domingo, 28 de abril de 2019

Nuestra mente y nuestro cerebro "conversan" permanentemente con el cuerpo

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Es importante conocer nuestra mente, pues de ahí surgen nuestras limitaciones. Nuestra mente y nuestro cerebro “conversan” permanentemente con nuestro cuerpo, esta conversación es la que estudia la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI).

La PNIE, se refiere al estudio de las interacciones entre los procesos de adaptación de conducta, neuronales, neuroendocrinos y los inmunológicos.

Su premisa principal es que la homeóstasis (equilibrio) es un proceso integrado que involucra las interacciones entre los sistemas nerviosos, endocrino e inmune.

Toda esta extraordinaria maquinaria neuro-inmuno-endocrinológica, está permanentemente a nuestras órdenes y cada uno de nosotros, de manera consciente o no, la estamos movilizando segundo a segundo.

El cerebro es el que coordina y envía sus órdenes a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y pone en marcha la secreción de una serie de hormonas que alcanzan los linfocitos que, en última instancia, son los que transmiten las órdenes. Y también, a través del sistema nervioso autónomo, simpático y parasimpático, al que el sistema inmunitario presta especial atención y escucha en cada momento.

Nuestros pensamientos, actitudes y creencias, crean las condiciones de nuestro cuerpo a través de los sistemas de control homeostático de nuestro organismo: sistemas nervioso, endócrino e inmunitario.

El estado emocional filtra y modula la percepción para que los estímulos ambientales, los factores psicosociales, los estresores que vivimos y en general todo aquello que nos importa, produzcan un determinado tipo de impacto sobre el cerebro.

Este utiliza por un lado el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, y por el otro el sistema nervioso vegetativo, para comunicarse con el sistema inmunitario.

Los intermediarios son las moléculas de información (como las llamo Candace Pert) que corresponden a cada uno de estos sistemas: las hormonas del sistema endócrino, los neurotransmisores del sistema nervioso y las linfocinas del sistema inmunitario.

En sentido inverso también funciona, ya que la comunicación es bidireccional: el sistema inmunitario recoge información periférica de estresores infecciosos o inflamatorios radicados en cualquier órgano o tejido del cuerpo, y a través de la secreción de linfocinas informa lo que ocurre en el cerebro, el cual con la información adecuada, pone en marcha las correspondientes estrategias de comportamiento.

O sea que los efectos del comportamiento están mediados por las linfocinas del sistema inmunitario, ya sea el estresor infeccioso-inflamatorio (en el sentido sistema inmunitario-sistema nervioso) o bien ambiental-psicológico (en el sentido sistema nervioso-sistema inmunitario) en ambos casos, el sistema de respuesta es común.

El sistema nervioso modula el sistema inmunitario y viceversa: el sistema inmunitario informa al sistema nervioso.

Esa conversación nunca cesa ni siquiera cuando dormimos y menos aun cuando nos quedamos con poca energía, en estos casos es cuando nuestro sistema inmunitario se apodera de ella totalmente, justo cuando más la necesita para desempeñar su trabajo en esos momentos de enfermedad o depresión.

El sistema inmune se pasa el tiempo escuchando nuestros monólogos y su respuesta está condicionada por los pensamientos.


De ahí la importancia de un proceso terapéutico donde puedas conocer el sistema de creencias que hace que vivas de la manera que lo haces,  y poder elegir cambiar las creencias limitantes,  investigando la programación de la niñez  y aprendiendo a gestionar el mundo emocional,  desarrollando una inteligencia emocional que es tan importante para tu calidad de vida y de las relaciones.

No es necesario llegar a estar enfermo para hacer estos cambios internos y mejorar la calidad de vida.


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Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
  (Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
Especialista en Bioneuroemoción
  (Instituto Español de Bioneuroemoción)
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
  (Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
  (Transpersonal Anatheóresis Madrid)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
  (IPPNIM)


www.centroelim.org        Telf.      653-936-074


Los pensamientos y el Mindfulness (Atención Plena).


En la psicología budista, la mente es considerada como un sexto sentido, junto a los cinco sentidos habituales (vista, oído, olfato, gusto y tacto). Así como el ojo percibe, formas, colores, luces, el oído toda clase de sonidos, la nariz percibe todos los olores, la mente percibe todo tipo de pensamientos, grandes y pequeños, hermosos y feos, interesantes y aburridos, sabios y ridículos, etc., la mayoría de personas no se identifican con los colores y formas que ven, ni con las texturas que tocan… pero los pensamientos, como objeto de la mente, son un poco distintos, y al ser inmateriales e internos, somos más propensos a confundirlos con quienes somos.

Los pensamientos de autoevaluación son seductores y convincentes. Aparecen en la mente como verdad absoluta, ej: no sirvo para nada, no soy digno que me quieran, he defraudado a mi madre, etc. enseguida solemos quedar atrapados en ellos, como si fueran verdades (se basan en nuestra creencias adoptadas principalmente en la infancia...), aunque esto no les sucede a todas las persona, muchos tienen la tendencia arraigada de desestimar las fantasías y otros pensamientos como creaciones de la mente y en cambio toman cualquier juicio sobre si mismo como una verdad absoluta.

Por ello, el reconocer que los pensamientos no son la realidad, puede brindarnos una gran paz emocional.

El problema es cuando no somos conscientes de nuestros pensamientos y nos entregamos a ellos que dan lugar a juicios negativos, miedos, autocriticas, ira, preocupación, suspicacia, desconfianza y otras emociones que nos quitan la paz y el equilibrio emocional.

Al practicar mindfulness nos vamos haciendo cada vez más conscientes de los pensamientos, pudiendo desidentificarnos de ellos.

Se trata de tener conciencia que se está pensando, cuando se está pensando.

No se trata de dejar la mente en blanco como se dice por ahí…

Meditar no es pensar, pero no pensar tampoco es meditar, meditar es llevar la conciencia al proceso del pensar y a los pensamientos como objetos de la mente.
La meditación consiste en mantener la conciencia clara del proceso del pensamiento, lo que nos permite percibir los pensamientos como lo que realmente son (eventos mentales) en vez de tomarlos como algo real y sólido. 
Al reconocer que el pensamiento es un pensamiento, empezamos a ver su transparencia, su fluidez y su relatividad, creando más espacio en la mente cuando dejamos de engancharnos con ellos o de perdernos en ellos, recuperando el poder que, sin darnos cuenta le habíamos cedido y encontrándonos en una mejor disposición para prevenir o remediar el desequilibrio emocional.

Con el tiempo, el volumen y la intensidad de los pensamientos, disminuye, generando más espacio y energía para la comprensión y la creatividad, haciendo que disminuya el estancamiento en emociones difíciles (que se alimentan de pensamientos) y podrás recuperarte más rápidamente cuando estés atrapado en la confusión emocional.

La conciencia de los pensamientos, o sea ser testigos de ellos sin identificarnos con ellos, nos abre la puerta a formas alternativas de interpretar cualquier situación, reduciendo así los patrones reactivos de apego, aversión y evitación.

Aunque a primera vista pueda parecer difícil, extraño e incluso irrelevante, es posible aprender a reconocer un pensamiento como lo que es: un pensamiento. La capacidad que permite este aprendizaje, se llama conciencia.

La relación entre la conciencia y los pensamientos, es similar a la relación entre el cielo y las nubes, al meditar nos comenzamos a identificar con la conciencia (el cielo) y cultivamos la capacidad de reconocer los pensamientos (las nubes) como fenómenos transitorios y relativos.

Notar la respiración, percibir como la mente se dispersa y traerla de nuevo  con amabilidad, son componentes importantes para el entrenamiento de la atención.