La mayor parte de las personas vivimos de manera habitual con una enorme tensión mental. Esta tensión mental se manifiesta como ansiedad, angustia y distintos tipos de bloqueos, reduciendo drásticamente la capacidad de pensar con claridad, tomar decisiones y aprender. Sabemos que la causa de ello es la activación, a través del pensamiento, del sistema de alarma del cuerpo o sistema nervioso simpático.
Uno de los hallazgos más interesantes que han ocurrido en el mundo de la medicina en relación con la meditación mindfulness es que, al pararse ese ruido incesante causado por la hiperactividad del sistema nervioso simpático, el cuerpo responde de manera muy favorable.
Lo primero que se aprecia es una relajación de la musculatura y una progresiva normalización del funcionamiento del aparato digestivo.
La tensión arterial se reduce y bajan los niveles de colesterol.
El metabolismo, que refleja el consumo energético del organismo, se reduce, con lo cual la persona experimenta un aumento en su energía y vitalidad, ya que la energía ya no se está gastando en procesos tan poco productivos.
El corazón también se beneficia, al tener que trabajar con menos resistencia, y eso reduce sus necesidades de oxígeno.
Además, hay una mejoría significativa del sistema inmunitario o de defensa del organismo, sobre todo en lo que se refiere a los linfocitos NK y CD4.
Esto se traduce en una reducción de la posibilidad de desarrollar un proceso infeccioso o tumoral.
Es curioso cómo los estudios de neuroimagen que utilizan resonancia funcional magnética muestran que las personas que se han entrenado en meditación tienen un aumento de grosor en la corteza prefrontal izquierda.
Recordemos que esta área no sólo tiene mucho impacto en el despliegue de la actividad del sistema nervioso de recuperación o parasimpático, sino que, además, es clave a la hora de experimentar emociones positivas como la alegría, el entusiasmo o la serenidad.
Ésta es una de las razones por las cuales el estudio y la práctica de la meditación mindfulness va abriéndose cada vez más camino en una sociedad que soporta niveles de tensión tan elevados y que se manifiesta en el continuo aumento de la ansiedad y de su hija, la depresión. Ambas no sólo afectan a la productividad, sino que también generan insomnio y aumentan enormemente la facilidad para padecer un accidente de circulación.
1- «Uno de los sistemas más eficaces para mantener la atención centrada en el aquí y ahora es […] fijarnos en los movimientos de la respiración, ya que la respiración tiene lugar en el presente.»
Dado que los pensamientos perturbadores no pueden existir si no se les presta atención, la clave de todo es volver a ganar el dominio, el control de nuestra atención. Esta meditación, además, es una invitación a mantenernos presentes en el aquí y ahora, sin dejar que nuestra mente viaje ni al pasado ni al futuro.
2- Otro de los elementos esenciales a tener en cuenta es nuestra reacción frente a las distracciones. Cuando de repente nos damos cuenta de que ya no estamos prestando atención a nuestra respiración, sino que hemos quedando literalmente envueltos en un pensamiento o una emoción, la clave es no enfadarse en absoluto, sino con suavidad y a la vez con firmeza, llevar la atención de nuevo a la respiración.
Sería algo así como llevar a un cachorrillo que estamos adiestrando de nuevo a nuestro lado, una vez que se ha ido a olisquear una flor. Éste es un punto esencial, ya que no se puede experimentar la meditación si no se abandona esta tendencia a sentirse mal o culpable cada vez que uno se ha distraído.
3- El siguiente elemento, y tal vez el más complejo, es qué hacer cuando una emoción es tan intensa o un pensamiento es tan insistente que sentimos que es imposible no quedar envueltos en ellos. Por más que lo intentamos, sólo conseguimos volver a prestar nuestra atención a la respiración durante unos segundos, para volver a quedar nuevamente envueltos en el mismo pensamiento o emoción.
En este caso, lo que hay que hacer es simplemente prestar atención a las sensaciones corporales que produce tal pensamiento o emoción. También es muy útil poner un nombre a lo que estamos experimentando; podemos así decir «tristeza», «miedo» o «ansiedad».
La clave aquí no es resistirse, ya que el empleo de la fuerza o la voluntad es contraproducente. Lo que necesitamos para salir de esta situación es dejarnos envolver por ella, como se dejaría envolver alguien por un paisaje extraordinario.
No rechace el pensamiento o la emoción como malos o indeseables; experiméntelos completamente sin juzgarlos, conviértase en un explorador que intenta localizar la raíz profunda de lo que está experimentando. Poco a poco, el pensamiento o la emoción o se disuelven o le revelan algo de gran valor y que permanecía previamente oculto.
En el espacio de la meditación mindfulness no hay lugar para catalogar los pensamientos o las emociones como buenos o malos, deseables o indeseables, ya que hay una suspensión completa del juicio.
En el espacio de la meditación mindfulness lo que existe es una actitud de exploración, que muestra el mismo interés analizando un jardín exuberante que un árido desierto. Esta actitud es fundamental y se opone directamente a la manera en la que funciona habitualmente nuestra mente, que enseguida se apega a lo que le gusta y se resiste y rechaza aquello que le disgusta.
La meditación mindfulness es uno de los caminos más interesantes para acceder a ese espacio mágico que es nuestra esencia, trascendiendo los límites que marca nuestra propia identidad. Con su práctica, no se busca un entendimiento racional, una comprensión intelectual de lo que ocurre, sino vivir una experiencia, la de abrirse a las posibilidades y al potencial que existen dentro de nosotros. Por eso, cualquier actitud de esforzarse para lograr o experimentar algo es muy contraproducente.
La meditación mindfulness nos invita a soltar nuestra tendencia a controlarlo todo y a querer entender intelectualmente cada cosa que sucede.
Es una invitación a confiar y a dejarnos llevar por una sabiduría que desafía cualquier comprensión por parte de nuestra estrecha y ciega identidad. La meditación mindfulness es un camino hacia la expansión personal, el crecimiento y la evolución personal. Es un camino que nos lleva de lo razonable a lo posible.
Dr. Mario Puig
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