lunes, 23 de marzo de 2020

Cuando el cuerpo nos habla


Cuando el cuerpo nos habla a través de un malestar o una enfermedad cualquiera, lo hace para ayudarnos a tomar conciencia de una forma de pensar que no es beneficiosa para nosotros. 

Esta forma de pensar, aunque de un modo inconsciente, perjudica a todo nuestro ser y entonces aparece el malestar para decirnos que ha llegado el momento de cambiar esa manera de pensar, esas creencias que no nos benefician. Nos dice que estamos llegando a nuestros límites físicos, emocionales y mentales. 

Un cuerpo enfermo lo que busca es restablecer su equilibrio, porque el estado natural del cuerpo es la salud. 

La enfermedad es un “regalo” para hacernos más conscientes, para que podamos lograr el equilibrio interno. 

¿Qué es el ego? (mascara, personalidad, coraza, son otros nombres para designarlo). 

El ego es la totalidad de tus recuerdos que, habiendo adquirido demasiada importancia con el paso de los años, terminan por volverse lo suficientemente poderosos como para invadir tu individualidad (se trata de un programa, que una vez grabado en el inconsciente, funciona automáticamente, mientras no seamos conscientes de él). 

La forma en la que en su momento percibiste un acontecimiento fue registrada en tu memoria. Debido a que este suceso fue especialmente o feliz o difícil de vivir, decidiste que era necesario no olvidarlo. De este recuerdo sacaste una conclusión, que se convirtió en una creencia que busca evitarte un sufrimiento si el acontecimiento fue desafortunado, o repetirlo si el suceso fue motivo de dicha, todo esto es inconsciente. 

Es importante que seas consciente de que cuando creíste en algo fue porque estabas convencido de que esa creencia te ayudaría a ser más feliz. 

Desafortunadamente, la gran mayoría de las creencias acumuladas desde tu infancia ya no te son útiles. Algunas pudieron haberlo sido, pero la mayoría ya no lo son. 

El ego está constituido por cientos de creencias de las cuales debemos ser conscientes, o de lo contrario nos impedirán vivir una vida plena, donde podamos manifestar nuestra verdadera Esencia. 

Esta es la razón principal de todos nuestros malestares y enfermedades: el enorme poder que le damos a nuestro ego, nuestro sistema de creencias, que mueven emociones y afectan bioquímicamente todo el organismo. 

De hecho, cuando dejamos que dirija nuestra vida, y dejamos que esto nos impida ser lo que somos realmente, bloqueamos la parte física del cuerpo que sería necesaria para manifestar o realizar nuestros deseos. 

Es importante que aprendas a estar atento, consciente de cuando tu malestar o tu enfermedad te parezcan solamente "físicos". Es muy tentador creer que la causa es solamente física. 

No podemos separar disociar los cuerpos físico, emocional y mental, ya las investigaciones científicas nos hablan lo que ya se sabía hace muchos años, la interacción entre cuerpo físico, emociones, creencias… solo ver algunos de los aportes de la psiconeuroendocrinoimunología, para poder comprender este funcionamiento integrado, y darnos cuenta que podemos hacer algo al respecto. 

Solemos atribuirle la razón de las enfermedades a algo externo, un accidente, una indigestión, un virus, la genética, etc.. 

Las causas más comunes de la enfermedad son las actitudes y las emociones negativas, la culpabilidad, la búsqueda de atención y la utilización de la enfermedad para evitar una situación desagradable o para huir de ella, generalmente inconsciente. 

También hay personas que se dejan influir fácilmente y sufren a menudo enfermedades causadas por las creencias populares, como por ejemplo que "una corriente de aire ocasiona un catarro". Estas personas atrapan fácilmente las enfermedades llamadas contagiosas. 

En resumen: todo malestar te dice que te ames. 

Al amarnos dejamos que sea nuestro corazón quien dirija nuestra vida, no nuestro ego. Amarnos significa concedernos el derecho de vivir nuestras experiencias, y amar a los demás es concederles el derecho de vivir sus propias experiencias. 

Esto significa darte el derecho de ser humano, con tus miedos, tus creencias, tus límites, tus fuerzas, tus debilidades, tus deseos y tus aspiraciones; en fin, darte el derecho de ser como eres ahora. 

Y todo esto se debe hacer sin juicios morales de bueno o malo, correcto o incorrecto, viviéndolo solamente como una experiencia, con el conocimiento de que siempre habrá consecuencias, agradables o no, resultantes de las decisiones tomadas. 

Cuando descubres la actitud mental que te bloquea hasta el punto de crearte un problema físico, debes pasar rápidamente a la etapa de la aceptación incondicional de lo que eres, antes de que tenga lugar en ti alguna transformación mental. 

Tu cuerpo físico se adaptará con gusto a esta transformación. Recuerda que él es sólo un reflejo de lo que sucede en tu interior. 

No basta con comprender o aceptar una situación exterior o aceptar a otra persona. Lo más importante es la aceptación de uno mismo, es decir...perdonarnos. 

El hecho de que tú mismo encuentres la causa de tu malestar no quiere decir que no consultes al médico. Debes buscar ayuda física mientras realizas tu búsqueda interior en los niveles emocional, mental y espiritual. 



PARA PRECISAR MEJOR LA CAUSA DE TU PROBLEMA FÍSICO, 
HAZTE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS: 
(adaptación de Lisa Borbeaut) 
Toma papel y lápiz y anota lo que investigues...

Resultado de imagen de escucha tu cuerpo

BLOQUEO FÍSICO: 

"¿Qué adjetivos pueden describir mejor lo que siento en mi cuerpo?". 

Tu respuesta representará lo que sientes ante la persona o la situación que ha desencadenado el malestar. 


BLOQUEO EMOCIONAL: 

"¿Qué me impide realizar esta enfermedad?". 

Tus respuestas a esta pregunta representan al deseo o los deseos bloqueados. 

"¿A qué me obliga esta enfermedad?". 

Retoma esta respuesta (o respuestas) y agrega la palabra "no" al principio de cada uno de ellas. Estas frases representan tus deseos bloqueados. 


BLOQUEO ESPIRITUAL: 

"Si me permitiera estos deseos, ¿qué sería?" (Utiliza los deseos encontrados en la etapa anterior). 

La respuesta a esta pregunta corresponde a una necesidad profunda de tu ser (algún valor, como libertad, armonía, plenitud, etc.), bloqueada por alguna carencia. 


BLOQUEO MENTAL: 

"Si en mi vida me permitiera ser... (Repite la respuesta de la pregunta anterior), ¿qué podría sucederme de desagradable o de no aceptable?". 

La respuesta a esta pregunta corresponde a la creencia no benéfica que bloquea tus deseos y te impide realizar tu necesidad, creando así el problema físico. 


Cuando conoces la creencia no benéfica o la manera de pensar que te impide ser lo que quieres, lo primero que has hacer para transformarte es: 

- permitirte haber tenido la necesidad de creerla, estableciendo contacto con el niño que habita en ti y que la creyó después de haber experimentado un sufrimiento. 

- Después, pregúntate si todavía la necesitas realmente para ser feliz. 

- Si la respuesta es afirmativa, ello es señal de que todavía te es útil. Tú eres quien gobierna tu vida, de modo que puedes seguir creyendo en ella, pero debes saber que, al actuar así, obtendrás los mismos resultados que han obtenido hasta ahora. No esperes ningún cambio. 

- Si estás convencido de que esta creencia todavía es cierta pero que el hecho de creerla no te hace feliz, verifica en tu interior si estás tan convencido de su veracidad como hace algunos años. Es muy probable que ahora lo creas mucho menos. Por lo tanto, estás en vías de sanar. 

- Cuando en lo más profundo de ti sabes que no quieres seguir creyendo la misma cosa, no te queda más que realizar las acciones necesarias para manifestar tus deseos a fin de permitirte ser lo que quieres ser. 

- La curación sólo puede realizarse en el momento en el que uno se perdona. Esta etapa tiene el poder de transformar no sólo nuestro amor hacia nosotros mismos, sino también el corazón y la sangre en nuestro cuerpo físico. Esta sangre nueva, reenergetizada por el influjo de este amor reencontrado, es como un bálsamo que circula por todo el cuerpo: a su paso transforma y rearmoniza las células. 


Aun cuando intelectualmente te resulte difícil creerlo, ¿qué puedes perder con probar? 

www.centroelim.org


martes, 17 de marzo de 2020

Emociones y salud


Cada vez son más los investigadores que reconocen el papel de las emociones en la medicina.

Algunos de los trabajos más interesantes en este campo, se deben a la doctora Candace Pert (ex Directora del Departamento de Bioquímica Cerebral del Instituto Nacional de Salud Mental de los EEUU). Fue una de las primeras en estudiar los neuropéptidos, receptores de mensajes químicos que intervienen en la comunicación de las emociones. 

Tenemos en general la costumbre de ver sólo lo que entra en nuestro marco de creencias. La doctora Candace Pert, nos habla de cómo muchas de las "curaciones milagrosas, o remisiones espontáneas" de cáncer y otras enfermedades, están influenciadas por el poder de la mente y las emociones, y lo prueba científicamente.

Las emociones funcionan como "quimio-taxis", recorriendo todo el cuerpo, dice Candace. El ser humano tiene infinitas posibilidades si "cree" en su inmenso poder. La mente puede crear nuestra propia realidad.

"La mayoría de los psicólogos tratan la mente como separada del cuerpo, un fenómeno con apenas conexión con el cuerpo físico. Inversamente, los médicos tratan al cuerpo como desvinculado de la mente y las emociones.

Pero el cuerpo y la mente no están separados y no podemos tratar ni entender a uno sin el otro. Investigaciones científicas están demostrando que el cuerpo puede y debe ser curado a través de la mente, y la mente puede y debe ser curada a través del cuerpo”.

La Dra. Candace Pert, junto a un grupo de investigadores, a mediados de los 80, descubrió que un grupo de moléculas llamadas péptidos (derivados proteínicos) son los mensajeros moleculares que facilitan la conversación entre los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino. Es decir, estos mensajeros conectan tres sistemas distintos en una sola red (Psiconeuroendocrinmunología- PNEI).

La PNEI nos ayuda a entender mejor cómo se transforman las emociones en sustancias químicas, moléculas de información que influyen en el sistema inmunológico y en otros mecanismos de curación del cuerpo.

Desde siempre se ha considerado que esos tres sistemas están separados y tienen funciones distintas.


El sistema nervioso constituido por el cerebro y una red de células nerviosas, es la sede de la memoria, del pensamiento, de la sensibilidad corporal y de la emoción.

El sistema endocrino, constituido por las glándulas y sus secreciones hormonales, controla e integra, como principal sistema regulador del cuerpo, diversas funciones corporales.

El sistema inmunológico, constituido por el bazo, la médula ósea, los ganglios linfáticos y las células inmunológicas, es el sistema de defensa del cuerpo, responsable de la integridad de las células, de los tejidos y de los órganos.

Las investigaciones sobre péptidos han demostrado que estas separaciones conceptuales ya no pueden mantenerse con una única red psicosomática.

Los péptidos constituyen una familia de sesenta a setenta macromoléculas que tradicionalmente recibían distintos nombres: hormonas, neurotransmisores, endorfinas, factores de crecimiento etc. Actualmente se considera que en realidad forman una sola familia de mensajeros moleculares.

Estos mensajeros son cadenas cortas de aminoácidos que se fijan a receptores específicos situados abundantemente en las superficies de todas las células del cuerpo.

Al unir a los tres sistemas en una misma red, los péptidos son los mensajeros que circulan libremente por esta red alcanzando todos los rincones del organismo.

Se transforman así en la manifestación bioquímica de la memoria, del pensamiento, de la sensibilidad corporal, de la emoción, de los niveles hormonales, de la capacidad defensiva, de la integridad de células, tejidos y los órganos.

Dice la Dra. Candace Pert:

“Las emociones son el contenido informacional, que es intercambiado vía la red psicosomática, con los órganos, células y sistemas que participan en el proceso. Así como la información, las emociones viajan en dos realidades: la de la mente y el cuerpo; como péptido y receptores en la realidad física, y como sentimientos y emociones en el plano no material.”

Por ello deduce que cada péptido mediatiza un determinado estado emocional, significando que todos los pensamientos, creencias, percepciones sensoriales, y de hecho todas las funciones corporales estarían influidas por las emociones, puesto que en todas intervienen los péptidos.


Igualmente todos esos estudios, incluyendo los de otros científicos, la han llevado a postular que la mente no está localizada en el cerebro, sino distribuida por todo el organismo en forma de moléculas señal.

Todas las partes del cuerpo y de la mente "saben" lo que está pasando en todas las demás partes del cuerpo y de la mente. Es un sistema de información integrado.

Además, se descubrió que las hormonas, supuestamente producidas en exclusividad por las glándulas, son péptidos que también se producen y se almacenan en el cerebro.

Un tipo de neurotransmisores llamados endorfinas, que, según se pensaba, eran producidas solamente en el cerebro, son péptidos y también son fabricados por las células inmunológicas.

Se siguieron identificando más y más receptores de péptidos y se vio que prácticamente cualquier péptido conocido es producido en el cerebro y en varias partes del cuerpo simultáneamente.

En palabras de Candace Pert:

"Ya no puedo hacer una distinción tajante entre cerebro y cuerpo".

Los péptidos del sistema nervioso no solo son producidos por las neuronas y juegan un papel fundamental en las comunicaciones de todo el sistema nervioso, sino que, al fijarse en receptores alejados de las neuronas que los originaron, actúan también en otras partes distintas del cuerpo.

En el sistema inmunológico, los glóbulos blancos de la sangre no solo tienen receptores para todos los péptidos, sino que ellos mismos fabrican péptidos. Los péptidos controlan el patrón de migración de las células inmunológicas y todas sus funciones vitales.

Recordaremos que todos los leucocitos son células móviles, lo que les permite salir de los capilares escurriéndose por los espacios intercelulares de la pared (diapedesis) y emigrar mediante movimiento ameboideo hacia cualquier microorganismo o partícula extraña que haya invadido los tejidos. Por lo tanto, no solo son capaces de alcanzar todos los rincones del organismo transportado por la sangre, sino que también escapan de la sangre y se mueven por los líquidos intersticiales donde se bañan las células.

Otro descubrimiento importante es que los péptidos son la manifestación bioquímica de las emociones. La mayoría de los péptidos, si no todos, alteran la conducta y los estados de ánimo, de tal manera que cada péptido puede evocar un tono emocional único.



Los péptidos constituyen el lenguaje bioquímico universal de las emociones.

El área cerebral relacionada con las emociones es el sistema límbico. El sistema límbico se encuentra muy enriquecido con péptidos, pero no es la única zona corporal rica en péptidos.

La totalidad del intestino también está recubierto con receptores de péptidos. Por eso ocurre lo que de forma coloquial se llama "sentir con las tripas". Literalmente sentimos nuestras emociones con el intestino.

Todas las percepciones sensoriales, todos los pensamientos y todas las funciones corporales estarían "tocados por la emoción a través de los péptidos y los péptidos actuarían como mensajeros directos del agua de mar en el organismo".

El descubrimiento de esta red psicosomática implica que el sistema nervioso no está, como se creía, jerárquicamente estructurado. Como dice Candace Pert, "los glóbulos blancos de la sangre son pedazos del cerebro que flotan a lo largo del cuerpo."

En última instancia esto implica que la cognición es un fenómeno que se extiende a lo largo de todo el organismo, operando a través de una intrincada red química de péptidos, que integra nuestras actividades mentales, emocionales y biológicas.

“Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en las 5 trillones de células que forman un organismo”

Hay sustancias químicas para el enojo y para la tristeza, para la victimización, para cada estado emocional. Son las endorfinas, la serotonina, la dopamina, la norepinefrina… Y cada vez que activamos cierta interpretación o pensamiento nuestro hipotálamo inmediatamente libera ese péptido en la corriente sanguínea.

Si tenemos presente que cada una de las células del cuerpo tiene miles de receptores tapizando su superficie, abiertas a la recepción de tales neuropéptidos, advertiremos que nuestros estados emocionales anidan finalmente en la totalidad de nuestro organismo.

En otros términos, según la Dra. Pert, los péptidos son las hojas de música que contienen las notas, las frases y los ritmos que permiten a la orquesta, que es el cuerpo, tocar como una unidad integrada y la música resultante es el tono corporal que vivimos como “emoción”.

Esto implicaría que la cognición es un fenómeno extendido por todo el organismo, y opera a través de una compleja red química de péptidos que aunque todas nuestras actividades, sean éstas mentales, emocionales u orgánicas.

"La enfermedad por tanto estaría asociada ineludiblemente a las emociones. Cuando estas son expresadas todos los sistemas del organismo forman un corpus unificado, pero cuando son negadas y reprimidas, dichas emociones quedarían atrapadas por nuestro cuerpo físico, los sistemas se bloquean y nos llevaría a la enfermedad.

Pero también indica que dichas emociones pueden ser liberadas y por tanto eso nos puede llevar a la curación. Todo ello lo deduce de sus descubrimientos, en base a que toda emoción tiene un reflejo bioquímico dentro del cuerpo.

El sistema orgánico está sano cuando ese bucle de información no es entorpecido y el proceso se produce con celeridad. A mayor rapidez, más y mejor información recibe la célula, que a su vez permite realizar los cambios necesarios en el menor tiempo posible, lo cual es sinónimo de buena salud, o de curación o mejoría en los procesos de disfunciones orgánicas." (C. Pert)


Pero ¿podemos hacer algo al respecto? Podemos trascender esta especie de programación, cambiar nuestros modelos internos, desaprender modos negativos de pensamiento y comportamiento y aprender nuevas maneras de funcionar?

La respuesta es SI. La neuroplasticidad cerebral significa que podemos desconectar y reconectar nuestras neuronas, desarticular y formar nuevas redes de pensamiento.

Y si las células de nuestro cuerpo desarrollan mayor cantidad de receptores hacia aquellas sustancias que las impactan con mayor frecuencia, también podemos actuar para superar aquellas adicciones emocionales que nos hacen sufrir, comenzando a generar receptores nuevos para los péptidos correspondientes a los estados emocionales que queremos experimentar. Podemos hacernos responsables de nosotros mismos.

Durante toda nuestra vida estamos al al timón de la vida. Para cambiar las conexiones asociativas automáticas, para cambiar nuestra propia biología celular (a nivel de receptores de neuropéptidos), lo primero que tenemos que cambiar es nuestra manera de pensar, nuestro sistema de creencias.




TERAPIA DE INTEGRACIÓN PSICO-EMOCIONAL


Juana María Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Especialista en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular) 
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Psiconeuroendocrinoinmunología



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La Paciencia



¿Tienes la paciencia de esperar

A que todo se asiente y el agua se aclare?

¿Eres capaz de permanecer inmóvil

Hasta que la acción correcta surja por sí sola?

Lao Tse


La paciencia es una actitud que podemos cultivar. Cuando no estamos intentando llegar a ningún otro lugar, cuando vivimos en el ahora, la paciencia surge por sí sola.

Hemos olvidado cómo esperar. Nuestro mayor tesoro, es ser capaces de esperar el momento apropiado. Si observamos, toda la existencia espera el momento oportuno. Los árboles saben cuándo ha llegado el momento de florecer y cuándo es la época de dejar caer sus hojas y permanecer desnudos frente al firmamento, y son hermosos en esta desnudez, esperando el nuevo follaje, con la confianza en que lo viejo se ha marchado para dar paso a lo nuevo, el crecimiento de las nuevas hojas. En la primavera las semillas despiertan, la hierba comienza a crecer por sí misma, las flores se despliegan en todo su esplendor.…

Los humanos, nos olvidamos cómo esperar…lo queremos todo de prisa.

Paciencia es recordarnos que las cosas se despliegan a su propio ritmo.

No podemos acelerar el paso del día a la noche, ni el cambio de una estación a otra…… El vivir apurados, con prisa, no sólo no nos beneficia, sino que va instalando el estrés en nuestra vida, el sufrimiento en nosotros y en las personas que nos rodean.

Con la mente agitada por pensamientos, estresada por llegar… nos perdemos el valioso momento presente, convirtiéndolo en un medio para un fin, olvidándonos de vivir; ante esta situación, surge la alternativa de cultivar la paciencia.


Observemos: ¿qué hay debajo de la impaciencia?

En mayor o en menor grado, encontramos enfado, resistencia a que las cosas sean como son, la necesidad imperiosa de encontrar culpables por lo que acontece, a veces son los otros, otras veces, nos culpamos a nosotros mismos.

El actuar con paciencia, no significa que cuando es necesario ir un poco más de prisa, en ocasiones puntuales, no podamos hacerlo, pero con paciencia, presentes, moviéndonos con rapidez pero atentos, dándonos cuenta que hemos elegido hacerlo de esta manera, que no es un automatismo, una costumbre de ir de prisa, a veces sin motivos aparentes.

Es importante recordar que nada está separado ni aislado, que los acontecimientos ocurren por algo y una cosa está encadenada con otra, así que no se trata de ir por la vida buscando culpables, no es útil ni saludable.

Para cultivar la Paciencia, es muy importante aprender a ser compasivos con nosotros mismos y con el otro, sabiendo que cada quien actúa como puede según sus condicionamientos, con sus heridas internas, muchas veces inconscientes.

El cultivar la compasión, por comprensión, nos permite estar en paz y permanecer pacientes ante una provocación o un sufrimiento intenso.
El ser compasivo, es toda una educación, donde utilizamos esa energía del enfado para transmutarla en paciencia, compasión y armonía, nada fácil al principio; esto no significa que si es necesario enfadarse, porque nuestro discernimiento en ese momento así nos lo indica, no podamos hacerlo, pero luego, conviene mirar el enfado, entenderlo, quien sabe las múltiples razones ocultas o no que hay tras esa situación… todo nos sirve para crecer, después de todo se trata de comprender nuestro ego, sanarlo y trascenderlo, no dejándonos arrasar por sus impulsos y preferencias.

La cualidad de la paciencia, la podemos cultivar por medio de la meditación. Cada vez que meditamos, que nos tornamos conscientes del flujo de la respiración entrando y saliendo de nuestro cuerpo, cultivamos la paciencia, entramos en un estado de armonía interna. También durante las asanas del yoga, cada vez que permanecemos unos minutos en cada postura, respirando y observando las sensaciones corporales, sintiendo el cuerpo estirándose, observando el devenir de los pensamientos sin involucrarnos, estamos cultivando la paciencia. Podemos practicar esta cualidad en la vida diaria, ante cualquier situación que nos resulte estresante, respirar conscientemente para aquietarnos y aprender a despertar al “observador”, al testigo, tomando distancia interna de la situación para poder verla con más objetividad, aceptando las cosas como son.

Aun en los momentos dolorosos de nuestra vida, intentemos no dejarnos llevar por la ansiedad de que las cosas sean de otra manera a como son, intentemos buscar esta cualidad de la paciencia, aceptando los hechos, en definitiva, todo pasa, todo cambia, todo tiene un ritmo, nada permanece estable, en el nivel del ego.

A veces es necesario actuar, moverse, empujar, pero otras solo cabe esperar, aportar equilibrio al momento presente, al ahora, comprendiendo la sabiduría que se esconde en la paciencia, las cosas se desplegarán de acuerdo a este estado de paciencia alcanzado ahora.

Namasté

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lunes, 2 de marzo de 2020

Práctica de la Respiración Consciente


La práctica de la respiración consciente puede parecer simple, pero el efecto es grande. Al centrarnos en nuestra inspiración, liberamos el pasado, liberamos el futuro, liberamos nuestros proyectos. Habitamos la respiración con todo nuestro ser. Nuestra mente regresa a nuestro cuerpo y nos encontramos verdaderamente ahí, vivos, en el instante presente. Estamos en casa. Un solo aliento, inspiración y espiración, puede hacer que estemos plenamente presentes y vivos otra vez. 

La plena consciencia o atención plena es la energía que nos hace estar plenamente presentes, plenamente vivos en el aquí y el ahora. Si volvemos a casa y advertimos que nuestro cuerpo porta cierta tensión o dolor, la plena consciencia nos permitirá ser conscientes de ello.

La plena consciencia es aquello que nos permite volver a tomar contacto con lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo, en nuestros sentimientos, en nuestro pensamiento y también en nuestro entorno en el momento presente. Nos permite estar plenamente presentes en el aquí y el ahora, mente y cuerpo unidos, conocedores de lo que acontece en nuestro interior y a nuestro alrededor. 

Podemos tomar el té en plena consciencia, desayunar en plena consciencia y ducharnos en plena consciencia; todo ello pasa a convertirse en nuestra práctica espiritual y nos proporciona fuerza para controlar las muchas dificultades que surgen en nuestra vida cotidiana y en la sociedad. 

Dondequiera que estés, el mero hecho de ser consciente de tu cuerpo y del estado de relajación, tensión o dolor (o incluso de todos a la vez, en diferentes áreas) que estás experimentando, ya te permite cierta comprensión, cierto despertar, cierta conciencia: cierta iluminación. Y cuando sabes que en tu cuerpo hay alguna tensión o dolor, probablemente quieras hacer algo para aliviarlo. Al inspirar y espirar podemos decirnos a nosotros mismos: 

«Al inspirar, soy consciente de cierta tensión o dolor en mi cuerpo;
 al espirar, permito que la tensión y el dolor de mi cuerpo se liberen». 

Ésta es la práctica del mindfulness del cuerpo. 

No puedes decir: «Estoy muy ocupado, no tengo tiempo para la meditación». No. 
Al caminar de un edificio a otro, al desplazarte del aparcamiento a tu oficina, siempre puedes disfrutar de un paseo consciente, recrearte en cada uno de tus pasos. 

Cada paso que des sumergido en la plena consciencia o atención plena te ayudará a liberar la tensión de tu cuerpo, la tensión de tus sentimientos, y te traerá la curación, el gozo, la transformación. 



Práctica sencilla 

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Siéntate, procura que tu espalda y cuello tracen una línea recta, pero no rígida o tensa. Centra tu atención en la respiración mientras fluye primero dentro, y después fuera, de tu vientre y de tu pecho. 


Al inspirar, siento que mi aliento se adentra en mi vientre y en mi pecho. 

Al espirar, siento que mi aliento sale de mi vientre y de mi pecho. 

Al inspirar, soy consciente de todo mi cuerpo. 

Al espirar, sonrío a todo mi cuerpo. 

Al inspirar, soy consciente de algunos dolores y tensiones en mi cuerpo. 

Al espirar, libero todos los dolores y tensiones de mi cuerpo. 

Al inspirar, me siento bien. 

Al espirar, me siento ligero. 



Puedes practicar con esta estrofa muchas veces a lo largo del día, en el trabajo o en cualquier momento, para recuperar una sensación de amplitud, relajación y liviandad. 

Thich Nhat Hanh 

www.centroelim.org