domingo, 19 de enero de 2020

Diálogo interno y estrés



Diversos estudios científicos, han demostrado que un minuto entreteniéndonos en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas.


El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

Pero tenemos un valioso recurso contra la preocupación que es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

Se trata de sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente -no más razonable- llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

Tengamos en cuenta que siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el por qué, que el cómo.

Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.

Otro recurso es la palabra, es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal:

"Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".

Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales.

Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.

Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: La percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

Es el miedo el que nos impide salir de la zona de confort; tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.

Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay automatismos.

Es muy importante entrenar la mente.

Cambiar hábitos de pensamiento y entrenar tu integridad honrando tu propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.

Aprender a ver lo que hay y aceptarlo.

Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste, persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

"SEAMOS EL CAMBIO QUE QUEREMOS VER EN EL MUNDO”

Dr. Mario Puig




Yoga y Estrés


La palabra Estrés viene del latín, durante el siglo XVll significaba “adversidad” o “aflicción”, pero su significado etimológico cambió al final de siglo XVlll por el de “presión “ o “fuerza”.

El estrés está relacionado al esfuerzo y a la tensión psicofísica del ser humano, es una acumulación excesiva de energía que se concentra en tu cuerpo a través de la tensión y rigidez corporal.

Hay un tipo de estrés que es positivo, llamado eutress, y que nos anima a actuar, a tomar decisiones, pero cuando se sostiene en el tiempo, o cuando no se actúa después de movilizar la energía, se lo considera negativo y se lo llama distress.

Ambos producen unas reacciones fisiológicas similares: hay sudor en manos y pies, se acelera el ritmo cardíaco, sube la presión arterial, aumenta la tensión muscular (el cuerpo se prepara para “luchar o huir”), es un mecanismo primario que en principio está para protegernos ante una situación de peligro.

En el plano emocional, el eutress ayuda y es un motivo de lucha contra una situación adversa, mientras que en el distress, la persona se agobia e intenta huir de la situación adversa, incluso puede llegar a padecer una crisis de pánico.

Frente a una situación de estrés, nuestro organismo envía muchas señales, como el tener la sensación interna de estar en el límite y que la situación nos supera, el no dormir bien, no poder relajarnos, ansiedad, angustia, depresión, falta de ánimo, pánico, y constantemente querer huir, escapar de la situación.

El Yoga nos enseña en una situación de estrés, que el cambio debe ser interno, es necesario aprender a relajar el cuerpo y aquietar la mente, ansiedad y la tensión.


Para ello nos valemos de:

- Técnicas de respiración, es importante cambiar el ritmo respiratorio para cambiar a su vez el ritmo cardíaco, utilizando la respiración completa, pausada y lenta que nos lleve a la relajación, mayor oxigenación del organismo y una tranquilización del sistema nervioso.

Es importante recordar que el aire o prana nos conecta con la vida, de manera consciente, con nosotros mismos y con nuestra realidad presente.

- Las posturas (asanas) de Yoga, que nos permiten liberar la energía estancada, elongando la musculatura, reduciendo el nivel de tensión y las contracturas musculares.

- Técnicas de relajación guiada o inducida, y Meditación, para bajar la frecuencia cerebral.

El yoga nos enseña a vivir en el aquí y ahora, estando presentes, integrando cuerpo y mente. Nos ayuda a cambiar nuestra actitud interna, abandonando las prisas, y aprendiendo a tomarnos espacio y tiempo para nosotros mismos. Y al estar mejor con nosotros mismos, daremos lo mejor a las demás personas.

En yoga aprendemos que el estrés es una energía motivadora del ser humano, y que el verdadero problema es cuando somos controlados por esa energía.

El Yoga nos proporciona técnicas sencillas y que todos podemos practicar, nos ofrece una puerta de entrada hacia la relajación, la tranquilidad y la paz interior.

www.centroelim.org


La Presencia en el dolor


Tendemos a rechazar el dolor, huir de él y a buscar el placer…solemos temer al dolor y nos resistimos a él, intentando a toda costa eliminarlo, o distrayéndonos para no sentirlo, no nos han educado a escuchar el cuerpo, es mas, muchas tradiciones espirituales hasta pretenden negarlo, no darle importancia, cuando es por medio de nuestro cuerpo que podemos acceder a los mensajes que el alma tiene para nosotros, el síntoma es una guía preciosa, valiosa de que es lo que “no anda bien” en nuestro interior, un mensaje que si no logramos descifrarlo, a veces va a peor, originando un sin número de enfermedades ….


Nuestro comportamiento reactivo, nunca resuelve el dolor, el malestar. Echamos a correr en la dirección opuesta, alejando nuestra atención de la zona en que experimentamos el dolor, hacemos todo lo que está a nuestro alcance para aniquilar nuestra conciencia de esta experiencia con pastillas, alcohol, etc. Intentamos resistirnos a la experiencia y reprimirla mediante algún tipo de control y de sedación.
Pero este comportamiento reactivo, nunca resuelve el dolor, simplemente lo reprime y pospone para otro momento.
Inevitablemente el dolor o malestar reaparecerán posteriormente y seguirán intentando captar nuestra atención, o aparecerán bajo otro aspecto en cualquier otro lugar.

Podemos transformar el dolor, podemos escuchar sus mensajes, podemos aprender a escucharnos y buscar la coherencia entre lo que pienso, siento y hago.

A medida que crecemos y nos convertimos en adultos educados, “condicionados”, aprendemos a no escuchar, no le damos tiempo a nuestro organismo para que pueda procesar el dolor de una manera natural, al resistirnos al dolor o buscar erradicarlo sin más (lo cual no significa que no podamos tomar un medicamento, o alguna terapia para aliviarlo…), no le damos la oportunidad de transformarlo.
El dolor es un síntoma, una señal de alerta acerca de un fenómeno más profundo. Tenemos que tomar la decisión de enfrentarlo y escuchar lo que tiene para decir y enseñarnos.

Se trata de desaprender lo aprendido, de desandar lo andado, y aprender nuevas maneras de interactuar con el dolor, nuevas maneras de pensar, nuevos hábitos saludables, para recuperar la vivacidad, vitalidad, la salud.


Ejercicio para aprender a estar presente en el dolor:


* Busca una postura cómoda, puede ser sentado o tumbado, permítete sentir el dolor físico o emocional que está presente en ti en este preciso momento.

* Toma consciencia de tu diálogo interno, lo que te dice tu mente en este momento. Permite tus pensamientos, obsérvalos, no los juzgues, no los rechaces, observa cómo tu mente intenta evitar la incomodidad analizando, justificando, dándole un sentido.
Presta atención a tu cuerpo, a las sensaciones que percibes en él y a las emociones, así como son, sin analizarlas.

* Ubica en qué parte del cuerpo sientes la sensación, la emoción. Déja que suceda mientras observas los cambios que se van procesando en tu cuerpo, sólo permite y observa respirándolos, sin intentar controlar

* Podrás sentir diferentes sensaciones, que van variando, emociones que se intensifican para luego calmarse, permítete ese sentir, sólo observando y dejándote fluir con el proceso, confía en la inteligencia natural de tu cuerpo, toma consciencia que no eres esas sensaciones, emociones, sentimientos, eres el que observa ese ir y venir, permitiendo que tu cuerpo procese….

* Esto puede durar de unos pocos minutos a media hora o algo mas..
Pasado el proceso de entrar en contacto con tu cuerpo, tus emociones, etc. puedes descansar para integrar lo experimentado, puedes llevar un diario donde anotes las experiencias..


Para transformar el dolor físico/emocional, se requiere Presencia, atención y permitírselo. Así aprendemos a ser conscientes de los patrones de pensamiento, creencias profundas que alimentan los estados emocionales produciendo contracciones y dolores físicos.

Al estar presentes, mas rápido ocurre la transformación, mas información nos llega para poder autoconocernos y mas tomamos consciencia que somos mas que todos estos mecanismos que activan las emociones, vamos aprendiendo a salirnos de los condicionamientos, de la vergüenza, la autocondena, de los miedos…para conectar con lo que realmente somos, con nuestra esencia.


Toma consciencia:


 ¿Quién es el que experimenta lo que está siendo experimentado?

Intenta no perder la atención a las sensaciones del cuerpo, no tienes que cambiar nada, sólo observa….
Al hacerlo de esta manera, puedes utilizar la experiencia para conectar con la realidad, con tu Ser.




lunes, 6 de enero de 2020

Sentarse y Respirar (practica sencilla Mindfulness)

Resultado de imagen de meditar"

Algunas personas practican la meditación sentándose durante media hora, cuarenta y cinco minutos o un período de tiempo más largo. Aquí solo te pido que tomes asiento durante dos o tres minutos. 
Después de eso, si descubres que ese tipo de meditación es demasiado agradable como para parar, puedes seguir tanto como quieras. Si tienes un altar en casa, siéntate cerca de él. 

Si no es así, hazlo en un lugar apropiado, por ejemplo, frente a una ventana que dé al exterior. Siéntate en un cojín con las piernas cómodamente cruzadas ante ti y las rodillas descansando en el suelo; se trata de una posición muy estable con tres puntos de apoyo (el asiento en el cojín y las dos rodillas). 
Firmemente asentado, relajado, puedes permanecer así un rato largo sin que se te entumezcan las piernas.

 Tal vez quieras probar con cojines de diferente grosor y anchura hasta encontrar el que mejor se ajuste a tu cuerpo. Si así lo deseas, quema una varilla de incienso para propiciar una atmósfera sagrada. 

Sostén el incienso en las manos con serenidad y concentra todo tu ser en encenderlo y colocarlo en el incensario. Quema el incienso inmerso en la concentración y la plena consciencia. 
Todo tu ser está ahí, plenamente presente, mientras prendes el incienso.

 Cuando te sientes, procura que tu espalda y cuello tracen una línea recta, pero no rígida o tensa.


                        Resultado de imagen de meditar inciensos"

 Centra tu atención en la respiración mientras fluye primero dentro, y después fuera, de tu vientre y de tu pecho. 


 Al inspirar, siento que mi aliento se adentra en mi vientre y en mi pecho. 
Al espirar, siento que mi aliento sale de mi vientre y de mi pecho. 

Al inspirar, soy consciente de todo mi cuerpo. 
Al espirar, sonrío a todo mi cuerpo. 

Al inspirar, soy consciente de algunos dolores y tensiones en mi cuerpo. 
Al espirar, libero todos los dolores y tensiones de mi cuerpo. 

Al inspirar, me siento bien. 
Al espirar, me siento ligero. 


Puedes practicar con esta estrofa muchas veces a lo largo del día, en el trabajo o en cualquier momento, para recuperar una sensación de amplitud, relajación y liviandad.

Thich Nhat Hanh