Las creencias emocionales que tenemos profundamente arraigadas consiguen socavar nuestro pensamiento racional y conceptual. Con frecuencia, un primer paso crucial para vencer las resistencias emocionales, consiste en concentrarnos en nuestra propia conciencia emocional y aceptar lo que sentimos sin prejuzgarlo, lo cual nos abre el corazón para que la inteligencia intuitiva del corazón permita que se nos abra interiormente una visión más amplia y nos sane tanto a nivel mental como emocional.
Para que siga avanzando la conciencia humana, tanto a nivel individual como colectivo, es crucial que desarrollemos la capacidad de gestionar las emociones, no reprimiéndolas sino permitiéndoles que se transformen en sentimientos y percepciones de mayor calidad.
Observando la historia, una mala gestión de las emociones nos lleva a reproches, odio y represalias, lo que genera interminables círculos viciosos de sufrimiento en nuestro planeta.
Cuando aprendemos a escuchar más atentamente a nuestra intuición y la sabiduría de nuestro corazón, se desarrolla el poder de transformar los pensamientos y las emociones en percepciones nuevas, lo cual nos capacita aún más para escoger que tipo de reacción emocional queremos en ligar que nos asalte un modo reactivo de forma automática.
Podemos aprender qué emociones y actitudes nos agotan y reemplazarlas por otras que sean regenerativas y nos aporten perspectivas más ilustradas.
Esta habilidad es una de los principales beneficios que nos permiten acceder a la inteligencia del corazón.
Ser capaz de discernir entre las pautas que nos ofrece el corazón y las creencias mentales y emocionales que suelen condicionar nuestros pensamientos puede ser todo un reto.
Con la práctica podemos aprender a percibir que el tono o la cualidad de la intuición del corazón son distintos de la de los pensamientos conceptuales o de los deseos y las creencias emocionales.
Es fácil confundir la intuición del corazón con una sensación emocional y dejarnos cautivar por ella, por ej. cosquilleo en el estómago y que se acelerara el corazón ante una cita y que luego sale mal.
La atracción no siempre viene del corazón. El corazón suele susurrarnos con un sentido común sosegado.
Acostumbra a ser el corazón quien nos dice: no se si aceptar ese trabajo a pesar del salario tan alto que me ofrecen… pero entonces la mente dice: acéptalo porque por lo general nos tira más el dinero que el corazón, hasta que conseguimos desarrollar por completo nuestra capacidad de discernimiento.
La mente tiende a racionalizar nuestros deseos y reacciones. Cuando consigo controlar las opiniones y reacciones de la mente, me siento justificada al sentirme enfadada. Pero el corazón es distinto, más tierno y más sencillo. Para hacerle caso al corazón, hay que ser valiente.
Puede que el corazón te diga: no le des importancia a eso o déjalo, pero por otro lado, entra el miedo de que alguien se salga con la suya o que alguien en concreto te machaque vivo. Pero cuando uno es suficientemente valiente como para hacer lo que le dice el corazón, se siente mejor y es como si las cosas salieran también mejor.
Ejemplos de cómo distinguir cuando nos habla la cabeza o el corazón:
- En el coche a una hora punta.
La cabeza: ¿Qué horror de trafico! ¿es ese estúpido que nos está frenando a todos!, cuando van a ensanchar la carretera? Hay que ver esta que me ha cortado el paso!
El corazón: los coches se moverán cuando puedan. No ganas nada poniéndote de mal humor y malgastando la energía. Pon la radio y escucha un poco de música.
- En el trabajo.
La cabeza: pero quien se cree que es esta?, pero que injusticia que le den a él los mejores proyectos, y a mi me dejen los restos! Que rabia me da!
Corazón: sé que lo está pasando mal y que quiere hacerse notar, pero tengo que mantenerme en calma, no dejarme atrapar con algo que no va conmigo y no meter más cizaña. Quizá soy yo quien tiene que cambiar de actitud. Creo que la voy a invitar a comer.
Es aprender a observar esas dos voces, de la mente y del corazón, y sintonizar con la del corazón, cambiando de actitud y buscando las respuestas que mejor se adapten a la situación en su totalidad. Así la mente se vuelve más razonable.
La inteligencia del corazón aporta una visión más global que te permite decidir qué es lo mejor para ti pero en armonía con los demás.
La mejor manera de mantenerte equilibrado emocionalmente es practicar la autocompasión, el cariño y la amabilidad. Cuando practicas esto, se obtienen revelaciones intuitivas con frecuencia y se facilita obtener respuestas en el interior. Esto tiene que ver con las prácticas de Mindfulness.
John Kabat-Zinn dice:
la conciencia podríamos compararla con un campo de inteligencia compasiva que se localiza en el corazón, lo asimila todo y constituye una fuente de paz en medio de la confusión, de la misma forma que una madre representa un fuente de paz, compasión y perspectiva cuando su hijo se enfada, porque sabe que eso se le pasara a su hijo, cualquiera sea la causa de su enfado y por eso, ella le aporta bienestar, seguridad y paz desde su propia existencia.
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