Las creencias emocionales que tenemos profundamente arraigadas consiguen socavar nuestro pensamiento racional y conceptual. Con frecuencia, un primer paso crucial para vencer las resistencias emocionales, consiste en concentrarnos en nuestra propia conciencia emocional y aceptar lo que sentimos sin prejuzgarlo, lo cual nos abre el corazón para que la inteligencia intuitiva del corazón permita que se nos abra interiormente una visión más amplia y nos sane tanto a nivel mental como emocional.
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domingo, 18 de diciembre de 2022
La Inteligencia del Corazón y la Psicología
Para que siga avanzando la conciencia humana, tanto a nivel individual como colectivo, es crucial que desarrollemos la capacidad de gestionar las emociones, no reprimiéndolas sino permitiéndoles que se transformen en sentimientos y percepciones de mayor calidad.
Observando la historia, una mala gestión de las emociones nos lleva a reproches, odio y represalias, lo que genera interminables círculos viciosos de sufrimiento en nuestro planeta.
Cuando aprendemos a escuchar más atentamente a nuestra intuición y la sabiduría de nuestro corazón, se desarrolla el poder de transformar los pensamientos y las emociones en percepciones nuevas, lo cual nos capacita aún más para escoger que tipo de reacción emocional queremos en ligar que nos asalte un modo reactivo de forma automática.
Podemos aprender qué emociones y actitudes nos agotan y reemplazarlas por otras que sean regenerativas y nos aporten perspectivas más ilustradas.
Esta habilidad es una de los principales beneficios que nos permiten acceder a la inteligencia del corazón.
Ser capaz de discernir entre las pautas que nos ofrece el corazón y las creencias mentales y emocionales que suelen condicionar nuestros pensamientos puede ser todo un reto.
Con la práctica podemos aprender a percibir que el tono o la cualidad de la intuición del corazón son distintos de la de los pensamientos conceptuales o de los deseos y las creencias emocionales.
Es fácil confundir la intuición del corazón con una sensación emocional y dejarnos cautivar por ella, por ej. cosquilleo en el estómago y que se acelerara el corazón ante una cita y que luego sale mal.
La atracción no siempre viene del corazón. El corazón suele susurrarnos con un sentido común sosegado.
Acostumbra a ser el corazón quien nos dice: no se si aceptar ese trabajo a pesar del salario tan alto que me ofrecen… pero entonces la mente dice: acéptalo porque por lo general nos tira más el dinero que el corazón, hasta que conseguimos desarrollar por completo nuestra capacidad de discernimiento.
La mente tiende a racionalizar nuestros deseos y reacciones. Cuando consigo controlar las opiniones y reacciones de la mente, me siento justificada al sentirme enfadada. Pero el corazón es distinto, más tierno y más sencillo. Para hacerle caso al corazón, hay que ser valiente.
Puede que el corazón te diga: no le des importancia a eso o déjalo, pero por otro lado, entra el miedo de que alguien se salga con la suya o que alguien en concreto te machaque vivo. Pero cuando uno es suficientemente valiente como para hacer lo que le dice el corazón, se siente mejor y es como si las cosas salieran también mejor.
Ejemplos de cómo distinguir cuando nos habla la cabeza o el corazón:
- En el coche a una hora punta.
La cabeza: ¿Qué horror de trafico! ¿es ese estúpido que nos está frenando a todos!, cuando van a ensanchar la carretera? Hay que ver esta que me ha cortado el paso!
El corazón: los coches se moverán cuando puedan. No ganas nada poniéndote de mal humor y malgastando la energía. Pon la radio y escucha un poco de música.
- En el trabajo.
La cabeza: pero quien se cree que es esta?, pero que injusticia que le den a él los mejores proyectos, y a mi me dejen los restos! Que rabia me da!
Corazón: sé que lo está pasando mal y que quiere hacerse notar, pero tengo que mantenerme en calma, no dejarme atrapar con algo que no va conmigo y no meter más cizaña. Quizá soy yo quien tiene que cambiar de actitud. Creo que la voy a invitar a comer.
Es aprender a observar esas dos voces, de la mente y del corazón, y sintonizar con la del corazón, cambiando de actitud y buscando las respuestas que mejor se adapten a la situación en su totalidad. Así la mente se vuelve más razonable.
La inteligencia del corazón aporta una visión más global que te permite decidir qué es lo mejor para ti pero en armonía con los demás.
La mejor manera de mantenerte equilibrado emocionalmente es practicar la autocompasión, el cariño y la amabilidad. Cuando practicas esto, se obtienen revelaciones intuitivas con frecuencia y se facilita obtener respuestas en el interior. Esto tiene que ver con las prácticas de Mindfulness.
John Kabat-Zinn dice:
la conciencia podríamos compararla con un campo de inteligencia compasiva que se localiza en el corazón, lo asimila todo y constituye una fuente de paz en medio de la confusión, de la misma forma que una madre representa un fuente de paz, compasión y perspectiva cuando su hijo se enfada, porque sabe que eso se le pasara a su hijo, cualquiera sea la causa de su enfado y por eso, ella le aporta bienestar, seguridad y paz desde su propia existencia.
Respirar y reducir el estrés
Respiración y ritmo cardiaco están íntimamente relacionados. Son dos sistemas imprescindibles para la vida y el buen funcionamiento de las células. Respirar mal implica que aparezcan el estrés, la ansiedad y la fatiga física, y también provoca que nuestro corazón tenga que realizar un trabajo extra para que las células reciban el oxígeno necesario.
El estrés, por otra parte, produce una gran activación y desgaste del organismo. Cuando nuestro cerebro percibe cualquier situación como una amenaza, hace que el cuerpo desencadene una serie de respuestas: la respiración se acelera, la frecuencia cardiaca aumenta y los músculos se tensionan, lo que afecta de forma negativa a la evolución de la hipertensión y la arterioesclerosis.
El estrés no es la causa directa de la tensión arterial alta (esta se debe a una disfunción de las arterias), sin embargo sí se ha comprobado que puede desencadenar subidas de tensión. Por eso, saber manejar mejor el estrés puede ser una buena ayuda para los hipertensos aunque, eso sí, en ningún caso deberán interrumpir el tratamiento sin consultar con su cardiólogo.
Una herramienta que resulta muy útil para manejar el estrés y la ansiedad es la respiración. Concretamente, un nuevo método desarrollado por el Instituto HeartMath de California (EE.UU.) denominado ‘respiración por coherencia cardiaca’ que relaciona la relajación con la respiración y la frecuencia cardiaca.
Entre 60 y 80 latidos
Mucha gente piensa que el corazón debe mantener un ritmo constante, pero no es así: late a una frecuencia no estable y variable de entre 60 y 80 latidos por minuto en reposo. Esta variabilidad del ritmo cardiaco, que no tiene nada que ver con las arritmias, es indicativa del buen funcionamiento de nuestra fisiología. Cuando el corazón late con demasiada regularidad puede ser un síntoma alarma de algún trastorno cardiaco.
La frecuencia cardiaca (el número de veces por minuto que nuestro corazón late o se contrae) varía en función de la actividad que estemos realizando, así como del estado emocional en el que nos encontremos. Sube, por ejemplo, cuando realizamos un esfuerzo físico porque necesitamos más oxígeno. Y también aumenta cuando estamos bajo el efecto de una emoción (miedo, enfado) y en situaciones de estrés.
La técnica de respiración por coherencia cardiaca permite, precisamente, controlar las aceleraciones y desaceleraciones del corazón. Se trata de inspirar y espirar de forma voluntaria lentamente para aumentar la amplitud de la frecuencia cardiaca. Gracias a esa sincronización entre la respiración y el ritmo del corazón se consigue entrar en lo que se llama ‘coherencia’.
La investigación científica ha demostrado que la coherencia cardiaca está en su máxima eficacia cuando la frecuencia de respiración es de seis ciclos por minuto, lo que proporciona un aumento óptimo de la amplitud de la variabilidad del ritmo cardiaco. Cuando este es regular, se dibuja una onda armoniosa y redondeada el gráfico que dibuja las oscilaciones del ritmo respiratorio.
Con ese patrón de latido rítmico y fluido, entramos en lo que se denomina ‘coherencia cardiaca’ y en un estado de relajación y bienestar.
En contraposición, cuando estamos ansiosos o en una situación de estrés se produce un trazo irregular y caótico del ritmo respiratorio, con forma de picos. Es lo que se llama ‘ritmo cardiaco incoherente’, que provoca que nuestra fisiología se vea alterada.
Este nuevo método permite aliviar el estrés de forma rápida y proporciona numerosos efectos positivos en nuestra salud, con un aumento notable de claridad mental y un mayor equilibrio psicoemocional. De hecho, pilotos de caza franceses están entrenados en la coherencia cardiaca para reducir el estrés.
Relajado en cinco minutos
En un entorno tranquilo, siéntese en una silla con la espalda recta, los pies en el suelo, sin cruzar las piernas y las manos apoyadas sobre los muslos. Durante el ejercicio focalice su atención en la inspiración y la espiración, en la entrada y salida del aire, como una ola.
1. Inspire por la nariz durante 5 segundos, hinchando el abdomen.
2. Espire por la boca durante 5 segundos, contrayendo el abdomen.
3. Se deben realizar seis inspiraciones/espiraciones por minuto y la duración del ejercicio será de 5 minutos. Es necesario practicarlo al menos tres veces al día. Al poco tiempo de practicarlo notará que su estrés se reduce de forma considerable.
Fuente Revista Salud & Corazón- Rufi Gómez
sábado, 17 de diciembre de 2022
CUENTOS TERAPÉUTICOS
Los cuentos son un instrumento de cambio para la mente profunda (inconsciente).
El lenguaje metafórico empleado en relatos y cuentos es, posiblemente, el recurso educativo y terapéutico más antiguo de la humanidad.
La Terapia Metafórica, es un lenguaje indirecto que se relaciona con el hemisferio cerebral derecho, que es el intuitivo, creativo, global, a diferencia del hemisferio izquierdo, que es lógico, racional y que es el que utilizamos con más frecuencia.
El hemisferio derecho, funciona por asociación de ideas, así sean absurdas o cómicas, con lo que se favorece el pensamiento lateral y la aparición de opciones que, parecen no existir para el pensamiento lógico.
La metáfora, puede ser un recurso para que emerjan soluciones. El lenguaje simbólico de la misma, está dirigido a la mente inconsciente, a esa parte de la mente donde no solo encontramos material reprimido, sino que también hay gran cantidad de recursos y posibilidades (H. Erickson). De esta manera, distraemos a la mente consciente con palabras e imágenes de los cuentos e historias, produciéndose una apertura que permite integrar ideas y soluciones alternativas.
La importancia del lenguaje metafórico radica en su capacidad para burlar la inteligencia consciente y altamente estructurada que es la que, al final, mantiene el problema.
Los cuentos son utilizados como herramientas curativas, generan emociones, preguntas, cuestionamientos, nos permiten acceder a comprensiones profundas y a recuperar la salud del alma, son como alimento para el alma, porque despiertan nuestra vida interior; se meten suavemente por las heridas del alma, susurrándonos nuevas posibilidades de plenitud para nuestra vida.
El cuento abre el campo de percepción del conflicto, consuela y nos brinda nuevas maneras de ver la situación, permite identificarse con él, aligerando la sensación de soledad (Ortín y Ballester).
Los cuentos pretenden la estimulación de dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
El lenguaje figurado, ayuda a que el oyente pueda conectar con su propia intuición.
Los últimos avances de la investigación en materia de programación Neurolingüística y también en campos como la educación de la inteligencia emocional, nos muestra que, en el análisis de las funciones del pensamiento que nos facultan para relacionarnos con la realidad, ha predominado excesivamente la función reflexiva y el pensamiento lógico-formal. Sin embargo, hay dos funciones más que afectan el pensamiento: la emocionalidad y la acción o exploración de la realidad. Estas dos funciones representan una ampliación del foco de la realidad necesaria para comprenderla y relacionarnos con ella.
El objetivo de la metáfora es sugerir a la inteligencia emocional y sensible las soluciones que son más difíciles de descubrir en el plano abstracto.
Algunos beneficios
- Las historias no implican una amenaza para el sistema de creencias de la persona.
- Captan el interés del oyente.
- Fomentan la independencia del individuo, quien al tener que conferir sentido al mensaje, extrae sus propias conclusiones o emprende acciones por propia iniciativa.
- Pueden ser utilizadas para eludir la natural resistencia al cambio.
- Afectan a la dimensión físico-corporal del individuo.
- La metáfora sugiere, indica, siembra con suavidad; no impone, no ordena, permitiendo que la persona sólo tome lo que necesita y madure a su propio ritmo.
- Los cuentos son utilizados como herramientas curativas, generan emociones, preguntas, cuestionamientos, nos permiten acceder a comprensiones profundas y a recuperar la salud.
- El cuento abre el campo de percepción del conflicto, consuela y nos brinda nuevas maneras de ver la situación, permite identificarse con él, aligerando la sensación de soledad.
- Los cuentos pretenden la estimulación de dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
- Lo que busca el lenguaje metafórico es provocar estímulos al sistema sensorial de quien escucha: Imágenes, sensaciones, sonidos, olores, sabores… El objetivo de la metáfora es sugerir a la inteligencia emocional y sensible las soluciones que son más difíciles de descubrir en el plano abstracto.
¿A quién está dirigido este curso?
- A quien quiera saber sobre el efecto de las metáforas, cuentos como herramienta terapéutica.
- A quien le interese esta herramienta para descubrir soluciones inconscientes.
- A quien quiera aprender a ver de otras maneras la situación problemática.
- A quien quiera estimular los dos modos mentales de acción, el de sentir y el de reflexionar.
Temario
El lenguaje metafórico.
Ventajas del lenguaje metafórico.
La construcción de problemas y posibles soluciones.
La comprensión global de las cosas.
Una doble inteligencia.
El origen de los cuentos.
¿Cuándo cura un cuento?
Selección de 56 cuentos y relatos terapéuticos para abordar diferentes temáticas:
- Autovaloración.
- Ser uno mismo.
- Las creencias.
- Autoconfianza.
- Buscar en el interior.
- Cambio interno.
- Los Prejuicios.
- Simplificar la vida.
- Interpretación de la realidad.
- La paciencia.
- La adversidad, la resiliencia.
- Proyecciones.
- Los estados de la mente.
- El servicio al prójimo.
- La libertad.
- Autonomía.
- La honestidad.
- La empatía.
- La cooperación.
- La impermanencia.
- La paz.
- La verdadera identidad.
- El condicionamiento.
- Los juicios.
- Los desafíos de la vida.
- La búsqueda interna.
- Soltar.
- No puedes salvar a nadie.
- La colaboración.
- El miedo.
- La serenidad.
- El autoperdón.
- La verdadera identidad.
- La verdad.
- Todos somos uno.
- El problema.
- La naturaleza de la mente.
- Las cosas son como son.
- La sabiduría.
- El ahora.
- El sufrimiento.
- La cooperación.
- La interferencia.
- Los milagros.
- La meditación.
- El servicio.
- Los prejuicios.
- El ejemplo.
- El significado de los cuentos.
MODALIDAD
Curso online
Lo puedes hacer en la comodidad de tu hogar y comenzar cuando tú quieras.
El material se entrega en PDF, las dudas se envían por correo y se responden a la brevedad.
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lunes, 12 de diciembre de 2022
Aceptación desde el Mindfulness (soltar, dejar ir)
La aceptación es en presente, es lo que hay aquí y ahora, no es aceptar en un futuro. A veces, la palabra aceptación, causa rechazo cuando se le explica a alguien que comienza a meditar, pues parece algo incompatible con el estado de “consciencia egoico” en que, habitualmente nos encontramos.
Se trata de ver las cosas como son en el presente, tengo dolor de cabeza, y acepto que lo tengo, si tengo unos kilos de más, aceptarlos como una descripción de mi cuerpo en este momento.
Antes o después, tendremos que adaptarnos a las cosas como son y aceptarlas, ya se trate de un diagnóstico de una enfermedad, de la muerte de alguien querido, etc.
En el día a día, perdemos tiempo y energías negando o resistiendo lo que ocurre, en especial si es algo doloroso para nosotros, y generalmente, llegamos a la aceptación, luego de haber pasado por períodos de negación muy emotivos, y a continuación de ira.
Estas etapas constituyen el avance natural en el proceso de adaptarnos a lo que sea y forman parte del proceso de sanación.
Sin embargo, y dejando de lado el proceso de grandes calamidades, que por lo general absorben tanto tiempo antes de sanar, en el transcurso del día a día, desperdiciamos una gran cantidad de energía negándonos a lo que constituye ya un hecho, y resistiéndonos a él.
Lo que hacemos, básicamente es intentar forzar las situaciones para que sean como nos gustaría que fueran, con lo cual generamos más tensión, y esto impide que se produzcan cambios positivos. Podemos estar tan ocupados negando, forzando y luchando, que no nos queden casi energías para sanar y crecer, y que las pocas que nos queden puedan desvanecerse por nuestra falta de conciencia e intensión.
En vez si cultivamos la aceptación, que este es el único instante que tenemos, y podemos aceptarnos, antes que se produzca el cambio de la situación (perder peso, recuperar salud….), creamos las condiciones que nos ayudan a la sanación.
Aceptar no significa resignarse a lo que está ocurriendo, no significa que nos guste todo lo que está ocurriendo, no es renunciar a cambiar cosas, ni que tengamos que adoptar una actitud pasiva hacia todo y abandonar nuestros principios y valores, no implica que debamos cesar en nuestros intentos de romper con nuestras propias costumbres autodestructivas, ni darnos por vencidos en nuestro deseo de cambiar y crecer, ni tampoco significa tolerar la injusticia.
La aceptación quiere decir simplemente que, hemos llegado a la voluntad de ver las cosas como son. Esta actitud, prepara el escenario para que, pase lo que pase, podamos actuar de manera adecuada en nuestra vida.
Lo más probable es que seamos nosotros mismos quienes sepamos qué es lo mejor para hacer, y tengamos la convicción interna de actuar cuando contemos con una visión clara de lo que ocurre, en vez de hacerlo cuando nuestra vista esté nublada por los juicios y deseos autoserviciales de nuestra mente, o por sus temores y prejuicios.
En la práctica de la meditación, cultivamos la aceptación tomando cada momento como nos llega y estando llenos con él, tal y como es. Intentamos no imponer nuestras ideas sobre cómo deberíamos sentir, o pensar, o ver en nuestra experiencia, más bien nos mostrarnos receptivos y abiertos a lo que sintamos, pensemos o veamos, y lo aceptamos porque está aquí y ahora.
Si mantenemos nuestra atención centrada en el presente, podemos estar seguros de que:
sea lo que sea que tengamos delante en este momento, cambiará y nos proporcionará la ocasión de practicar la aceptación, con independencia de lo que vaya a surgirnos en el momento siguiente.
Hay sabiduría en el cultivo de la aceptación.
Aceptar es lo contrario a ofrecer resistencia. Cuando algo no sale como esperábamos, nos disgusta, reaccionamos oponiéndonos a ello, nos resistimos, generalmente, recurriendo a distintos mecanismos psicológicos, el más frecuente es evitándolo, que puede adquirir varias formas, desde la negación (ignoramos o pretendemos ignorar lo sucedido), la proyección, la racionalización, la represión de los sentimientos, de esta manera nos oponemos a lo que es, en el presente, y puesto que ya es, es una locura, un absurdo negarlo.
En definitiva lo que intentamos es no hacernos plenamente conscientes del acontecimiento doloroso o incómodo. Si no empleamos la evitación como mecanismo de defensa (en muchas ocasiones es imposible, pues los hechos son contundentes), surge en nosotros la resistencia, en forma evidente, como una oposición clara y frontal a la realidad, naciendo en nuestro interior un sentimiento de rechazo, de rabia, de asco o indignación.
El origen del rechazo es algo natural, todos los seres vivos intentan evitar lo que les hace daño y acercarse a lo que les favorece. Surge el problema cuando lo que nos disgusta es inevitable y, no queda otra que afrontarlo y ahí es donde la resistencia nos trae más problemas.
Resistencia
Hay dos consecuencias muy importantes que se derivan de la resistencia y que resultan “negativas”:
Sufrimiento añadido: en la vida hay situaciones dolorosas (accidentes, enfermedades, pérdidas, etc.) inevitables que forman parte del vivir, y que al ofrecer resistencia, lo que hacemos es aumentar ese dolor, agregar un sufrimiento psicológico a lo que ya de por sí es doloroso, ese sufrimiento añadido, puede ser evitado mediante la aceptación.
Ejemplo, en el caso del insomnio, no podemos dormir por alguna preocupación, nos sentimos ansiosos por el hecho mismo de no dormirnos, así aumenta la intranquilidad, y se crea un círculo vicioso y cada vez cuesta más poder conciliar el sueño. La preocupación y el insomnio iniciales, son el “primer sufrimiento”, el incremento de la ansiedad y el agravamiento del insomnio, serían el segundo “sufrimiento”.
La resistencia nos quita energía, esta es la segunda consecuencia nefasta, aunque su finalidad original era remover el obstáculo, en la práctica, al ser este inamovible, lo que hace la resistencia, es todo lo contrario, la imposibilidad de encontrar una solución adecuada a la situación desagradable que la provocó.
Y esto sucede por dos vías:
1- porque nos impide ver con claridad el conjunto de la situación para poder responder adecuadamente a la situación, porque la resistencia es un movimiento emocional que nos quita la calma y la lucidez (no siempre, pero en la mayoría de las veces, nos turba el entendimiento), y en esa tormenta emocional, nos dificulta ver la solución adecuada, demorándose innecesariamente su descubrimiento.
2- Y aunque el remedio se atisba, la movida emocional, impide ponerlo en práctica, la energía disponible se malgasta en el conflicto interno, en la resistencia, en lugar de encausarse en la acción correcta que podría aliviar la situación problemática.
O sea que, la resistencia, no solo incrementa el sufrimiento, sino que nos dificulta el encuentro y la puesta en marcha de la solución inteligente del problema.
En cambio, si no oponemos resistencia, surge la aceptación.
Aceptación:
Es sinónimo de “Reconocer la realidad” – “Decir sí a lo que está pasando” – “Permitir que las cosas sean como son” – “Alinearnos con la realidad” – “Sintonizar con lo que es” –
1- La aceptación abarca: los acontecimientos externos y también lo que sucede dentro de nosotros: pensamientos, emociones, sentimientos, que surgen como respuesta a los hechos que hay que aceptar.
2- La aceptación se puede dar:
De manera brusca, rápida, cuando la aceptación es total, radical, es cuando se produce la rendición, cuando la resistencia se derrumba de manera repentina y se produce una aceptación total, muchas veces tras un periodo de encarnizada resistencia, y abrumado por la inevitabilidad del hecho que se resiste a aceptar, la persona, acaba rindiéndose del todo. Un ejemplo de esta actitud lo expresan las palabras de Jesucristo: “Padre no se haga mi voluntad, sino la tuya” – Jesucristo. (no es la manera más habitual).
En este caso, el individuo pasa rápidamente de un estado de desesperación, a uno de serenidad, de un estado de conciencia a otro, y esa puerta al estado de conciencia llamado Presencia, es la aceptación; y cuando la aceptación es total, es fácil pasar esa puerta con celeridad, rápidamente. El sufrimiento cesa y podemos sentirnos en sintonía con lo que es, en armonía con la vida, en contacto con nuestro verdadero ser.
De manera gradual, la aceptación no suele darse de manera radical, sino que lo más habitual es que se desarrolle en el tiempo, y según C. Germer (2009) clasifica al proceso en cinco fases o estadios, que pueden verse claramente en la psicoterapia o a lo largo de un proceso de duelo por la muerte de un ser querido:
1- Resistencia: se comienza por el rechazo, resistencia, evitación o aversión hacia los acontecimientos que nos han hecho daño.
2- Curiosidad: uno comienza a interesarse por lo sucedido, por el malestar y por cómo estamos reaccionando.
3- Tolerancia: entrar en contacto con el hecho doloroso, sin sufrir demasiado daño psicológico, ser capaces de tolerar el malestar, sin ser abrumados por el (a veces, en esta fase se puede ayudar incluso hasta con fármacos).
4- Permitir: que los sentimientos vayan y vengan permitir los altibajos del estado de ánimo, que a veces se opone a lo ocurrido y otras lo acepta. Fases de tranquilidad se alternan con otras de dolor, y hay que permitir tanto unas como otras (esto suele ocurrir en el duelo).
5- Reconciliación: con los hechos, alinearse con la realidad, aceptar lo ocurrido, e incluso ver aspectos positivos para el futuro con lo que ha pasado.
Lo más frecuente es que la aceptación sea un proceso más o menos largo, y que ciertos acontecimientos de nuestras vidas, nos cuesten asimilar.
La aceptación significa en definitiva, permitir que las cosas sean como son y esto exige muchas veces, que abandonemos que habíamos concebido para el futuro y que nos desliguemos de los vínculos afectivos que nos unen a cosas o personas, y para ello, hay que aprender a soltar, a desprenderse, a ceder.
Aceptación: “…darnos cuenta de que tenemos exactamente lo que necesitamos, de que lo que ya tenemos está bien. Cada momento posee una enorme cantidad de energía y podemos conectar con ella.”
Pema Chödrön
Del curso Mindfulness- Atención Plena
www.centroelim.org
viernes, 9 de diciembre de 2022
Autocrítica: el diálogo interno tóxico
A veces el diálogo que establecemos con nosotros mismos no es muy respetuoso o tolerante. Ej.:“¿Cómo se te ha ocurrido hacer esto?”. “Eres tonto”. “No vas a llegar nunca a nada”. “¿Cómo te va a querer con ese cuerpo que tienes?”. “Eres un bocazas”…
“En los diálogos interiores puede predominar el miedo, la desconfianza, el maltrato, la pelea… o pueden transcurrir en una atmósfera emocional de comprensión, solidaridad, respaldo, asistencia, etc.” Norberto Levi
El sufrimiento o la salud mental dependerán en gran parte de la calidad de nuestros diálogos internos. Sentir rechazo de alguna parte de nosotros mismos, no es el problema.
El problema está en el cómo nos rechazamos. Ej. después de haber desvelado por descuido el secreto de un amigo delante de otros, no es lo mismo decirnos a nosotros mismos: “eres un impulsivo insensato, no vas a cambiar nunca, eres odioso, te quedarás sin amigos”, que decirse: “qué metedura de pata, le pediré perdón a esta persona e intentaré no hablar tan impulsivamente la próxima vez”.
En el primer caso, nuestro diálogo está basado en el desprecio, en la incomprensión y en la autoexigencia.
En el segundo caso, existe un reconocimiento de nuestro error, pero también una intensión de perdonarse, comprenderse y reparar el daño.
A esta voz que nos perdona, la llama Norberto Levi: el asistente interior, que “está hecho de las memorias de las relaciones de amor, cuidado y respeto que cada uno alberga y que han sido vividas en algún momento de su historia, tanto personal como transpersonal. Cuanto más fuertes las memorias personales y transpersonales de vínculos de amor, mas facilitado es su acceso, pero todos, en mayor o menor medida, contamos con la capacidad potencial de producirlo y convocarlo.”
Por ello, es importante establecer con los hijos un diálogo respetuoso, porque será más fácil que su diálogo personal futuro, se construya con los cimientos de la comprensión y la tolerancia hacia sí mismos y hacia los demás.
La finalidad de este ejercicio es aceptar nuestras emociones, integrarlas en nuestra personalidad e intentar gestionarlas respetuosamente, para que no influyan negativamente en nuestro autoconcepto y de forma más amplia, en nuestras vidas.
Ejercicio:
Realiza un poema cuyo primer verso comience con: Me perdono.
A continuación, cada verso hablará de aquellos momentos en los que nos gustaría haber actuado de otra manera. Sirve para aprender a querernos a pesar de todo, y a transformar la culpa que tortura, en el aliado que repara.
Puede quedar así:
Me perdono
cuando he metido la pata
cuando se me ha olvidado dar las gracias
cuando digo que sí, queriendo decir no
cuando digo no, queriendo decir sí
cuando se me olvida algo importante
cuando miro hacia otro lado
cuando me vence la pereza
cuando me rompo un sueño
cuando descubro mis limitaciones
cuando no he sabido defenderme
cuando no he escuchado lo suficiente
cuando me dejo llevar por un imposible
cuando he dicho algo indebido
cuando he dañado sin querer…
Variante de este ejercicio:
Escribir un diálogo con esa parte de nosotros mismos que rechazamos, tratando de comprender porque actúa de esa forma, sin reproches, insultos o quejas, sino mirándola por el lado de la comprensión.
Ej. si nos sentimos mal con nosotros mismos porque no somos capaces de superar la vergüenza de hablar en público, habrá que realizar un diálogo con esa parte vergonzosa, en el que habrá que preguntarle ¿por qué se siente así?, ¿cómo quiere ser tratada? y ¿cómo cree que podrá superarlo?.
La parte que siente vergüenza, deberá expresar lo que necesite, sin temor a ser rechazada.
Quieres aprender mas?
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