eficaces a la hora de inhibir las funciones del sistema inmunitario que los médicos se las recetan a los pacientes de trasplantes para que su sistema no rechace los tejidos externos. 

Este sistema o eje, es un mecanismo excelente para manejar las situaciones de estrés agudo. Pero, este sistema de protección, no está diseñado para permanecer activado de forma continua. En la actualidad, la mayor parte del estrés que experimentamos, no tiene carácter agudo, no son amenazas concretas que podamos identificar con facilidad, no podemos responder a ellas y seguir adelante.

A diario, nos vemos acosados por muchos problemas sin aparente solución en nuestra vida personal, nuestro trabajo, nuestro planeta desgarrado por guerras o catástrofes naturales, y estas preocupaciones, no amenazan nuestra supervivencia inmediata, pero igualmente activan el eje y da como resultado una elevación crónica de las hormonas del estrés. Así como los dos sistemas de defensa no pueden trabajar simultáneamente, al activar uno, dejamos inactivo el otro.


miércoles, 6 de febrero de 2019

Capear el temporal emocional desde la Atención Plena



Sentado en la posición del loto, o una postura cómoda con la espalda recta, o bien echado sobre la espalda, empieza a concentrar la respiración en el vientre. Mantén la mente en él mientras se alza con cada inspiración y desciende con cada espiración.

Respira profundamente manteniendo toda la atención en el abdomen. Deja de rumiar en los pensamientos y concéntrate en la respiración.
Cuando la tormenta azota los árboles, sus copas se agitan y corren el riesgo de resultar dañadas. El tronco del árbol es más sólido y estable; tiene muchas raíces que se hunden profundamente en la tierra.
Las copas de los árboles son como nuestra cabeza, nuestra mente pensante.

Cuando se desencadene una tormenta en tu interior, baja de las ramas de los árboles y busca la seguridad del tronco. Tus raíces comienzan en tu abdomen, ligeramente por debajo del ombligo, en el punto de energía que en la medicina china se conoce como tan tien. Concentra toda tu atención en esa parte del vientre y respira profundamente. No te identifiques con los pensamientos y estarás a salvo mientras se desencadena la tormenta de emociones.

Practica este ejercicio cada día durante cinco minutos y al cabo de tres semanas podrás dominar tus emociones con éxito cuando éstas se desaten.

Si te visualizas atravesando ileso una tormenta, tu confianza se verá reforzada. Puedes decirte a ti mismo: «La próxima vez, si el temporal emocional regresa, no tendré miedo ni me inquietaré, porque sé cómo superarlo».

Puedes enseñárselo a los niños para que disfruten de la sensación de seguridad que la respiración del vientre puede aportarles. Toma la mano de tu hijo y pídele que respire contigo mientras concentra toda su atención en su abdomen. Aunque es solo un niño, puede sentir emociones muy fuertes y es capaz de aprender a superarlas mediante la respiración. Al principio necesitará tu ayuda, pero más tarde lo hará solo.

Thich Nhat Hanh