viernes, 9 de diciembre de 2022

Autocrítica: el diálogo interno tóxico

 

A veces el diálogo que establecemos con nosotros mismos no es muy respetuoso o tolerante. Ej.:“¿Cómo se te ha ocurrido hacer esto?”. “Eres tonto”. “No vas a llegar nunca a nada”. “¿Cómo te va a querer con ese cuerpo que tienes?”. “Eres un bocazas”…

“En los diálogos interiores puede predominar el miedo, la desconfianza, el maltrato, la pelea… o pueden transcurrir en una atmósfera emocional de comprensión, solidaridad, respaldo, asistencia, etc.” Norberto Levi

El sufrimiento o la salud mental dependerán en gran parte de la calidad de nuestros diálogos internos. Sentir rechazo de alguna parte de nosotros mismos, no es el problema. 
El problema está en el cómo nos rechazamos. Ej. después de haber desvelado por descuido el secreto de un amigo delante de otros, no es lo mismo decirnos a nosotros mismos: “eres un impulsivo insensato, no vas a cambiar nunca, eres odioso, te quedarás sin amigos”, que decirse: “qué metedura de pata, le pediré perdón a esta persona e intentaré no hablar tan impulsivamente la próxima vez”.

En el primer caso, nuestro diálogo está basado en el desprecio, en la incomprensión y en la autoexigencia.

En el segundo caso, existe un reconocimiento de nuestro error, pero también una intensión de perdonarse, comprenderse y reparar el daño.

A esta voz que nos perdona, la llama Norberto Levi: el asistente interior, que “está hecho de las memorias de las relaciones de amor, cuidado y respeto que cada uno alberga y que han sido vividas en algún momento de su historia, tanto personal como transpersonal. Cuanto más fuertes las memorias personales y transpersonales de vínculos de amor, mas facilitado es su acceso, pero todos, en mayor o menor medida, contamos con la capacidad potencial de producirlo y convocarlo.”

Por ello, es importante establecer con los hijos un diálogo respetuoso, porque será más fácil que su diálogo personal futuro, se construya con los cimientos de la comprensión y la tolerancia hacia sí mismos y hacia los demás.

La finalidad de este ejercicio es aceptar nuestras emociones, integrarlas en nuestra personalidad e intentar gestionarlas respetuosamente, para que no influyan negativamente en nuestro autoconcepto y de forma más amplia, en nuestras vidas.


Ejercicio:

Realiza un poema cuyo primer verso comience con: Me perdono.

A continuación, cada verso hablará de aquellos momentos en los que nos gustaría haber actuado de otra manera. Sirve para aprender a querernos a pesar de todo, y a transformar la culpa que tortura, en el aliado que repara.

Puede quedar así:

Me perdono

cuando he metido la pata

cuando se me ha olvidado dar las gracias

cuando digo que sí, queriendo decir no

cuando digo no, queriendo decir sí

cuando se me olvida algo importante

cuando miro hacia otro lado

cuando me vence la pereza

cuando me rompo un sueño

cuando descubro mis limitaciones

cuando no he sabido defenderme

cuando no he escuchado lo suficiente

cuando me dejo llevar por un imposible

cuando he dicho algo indebido

cuando he dañado sin querer…



Variante de este ejercicio:

Escribir un diálogo con esa parte de nosotros mismos que rechazamos, tratando de comprender porque actúa de esa forma, sin reproches, insultos o quejas, sino mirándola por el lado de la comprensión.

Ej. si nos sentimos mal con nosotros mismos porque no somos capaces de superar la vergüenza de hablar en público, habrá que realizar un diálogo con esa parte vergonzosa, en el que habrá que preguntarle ¿por qué se siente así?, ¿cómo quiere ser tratada? y ¿cómo cree que podrá superarlo?.

La parte que siente vergüenza, deberá expresar lo que necesite, sin temor a ser rechazada.


Quieres aprender mas?





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