De la mente a la célula
(Resumen artículo Manolete S. Moscoso
University of South Florida/Health - 02 de octubre de 2009)
Desde la época de Galeno, ya se sabe que las emociones afectan la salud, sin embargo, la medicina convencional sigue tratando la mente y el cuerpo separados e independientes, como si uno no afectara al otro.
El nuevo modelo medico Biopsicosocial propuesto por Engel, 1977 dice que el ser humano está compuesto de factores biológicos, psicológicos y sociales y su comportamiento puede mejorar o perjudicar su calidad de vida.
Debido a las conexiones mente-cuerpo que estudia la PNEI, sabemos que una situación estresante que altere el funcionamiento de uno de los sistemas, afecta a los demás sistemas. El éxito terapéutico requiere del entendimiento de las interconexiones de la mente, sistema nervioso, endocrino e inmune, como así también de una relación médico-paciente empática, afectiva, esto de por si, potencia cualquier tratamiento.
En este nuevo paradigma biopsicosocial, no existe división entre la mente y el cuerpo. Nuestra manera de pensar, creencias, y sentimientos se traducen en actividad bioquímica en las células nerviosas del cerebro, y esto se expresa en los sistemas endocrino e inmune, aumentando o deteriorando la salud de la persona. Hoy en día, la ciencia demuestra que al modificar nuestros pensamientos estamos modificando nuestra biología.
Cada vez más universidades investigan y aplican programas de interacción cuerpo-mente, entre ellas la universidad de Harvard, Columbia, UCLA, UC San Francisco, Pittsburgh, Stanford, Arizona, Miami, South Florida (USF).
Distintos programas han sido implementados para prevenir, mejorar y revertir enfermedades cardíacas, diabetes II y cáncer.
En el desarrollo de la Psiconeuroinmunología, hubieron dos eventos de suma importancia, un artículo sobre Emociones, Inmunidad y Enfermedad: “Una integración Teórica Especulativa”, de Solomon, y un trabajo de Ader y Cohen sobre el condicionamiento clásico de funciones inmunológicas: “Condicionamiento Conductual de Inmunosupresión”.
Posteriormente, sobre la década de los 80, se da un aumento de la investigación científica con respecto a cómo los pensamientos, emociones y comportamientos modulan y median en las funciones endocrinas e inmunológicas (Glaser & Kietcolt-Glaser, Kiecolt-Glaser&Glaser, Rabin).
Hay cuatro sistemas de Procesamiento de información: la mente, el sistema nervioso, el sistema endocrino, y el sistema inmune. Estos sistemas interactúan en armonía y se comunican de manera permanente logrando el equilibrio homeostático, que fomenta la salud y prepara al organismo para afrontar las enfermedades. La pérdida de ese equilibrio es la interrupción en los procesos de interacción de estos sistemas, dando lugar a las enfermedades. La Psiconeuroinmunoendocrinología se ocupa del estudio de estas interacciones y del estudio de cómo el estrés psicológico afecta la interacción en los sistemas nervioso, endocrino e inmune.
El estrés- respuesta emocional
Algo de estrés es un estímulo que motiva a obtener logros, a cumplir metas; pero en muchas otras ocasiones, el estrés produce un estado de preocupación, temor, irritabilidad, tristeza, ira, ansiedad, frustración… generalmente es un estado transitorio, pero cuando se hace crónico (distrés emocional), ocasiona desequilibrios que afectan la salud.
Es importante la percepción que se tiene del acontecimiento, si la persona lo percibe amenazante, porque al evaluarlo lo interpreta como superior a los recursos personales con los que cuenta para afrontarlo, entonces entra en estrés y esa evaluación depende de la personalidad, las experiencias que haya tenido anteriormente, el apoyo social con el que cuente, el estilo de afrontamiento y la disponibilidad económica….
La Respuesta Fisiológica del Estrés
Una cosa son los estresores, y otra la respuesta fisiológica al estrés, ésta fue descrita por Cannon, que registró los cambios fisiológicos frente a situaciones de amenaza (con animales de laboratorio). Esta respuesta nos permite reaccionar ante una situación de emergencia con todo nuestro potencial físico, superar el peligro, y adaptarnos frente a la circunstancia.
Este síndrome de adaptación general, fue descrito con mayor detalle por Hans Selye, que habla de tres fases:
Fase de alarma: las glándulas adrenales producen adrenalina y cortisol con el propósito de restaurar la homeostasis.
Fase de Resistencia: la adaptación del organismo llega a su estado óptimo.
Fase de Agotamiento: si el agresor persiste, el organismo abandona el proceso de adaptación y culmina en la enfermedad o muerte.
Los nuevos estudios científicos en neuroendocrinología y psiconeuroinmunología, se realizan con personas y nos permiten entender con mayor detalle la respuesta fisiológica del estrés, las interacciones multidireccionales entre los cuatro sistemas antes mencionados y sus consecuencias en la salud.
Investigaciones científicas, muestran que los factores ambientales, culturales, sociales, actitudinales, de identidad sexual y rasgos de la personalidad, median y modulan la respuesta fisiológica del estrés, que tiene una misión protectora, y es activada instantáneamente por el estresor: se activa el eje Hipotálamo-Pituitaria-Suprarrenal (HPA) produciéndose hormonas, principalmente cortisol. También se activa el eje Simpático-Suprarrenal Medular (SAM), segregando adrenalina y noradrenalina, que permiten el aumento de glucosa en la sangre, aportando mayor energía, oxígeno, fuerza muscular, alerta y una mayor resistencia al dolor.
Al liberarse estas hormonas, se inicia un proceso de comunicación con el sistema nervioso autónomo, por medio de los sistema simpático y parasimpático, que enlazan la experiencia estresante con la emoción, poniendo al organismo en un estado de alerta, el estrés también libera otras hormonas que regulan el sistema inmune, estas influyen en el crecimiento, endorfinas, encefalinas y otras.
Al liberarse el cortisol por las glándulas suprarrenales, hace que el sistema inmune se prepare para defenderse de bacterias, virus, heridas, inflamaciones, y todo ello es buscando la adaptación para mantener el equilibrio homeostático.
La nueva visión del Estrés
El cerebro es el órgano central de la respuesta fisiológica, psicológica, y comportamental del estrés. La percepción de la persona, elaborada por el lóbulo frontal del cerebro, es la que determina qué es estresante y que no lo es.
Cuando el estrés se hace crónico (distrés emocional), hay un exceso de hormonas, corticoesteroides, y catecolaminas por parte de los ejes neuroendocrinos, produciéndose un impacto negativo en el sistema nervioso, que activa cambios bioquímicos y un desbalance hormonal que afecta a los sistemas endocrino e inmune.
Los últimos avances hablan de la importancia del ambiente social y los estilos de vida como factores que aumentan o disminuyen la salud. El deterioro de la misma, es el resultado del proceso permanente de comunicación multidireccional a través del cerebro (estrés percibido), sistema nervioso autónomo, el sistema endocrino, y el sistema inmune.
Estos sistemas son los encargados del equilibrio homeostático ante situaciones agudas de estrés, pero cuando el estrés se cronifica, se produce un desbalance químico en estos sistemas, y se facilita el estilo de vida poco saludable (excesos en alcohol, drogas, medicamentos, calorías, falta de descanso, etc.).
La respuesta comportamental del Estrés
La respuesta fisiológica y emocional del estrés, se viene estudiando hace bastante tiempo, ahora estamos ante en un nuevo paradigma, en el que se investiga la respuesta comportamental del estrés, en la que se incluye el estilo de vida y el medio ambiente en el que vive, como factores mediadores y moduladores de la cronicidad del estrés.
Nuestro comportamiento puede ayudar a buscar un estilo de vida que favorece la reducción del estrés y calidad de vida. Reiterar que el cerebro, no solo tiene un enorme poder sobre estos sistemas que venimos abordando, sino también sobre el comportamiento del individuo y su medio ambiente, como dijo el biólogo Venter:
“Mucho de nuestra biología proviene de las complejas interacciones de todas las células y proteínas interactuando conjuntamente con factores ambientales, no guiadas directamente del código genético”, lo que recalca la importancia de los factores ambientales en el estrés.
El impacto negativo del Estrés crónico sobre la salud
El exceso de demandas ambientales, genera dificultades en la capacidad del organismo para poder responder a ellas y recuperar naturalmente la homeostasis. Vemos que el problema surge cuando el estrés se hace crónico, pues ya no se trata de un mecanismo de adaptación, sino que se produce una alteración en los sistemas que regulan los glucocorticoides y hormonas, produciéndose un desgaste en las funciones cerebrales, endocrinas e inmunológicas, predisponiéndonos a la enfermedad: síntomas psicofisiológicos como fatiga de las glándulas suprarrenales, procesos inflamatorios, alergias, asma, artritis reumatoide, enfermedades cardiovasculares, depresión, insomnio, fatiga crónica, enfermedades metabólicas que incluyen obesidad, diabetes tipo2, enfermedades cardiovasculares, etc.
Para afrontar el estrés crónico, se requiere participar en actividades que promuevan la salud y calidad de vida. Programas que incluyen alimentación sana, reducción del consumo de alcohol, tabaco…., ejercicios físicos moderados, técnicas que facilitan la respuesta de relajación, como así también es importante la práctica de tomar conciencia (Mindfulness) de los patrones de conducta tóxicos que producen síntomas de distrés emocional.
Comentario
Es importante tener en cuenta que en todo momento existe un cierto grado de estrés en el organismo, ya que su ausencia significaría la muerte.
Por lo que cuando alguien expresa que esta estresado, o que tiene ansiedad…en realidad lo que está comunicando es que hay un exceso de estrés (sustancias químicas: adrenalina, cortisol, noradrenalina…. en el organismo…).
También es importante tener en cuenta que el estrés no se activa solo ante emociones “negativas”, sino que un evento positivo (ej. como el coito), provoca la liberación de glucocorticoides, y una sorpresa repentina (ej. ganar la lotería), puede provocar la misma reacción endocrina que un suceso desagradable (Selye).
Agregaría la importancia del autoconocimiento, teniendo en cuenta que la manera en que interpretamos los acontecimientos, moviliza emociones y sentimientos, es importante conocer cómo funciona nuestra mente, qué patrones/creencias, muchas de ellas inconscientes nos condicionan y mueven esos estados emocionales, que a la vez movilizan una determinada química en el organismo y esto repercute en nuestra salud a todos los niveles.
Es necesario aprender a gestionar las emociones, desarrollando la inteligencia emocional.
Aprender a soltar las cargas emocionales, los conflictos no resueltos, traumáticos, que han quedado “grabados” a nivel inconsciente y que hacen que, hasta que no se resuelvan, atraigamos situaciones con una resonancia similar a la de origen para poder liberar ese dolor, que se traduce en dolor físico, emocional o ambos.
Destaco la importancia de entrenar la Atención Plena (Mindfulness) para aprender a observar la mente y sus mecanismos y lograr desidentificarse de los pensamientos y cambiar el enfoque de la atención cuando la mente se encuentra muy inquieta, o en un diálogo interno tóxico,…. logrando una tranquilización del sistema nervioso y con ello todos los sistemas que se interrelacionan.
También destaco la importancia del autocuidado, de ser amorosos y compasivos con nosotros mismos y la importancia de la gratitud, como estados que aumentan las endorfinas, entre otras sustancias y que potencian los estados saludables.
Otro punto importante es la espiritualidad (que no tiene necesariamente que estar ligada a una religión….) sino más bien a la intuición y confianza en un orden superior, una inteligencia que gobierna todo lo que existe incluso los procesos físicos/emocionales/mentales….y de la cual formamos parte. Darle un sentido profundo a la vida, la autotrascendencia, todo esto también moviliza sustancias químicas saludables en el organismo, activándose otras zonas cerebrales.
Ya la ciencia está estudiando cómo impacta la espiritualidad en nuestra mente y en nuestra salud física y emocional. Existen estructuras en el cerebro, que al ser estimuladas, pueden generar en nuestra mente experiencias místicas. Esto tiene que ver con los estadios alterados de consciencia y con algunas alteraciones del lóbulo temporal, el hipocampo o la amígdala.
Gardner, profesor de la Universidad de Harvard, habla de una “novena inteligencia”, la llamada inteligencia “existencial”, que está íntimamente vinculada al concepto de lo espiritual. Podría definirse como:
- La capacidad de pensar en temas abstractos.
- Poder reflexionar sobre uno mismo (metareflexión).
- Ver el mundo desde otras perspectivas.
- Adquirir una idea del universo y de nuestra situación en él.
Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
(Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)
Especialista en Bioneuroemoción
(Instituto Español de Bioneuroemoción)
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
(Transpersonal Anatheóresis Madrid)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
(IPPNIM)
www.centroelim.org
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