jueves, 5 de septiembre de 2019

Emociones- Atención Plena

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¿Que es la emoción? 

Es un proceso, un tipo particular de valoración automática influida por nuestro pasado evolutivo y personal, en el que sentimos que está ocurriendo algo importante para nuestro bienestar y una serie de cambios fisiológicos y conductas emocionales que comienza a lidiar con una situación (Paul Ekman- Profesos psicología universidad de California en San Francisco) 

Las emociones evolucionaron como parte de nuestros mecanismos de supervivencia, a este proceso Ekman lo denomina “valoración automática”, se incorporó en nuestra fisiología permitiéndonos huir o quedándonos quietos al sentir miedo, remover obstáculos cuando sentimos ira o buscar contención emocional cuando estamos tristes. Por ello es difícil cambiar aquello que dispara nuestras emociones, ya que estas fueron diseñadas para que se produjeran sin pensar: para empujarnos a la acción y la seguridad sin detenernos en el análisis. 

Así nuestros mecanismos de valoración automática, están constantemente escaneando nuestra experiencia para ver si existe alguna amenaza oculta para nuestro bienestar o alguna oportunidad de la que nos podamos beneficiar. 

Cuando reaccionan lo hacen sin nuestro consentimiento, y muchas veces sin que seamos conscientes de ello. Entender esto, es un gran alivio. Se te ha dado un sistema nervioso que ha evolucionado a lo largo de miles de generaciones de maneras que tu no decidiste. Cuando vienes a darte cuenta que posees una mente y un cerebro, ya están dispuestas las reglas básicas de su funcionamiento. 

Los sucesos que dan origen a estas valoraciones automáticas a veces son universales, y a veces personales. 

Casi todos sentimos miedo ante un coche que se nos echa encima; en cambio a unas personas les asustan bajar por senderos empinados y a otras les encanta. A unas personas les dan miedo las arañas, las alturas, etc. y a otras no. 

Estos desencadenantes personales pueden tener su origen en la niñez y se pueden llevar de manera inconsciente hasta la adultez. 

Gran parte de la psicoterapia se dedica a explorar estos guiones importados del pasado. 

Las emociones también pueden ser desencadenadas por mecanismos distintos a las valoraciones automáticas. Recordar, hablar o imaginar una escena emocional del pasado o pensar en escenarios futuros, puede dar origen a ellas. Observar las emociones de otra persona (aunque sea en un televisor o cine) puede generar una reacción emocional. 

Las emociones se pueden evocar mediante la instrucción y mediante la representación voluntaria de sucesos emocionales, como se hace en el teatro. También se los pueden despertar cuando somos testigos de la violación de alguna norma (como tirar papeles en el suelo, hablar por el móvil en un concierto, etc.) 

Cualquiera que sea el tipo de desencadenante, las respuestas pueden ser funcionales o disfuncionales. 

Cuando nos apartamos automáticamente del coche que se nos echa encima, la reacción de miedo es funcional. Si tenemos miedo de salir de casa por algo terrible que nos pasaría, el miedo aquí es disfuncional, y puede venir de un trauma del pasado. Si estos temores importados del pasado, tienen que ver con temas universales, tienden a estar más arraigados y a ser más difíciles de modificar. El tema universal de la tristeza, es la perdida; el de la ira, la obstaculización de nuestros objetivos; del miedo, el daño físico o de otra índole. 

Una idea que puede proporcionarnos alivio en situaciones difíciles y que también funciona con las emociones es: “esto también pasara”. 

Las emociones suelen ser rápidas, y a pesar de las diferencias individuales, se distinguen de otros aspectos de la vida emocional por su tendencia a aparecer y desaparecer con rapidez. 

Las emociones pueden durar segundos o minutos, en cambio los estados de ánimo, se pueden prolongar durante horas y días, además, pueden durar los rasgos y persistir toda la vida. 

Tanto los estados de ánimo, como los rasgos, aumentan nuestra propensión a experimentar emociones relacionadas con ellos. Ej. Si estas irritable, es más probable que tengas momentos de ira. Si eres de temperamento melancólico, experimentaras más momentos de tristeza. 

Las emociones son fundamentales para las experiencias de los seres sintientes (humanos y animales), aunque a veces nos abrumen, la vida sin emociones sería muy insulsa y aburrida. Necesitamos las emociones para orientar nuestras acciones, organizar nuestras prioridades y centrar nuestras fuerzas en direcciones significativas. Las emociones nos ponen en movimiento (e: fuer, moveré: mover). 

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Las emociones crean realidades 

Para entender como nos ayudan las emociones a movernos por el mundo, el psicólogo Paul Gilbert, dice que los humanos tenemos tres tipos de sistemas de regulación emocional, una serie de funciones básicas que aparecieron en nuestro proceso evolutivo como especie para proporcionarnos información relevante momento a momento sobre el entorno y para poner en marcha estrategias motivacionales específicas. 

Estos tres sistemas son: 

  - El sistema de amenaza y protección; 

  - el sistema de impulso, búsqueda de recursos y excitación; 

  - y el sistema de calma y afiliación, alivio y seguridad. 


El sistema de amenaza, está dirigido a percibir los peligros potenciales del entorno y provoca emociones como la ansiedad, la ira, la indignación y el asco. Es el sistema responsable de impulsar la acción rápida para asegurar la supervivencia. La excitación del cuerpo asociada a estas emociones, genera la alerta necesaria para que te dispone a actuar de inmediato. Ej. Cuando se aproxima un coche de golpe y ante el peligro inminente te dispones a la acción. 

Este sistema te alerta del peligro: “corre, lucha o haz como que estás muerto”, esto resuena con el concepto de valoraciones automáticas de P. Ekman. 


El sistema de impulso, regula las emociones y motivaciones relacionadas con la búsqueda de recursos importantes del entorno, entre ellos la comida, las oportunidades sexuales, alianzas, sitios donde asentarse, y territorios. Es un sistema de deseos que empuja a los humanos hacia objetivos y recompensas importantes mediante la hiperactivación y los sentimientos positivos como la excitación y el placer. 

Nos empuja a buscar satisfacción de deseos y necesidades materiales e inmateriales, incluidos los relacionados con el mantenimiento de la autoestima, como la búsqueda de estatus y la competitividad. 

Se activa por ej. Cuando nos están por ascender en un trabajo. Cuando quedas por primera vez con alguien que te gusta…, etc., es el sistema que nos dice: a que esperas, ve y consíguelo, no va a estar ahí para siempre. 


El sistema de calma y afiliación, relacionado con las cualidades emocionales de la alegría, el sentirnos contentos y seguros, lo cual no solo implica ausencia de riesgo, sino también el surgimiento de emociones agradables y apacibles y sus sensación de bienestar. 

Se activa cuando estamos con personas con quienes nos sentimos vinculados emocionalmente, en sintonía y seguro, en especial con amigos y familiares. También se pone en marcha cuando realizamos prácticas de Mindfulness y prácticas del corazón, como meditaciones de amor, amabilidad y de compasión. Esto implica que el construir relaciones positivas y seguras con los demás y con nosotros mismos hace que nos sintamos en calma, seguros y contentos. 

Su activación ayuda a regular el funcionamiento de los sistemas de amenaza y de impulso. Este sistema dice: relájate, disfruta y conecta. Todo está básicamente bien. 

Desde la infancia, en especial cuando existe una sana relación entre el cuidador y el niño (al igual que como todos los mamíferos), descubrimos que se puede acceder a la seguridad y a la alegría, mediante la activación de este sistema de calma y afiliación, que puede regular la ansiedad, el miedo y la ira. Cuando esto ocurre, la oxitocina (hormona de la vinculación afectiva y la conexión), genera en el cuerpo y la mente, sentimientos de confianza, de afiliación, de tranquilidad en las relaciones. 

También disminuye la sensibilidad a los peligros en los circuitos del miedo en la amígdala (la pequeña pero potente alarma cerebral contra el peligro) 

Hasta más o menos los pasados años 70, lo habitual era pensar que el sistema nervioso era inmutable a lo largo de la vida adulta, que las funciones cerebrales se mantenían constantes y que era imposible que se desarrollaran neuronas nuevas después de la infancia. Si nacías con una actitud de quien ve “la botella medio vacía”, estabas condenado a esta manera de ver. 

Las neurociencias lo han cambiado todo con el concepto de neuroplasticidad, la idea de que en realidad, el cerebro humano es flexible y cambia a través de la experiencia. O sea que aunque existan reglas fijas sobre lo que la mente y el cuerpo puedan hacer (de ahí que no sea “tu culpa”), también es verdad que no estamos ni biológica, ni psicológicamente determinados, y que existe un espacio real de libertad para responder en vez de reaccionar que se puede cultivar mediante la observación consciente y la práctica del Mindfulness. 

De forma consciente o inconsciente, estamos constantemente entrenando la mente y el cerebro para que respondan ante las circunstancias de diferentes formas. 

En virtud de la repetición, nuestras reacciones se cristalizan en patrones emocionales y senderos neuronales, los cuales, a su vez, influyen en como percibimos la realidad. Así ocurre en especial cuando nos domina una emoción intensa, una situación a la que se denomina el período refractario (P. Ekman), un espacio de tiempo en el que solo somos capaces de asimilar información y evocar recuerdos que confirmen, mantengan o justifiquen la emoción que estamos sintiendo. 

Este mismo mecanismo que dirige y centra nuestra atención también puede limitar nuestra capacidad de adquirir información nueva y acceder a conocimientos ya almacenados que no coinciden con la emoción actual. 

Todos nos olvidamos de elementos o datos históricos evidentes cuando nos ciega una emoción fuerte. 

Como dice Maslow: supongo que si la única herramienta que tienes es un martillo, trataras todas las cosas como si fuesen clavos. 

Cultivar la Plena Conciencia, te ayuda a cambiar gradualmente la forma de relacionarte con las experiencias, dándole amplitud y apertura a cualquier cosa que estés viviendo, lo cual no significa que desaparezcan las emociones difíciles de nuestra vida. 

Las emociones agradables y desagradables no son más que hechos en la vida y no estamos aquí para desvincularnos de ningún aspecto de nuestra existencia. 
Cullen/Brito