martes, 19 de noviembre de 2024

Comprender y regular la respuesta al estrés y las consecuencias del trauma, desde la Teoría Polivagal

 

La teoría polivagal, es un modelo explicativo que describe de manera concluyente la estructura, las propiedades y el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo (SNA).

Desde el comienzo, como seres humanos, hemos estado buscando constantemente un entorno de vida seguro, así como relaciones en las que poder confiar.

El Sistema Nervioso Autónomo, es decir, involuntario, es la parte más importante de nuestro organismo.

Tal y  como indica la palabra “autónomo”, actúa sin nuestra voluntad, sin nuestra intervención activa o control consciente, y pasa desapercibido, en gran medida.

Trabaja sin descanso, día y noche e independientemente de nuestra actividad, para mantenernos a salvo.

Para esto, el sistema nervioso puede recurrir a tres posibles patrones de reacción autónoma, que se sitúan jerárquicamente y sus funciones reflejan la historia evolutiva del cerebro.

1- El primer sistema muy antiguo es llamado Vago Dorsal. Diseñado como un sistema de ahorro de energía que se manifiesta mediante el patrón de shock o simulación de muerte y busca la supervivencia en las situaciones más extremas.

En todo recién nacido, esta parte, ya está completamente desarrollada y funcional.

2- El sistema que le sigue en jerarquía, es el Sistema Simpático, más joven en términos evolutivos, capaz de movilizar fuerza para superar situaciones de emergencia y desencadenar nuestro comportamiento de lucha o huida.

3- El tercero en términos de historia evolutiva, es el Vago Ventral, es el más joven de los tres, está detrás de la capacidad de comunicarnos, de resolver problemas a través de la comunicación y de vivir en conexión o elegir conscientemente apartarnos.

Dependiendo de la maduración del sistema nervioso del niño, la madre asumirá temporalmente este papel regulador hasta que el niño aprenda a hacerlo por sí mismo.

Conocer el funcionamiento autónomo de nuestro cuerpo a través de los tres sistemas mencionados, es muy valioso a la hora de comprender las reacciones generales del estrés y el comportamiento humano, pero también para curar los traumas y los trastornos resultantes.

Estas conexiones y el conocimiento de ellas, también son esenciales para la interacción comunicativa básica y por lo tanto, para una vida social regulada.

Por eso no son solo de interés para aquellas personas afectadas por un trauma.

El hecho de que la teoría esté ganando progresivamente aceptación en todo el mundo, no es casualidad sino más bien, consecuencia de su correcto enfoque y del éxito de los métodos basados en ella, para mejorar la comunicación y la curación de los traumas; y también para diversas enfermedades que no se atribuirían fácilmente a un evento traumático, como los frecuentes y variados dolores, entre ellos, dolores de cabeza, de espalda, de las articulaciones, enfermedades internas y ortopédicas como hipertensión arterial, trastornos gastrointestinales, inflamación, artrosis, síndromes complejos como la fatiga crónica, las migrañas, la fibromialgia, las alergias, síndrome de burnout, etc.


La teoría polivagal fue mencionada por primera vez en 1994 por su fundador, profesor de psiquiatría Stephen W. Porges (científico), el mismo se sorprendió del éxito de su enfoque entre los médicos, en especial en traumatología.

Por fin se podían explicar de manera concluyente, qué reacciones físicas adaptativas ocurren después del trauma.

La búsqueda constante de seguridad y supervivencia, se hizo evidente como una meta justificada en la vida de todos los seres vivos.

Antes de desarrollar esta teoría, se suponía que nuestro Sistema Nervioso Autónomo, estaba formado por el Simpático y su opuesto el Parasimpático.

Una gran parte del Sistema Parasimpático, consiste en el Nervio Vago.

Porges descubrió que no solo hay un nervio vago, sino un sistema de reacción Autónomo Ventral, es decir, Anterior y otro Dorsal, es decir posterior.

Aunque ambos se consideran Sistemas Parasimpáticos, es decir, calmantes, tranquilizadores, sus funciones no podrían ser más diferentes.

La rama anterior del Nervio Vago, nos mantiene conectados y con una energía vital sana, mientras que la Posterior, desencadena estados de shock y desmayo y por lo tanto, procesa situaciones que suponen una amenaza para la vida.

La separación y el retraimiento, son características de patrón de respuesta del Vago Posterior.

El término Polivagal, está compuesto por poly (del griego): muchos, más de uno, vagal (del latin); vagar.

Nervius vagus: significa “nervio errante”.

Porges, al principio, se centraba en la obstetricia dándose cuenta que una fuerte activación en el sistema del Nervio Vago, era sinónimo de una buena salud.

Sin embargo, reparó en algo crucial: un pediatra había observado que una fuerte actividad del Vago, viene acompañada de un descenso de la frecuencia cardiaca, la cual es a su vez responsable de la mortalidad que se da principalmente en bebés prematuros. Esto se describió como la paradoja del Vago y lo invitó a Porges a investigar con más profundidad.

Finalmente, dio con dos Sistemas Vagales:

el Vago Ventral y el Vago Dorsal.

Luego, observó una conexión entre los trastornos mentales y un debilitamiento del sistema Vago Ventral.

Basó su teoría en algunos síntomas que ocurren con cierta frecuencia:

hipersensibilidad auditiva o la incapacidad de hacer o mantener contacto visual.

 

¿Cómo podemos utilizar esto para mejorar nuestra salud en el día a día?

La teoría polivagal, distingue tres sistemas o estados fisiológicos autónomos que se denominan Vago Ventral, Simpático y Vago Dorsal.

Estos estados corporales, se denominan mecanismos de adaptación, recurren a diversas capacidades físicas y cada uno provoca patrones de comportamientos típicos.

Cada uno de estos mecanismos, está representado por diferentes contextos anatómicos. Los tres patrones de reacción funcionan jerárquicamente.

Los cambios rápidos entre los tres estados autónomos, son parte normal de la fisiología del ser humano, como del resto de los vertebrados. Pero cuando nos quedamos atrapados en uno de estos patrones, supone una desviación de la norma,

y por lo tanto, un caldo de cultivo para que surja la enfermedad.

El objetivo final, siempre es la supervivencia, y también recuperar y mantener la

seguridad.

Es aprender unos ejercicios coherentes, diseñados para cada situación, (lo veremos

más adelante), que ayudarán al cuerpo en la transición a un estado autónomo más

favorable.


Veamos cómo funciona la jerarquía autónoma:

Nuestro Sistema Nervioso Autónomo, reacciona ante todo lo que conforma nuestro entorno, a una velocidad vertiginosa. Cada pequeño estímulo, es registrado subconscientemente comparado con lo conocido y categorizado. Así es como reaccionamos ante lo agradable, lo desagradable y lo peligroso, con los tres patrones autónomos antes descritos.

El Sistema Nervioso Autónomo, también mantiene las funciones orgánicas básicas de forma independiente, y por lo tanto, en general de forma inconsciente para nosotros. Ejemplo, la digestión, la frecuencia cardiaca, etc., en un momento de gran excitación, no puedes mantener el pulso tranquilo.

El Sistema Autónomo, basa sus decisiones en todas las experiencias previas y siempre trabaja para asegurar tu bienestar y supervivencia.



Mientras nuestro tronco encefálico califique los estímulos entrantes como seguros, permaneceremos en el programa del Nervio Vago Ventral.

Sin embargo, cuando nuestro cuerpo cree estar amenazado, se produce un cambio al Simpático y subconscientemente decidimos luchar o si eso no es posible, huir del peligro.

Si nuestro cerebro, interpreta la situación como una amenaza para la vida, el Vago Dorsal toma el relevo y nos deja aguantar en un estado de entumecimiento, impotencia y rigidez.

Cuando salimos de este estado en el que nos hacemos los muertos, también sucede en el orden jerárquico, desde el Nervio Vago Dorsal, pasando por el Sistema Nervioso Simpático hasta el Sistema Vago Ventral.

Esto explica, por qué las personas que han estado en un estado de desconexión o rigidez durante mucho tiempo, de repente, muestran rasgos muy combativos o, ante el asombro de quienes los rodean, huyen precipitadamente, ya que en cuanto el sistema nervioso se vuelve a poner un poco en marcha, se abren posibilidades que antes no estaban al alcance.

Después de una fase de regulación, lo normal es que del Sistema de Lucha o Huida, se pase de nuevo al modo del Nervio Vago Ventral. La vida vuelve a la normalidad.


Para aprender mas sobre el tema:

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jueves, 14 de noviembre de 2024

¿Por qué siempre tenemos la misma clase de relaciones, o atraemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera….?


Los pensamientos generan un tipo de emociones; cada emoción que experimentamos, produce una química que circula por todo el cuerpo por medio de “neuropéptidos”.

Como lo explica la neurobióloga Candace Pert (quien llamó a estos neuropéptidos “moléculas de emoción”), cada célula se comunica con las demás y todo el cuerpo sabe lo que está pasando.

Candace dice que nuestras emociones deciden “a qué vale la pena prestarles atención”.
¿Por qué siempre emprendemos la misma clase de relaciones, o atraemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera….?

Cuando pensamos o interpretamos algo, el hipotálamo libera al torrente sanguíneo el péptido que corresponde al estado emocional, cada célula tiene receptores en su superficie que están abiertos a la recepción de estos neuropéptidos, así que todo el organismo es afectado por el estado emocional.
Cuando los receptores de las células sufren un “bombardeo” constante de péptidos, pierden sensibilidad, y necesitan de más péptidos para estimularlos, esto nos torna adictos a los estados emocionales.

Cuando atravesamos experiencias emocionales repetidas, similares, que dan lugar al mismo tipo de respuesta emocional, nuestro organismo desarrolla la necesidad de este tipo de experiencias (adicción). 
Esto explica el por qué nos cuesta tanto cambiar y crear ciertas respuestas emocionales, es por esa inconsciente adicción a los distintos sentimientos, que la persona se ve condenada a repetir comportamientos, haciéndose adicta a la combinación de sustancias químicas que son propias de cada sentimiento que inunda el cerebro con cierta frecuencia. Estamos neurológicamente condicionados por nuestras experiencias para ver el mundo y estamos preprogramados para relacionarnos con los demás.
Con lo cual, se impone la necesidad de cambiar nuestros modelos internos, reprogramar nuestro cerebro, nuestros patrones emocionales, que nos afectan negativamente en nuestra vida.

Las experiencias emocionales que han sido intensas, en especial durante la niñez, quedan grabadas como creencias inconscientes incuestionables, que se convierten en verdaderos sentimientos y estados de ánimo.
De manera que la mayor parte de las convicciones que nos limitan, actúan de manera inconsciente, sin que nos demos cuenta de ello.
El cerebro sólo percibe una porción de la realidad que somos y en cuanto a percepciones, nos puede engañar totalmente.
De hecho, hay ideas que de entrada las descartamos, porque contradicen lo que nuestros propios sentidos nos muestran.
Pensemos por ejemplo, en que solo dimos realidad a la existencia de microorganismos al poder verlos en el microscopio, hasta ese momento, aunque existían, se mantenían ocultos ante nuestros ojos.

A veces no nos planteamos superar los temores, los miedos, porque nos creemos en la incapacidad de hacerlo. Pero el cerebro es maleable, y las creencias se pueden cambiar, y cuando cambiamos la manera de ver las cosas, el cerebro físicamente cambia, las redes neuronales cambian y la química cerebral se modifica, esto ya está probado por las neurociencias.

Se habla de la plasticidad cerebral, podemos “cambiar el cableado”, reordenar las conexiones entre las células o redes neuronales (neuroplasticidad), como también el cerebro puede producir nuevas células cerebrales (neurogénesis) en cualquier edad de la vida; estos son dos descubrimientos revolucionarios de las neurociencias, que puede cambiar la manera de abordar la vida, la salud.



Te acompaño en el proceso.


Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción 
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva) 
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología  (IPPNIM) 
Yoga Terapéutico Integral 
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación- Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación) 
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía         Craneosacral y Visceral, entre otras…)


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sábado, 26 de octubre de 2024

El Nervio Vago y la Inflamación crónica

 

La inflamación crónica y la activación inmunitaria, es el signo más evidente de un mal funcionamiento del Nervio Vago, que muchos profesionales pasan por alto.

La inflamación crónica, se puede manifestar de muchas formas: dolores artríticos de menor grado en rodillas, tobillos, caderas, hombros y muñecas hasta trastornos autoinmunes no tratados, que destruyen las células sin darnos cuenta.

Si el Nervio Vago funciona óptimo, es capaz de transmitir información para reducir estos niveles inflamatorios, una vez que la causa del trastorno, ha sido eliminada.

 Mejorar el tono del Vago, puede ayudar a mejorar los signos inflamatorios y limitar el daño que causan sobre la función y la estructura.

 

Las enfermedades autoinmunes

El mayor volumen de nuestras células inmunes, está localizado en el intestino, áreas conocidas como tejido linfoide, allí se producen muchas de las respuestas inmunitarias, dado que el tracto digestivo es muy sensible a la penetración de invasores y toxinas; siendo estos los desencadenantes que hacen que las células inmunes se vuelvan activas, y a veces, excesivamente activas.


Inflamación debida a traumas físicos y emocionales

La inflamación es un mecanismo protector, que se produce en nuestro cuerpo para protegernos de posibles daños; los problemas aparecen, cuando las señales de inflamación, se producen durante un período de tiempo más prolongado.

Los niveles de inflamación son beneficiosos para el cuerpo, pero solo si están controlados por el Nervio Vago y la vía antiinflamatoria colinérgica.

Los signos repetitivos de inflamación debidos a un trauma físico, pueden obedecer a varias razones: accidente de coche, múltiples embarazos, esguinces, torceduras, técnicas inadecuadas de levantamiento de pesas, lesiones crónicas.


Traumas emocionales: cualquier evento estresante que suframos y cree un impacto negativo en nuestro estado de ánimo de manera sucesiva durante breve tiempo, como la muerte de un ser querido, la pérdida de ingresos, malos tratos emocionales y psíquicos, la carga emocional de una grave lesión física, un evento traumático que nos pone en lucha/huida; si entonces sufrimos un pequeño trauma físico, los niveles de inflamación, aumentan causando procesos inflamatorios crónicos, difíciles de controlar. Un trauma emocional, puede no ser el desencadenante de la inflamación, pero propicia un estado que agrava el efecto del trauma físico.

 

 Frecuencia cardiaca disfuncional

El promedio de frecuencia cardiaca es de 60 y 100 latidos por minuto, en reposo.

Cuanto más estresado estamos, más rápido late el corazón. Los impulsos eléctricos del Nervio Vago y los nervios simpáticos, dictan el cambio en la frecuencia cardiaca.

Cuanto más baja es la frecuencia cardiaca en reposo, más fuerte es tu Nervio Vago.

 

 Función hepática disfuncional

El hígado realiza centenares de tareas cada segundo. Desde cuantificar y controlar continuamente el azúcar en sangre, hasta filtrar toxinas en sangre y producir sales biliares y sus efectos alcanzan todo el cuerpo.

El hígado requiere de ciertos nutrientes para funcionar óptimo. Una de las tareas consiste en desintoxicar la sangre, filtrando y eliminando las hormonas, los neurotransmisores, los medicamentos, las toxinas que no deberían estar presentes en altas concentraciones.

  

Estrés (lucha/ huida/parálisis)

Deberíamos activar nuestro simpático un 80% del tiempo, y permanecer en estado relativamente parasimpático. No obstante, es importante que seamos capaces de pasar rápida y fácilmente al estado simpático, para hacer frente a los estresores que pueden aparecer en cualquier momento. Tendemos a poder hacerlo con bastante facilidad, gracias al neurotransmisor adrenalina y la hormona cortisol. Ante una emergencia, pasamos rápidamente a lucha/huida, sin pensarlo.

Los problemas de salud, aparecen cuando nos cuesta pasar del estado simpático al estado parasimpático. Cuando el peso que llevamos, es muy pesado y nos cuesta cargarlo y cuando nos resulta difícil pasar al estado más sosegado y confortable del reposo y digestión.

 Cuando permanecemos en el estado de los estresores negativos, tendemos a desconectar la actividad del Nervio Vago, dejamos de entrenarlo. Aumentamos la actividad de nuestros nervios simpáticos, con la continua exposición a estresores de menor grado, si esto continúa largo tiempo, el tono de nuestro NV disminuye progresivamente y desemboca en disfunción del Nervio Vago.

 Si estás en estrés la mayor parte del tiempo, no podrás activar los procesos necesarios del Nervio Vago.

 Con el tiempo, al disminuir la actividad del NV, aumenta la inflamación, disminuye la acción de las células inmunes, mala función digestiva, desintoxicación menos efectiva, otros problemas de salud.

 Uno de los factores más importantes en la salud, es la capacidad de regresar a un estado parasimpático, desde el estado simpático. 

 

 Sueño y ritmo circadiano disfuncionales

Cuando dormimos, pasamos por 5 fases cíclicas de actividad cerebral.

Las fases uno y dos, son de un sueño ligero, a menudo asociados a los primeros 7 a15 minutos de conciliar el sueño.

Las fases tres y cuatro, son fases de un sueño profundo y restaurador, asociadas a la reparación de músculos y tejidos, crecimiento y desarrollo, potenciación de la función inmunitaria y producción de energía para el día siguiente: se trata de todas las tareas en las que media el Nervio Vago, para ayudar a nuestro cuerpo a rendir al día siguiente, a nivel óptimo.

 

Está demostrado que la actividad del Nervio Vago (medida según la variabilidad de la frecuencia cardíaca), es notablemente más alta durante los estadios tres y cuatro del sueño.

La quinta fase del sueño, es la del sueño de movimientos oculares rápidos (o REM, de rapid eye movemente). Durante esta fase, la variabilidad de la frecuencia cardíaca disminuye.

Sabemos que la actividad parasimpática disminuye notablemente durante esta fase del sueño REM, asociado a la formación de recuerdos y sueños.

A medida que envejecemos, estas fases tienen lugar en distintos momentos de la noche. Pero en la edad adulta, las cuatro primeras fases suelen ser cíclicas y ocurrendurante la primera parte de la noche, mientras que el sueño REM suele producirsemás tarde. Este es el motivo por el que muchas personas se despiertan durante un sueño y son capaces de recordar ciertos momentos del mismo.

 

En general, experimentamos unos cinco o seis ciclos de sueño REM cada noche, lo que significa que entramos en el sueño profundo y restaurador más o menos el mismo número de veces.

Un sueño profundo y restaurador, representa el gimnasio para el Nervio Vago.

El Nervio Vago se entrena durante el sueño profundo y restaurador, las fases tres y cuatro del ciclo de sueño. Tiene que entrenarse para funcionar bien, al igual que lo hace un músculo al hacer ejercicios. Esto significa que, si no descansas bien, es probable que no entres en sueño profundo y restaurador necesario para que el Nervio Vago se entrene. Si no lo entrenas, le privas de la capacidad de rendir de forma óptima.

 

Estudios relativamente recientes, muestran que las fibras aferentes del NV, expresan genes de reloj en los ganglios nodosos. Esto significa que el NV actúa a modo de reloj periférico, sobre la base de la cantidad de comida presente en el estómago.

A ciertas horas, da sensibilidad a la expansión del estómago alta, y a otras, baja.

Si tienes la sensación de haber comido demasiado y muy tarde por la noche, se debe a que el estómago es mucho menos sensible a expandirse durante la noche, cuando el sol se ha puesto.

Si te acuestas tarde y cenas copiosamente a última hora de la noche, y te sientes somnoliento o falto de energía a la mañana siguiente, es probable que el Nervio Vago se active en momentos inoportunos, lo que conduce a una actividad disfuncional del nervio.

 

 Falta de interacción social

El Nervio Vago se activa cuando estás en una situación social e interactuando cara a cara con la gente.

Un estudio muestra que la variabilidad de la frecuencia cardiaca (un excelente método de medir el tono vagal), disminuye en personas con una menor interacción social y un estado de ánimo deprimido. Los síntomas de la depresión se asocian a una falta de tono del Nervio Vago.

 

La depresión está directamente ligada a un bajo tono Vagal

Los estudios indican que nuestros sentimientos de felicidad y positividad, están directamente conectados con la actividad del NV y el tono Vagal. Cuantas más interacciones sociales positivas y personales tengas, más lo entrenas para que funcione de forma óptima.

Las personas que viven en un entorno aislado, con escasa interacción social, no pueden ejercitar su Nervio Vago para que rinda al máximo y son más propensas a padecer trastornos de salud, causados por niveles inflamatorios que el NV no puede controlar.

 


 Algunas Recomendaciones para  estimular el Nervio Vago:

- Ejercicios Respiratorios: es lo primero para estimular el Nervio Vago,  aprender a respirar correctamente. Los ejercicios de respiración lenta, son muy efectivos para mejorar la variabilidad de la frecuencia cardiaca.

Un minuto de respirar lenta y profundamente (focalizado en el aire al entrar y salir por la nariz) puede tener resultados positivos sobre tu estado de ánimo, niveles de estrés y salud en general.

- Apaga móviles o ponlos en modo avión, desconecta router.

- Evita comer y beber enseguida antes de irte a dormir, para no predisponer al cuerpo a ir al baño de noche.

- Dormir en un espacio limpio y ordenado es imprescindible para mejorar la calidad del sueño y la salud.

- Limpiar y ordenar tu espacio periódicamente, tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo y los niveles de energía.

- Dormir de costado, preferentemente del lado derecho.

- Si tomas frio por ejemplo al final de ducharte, y te esfuerzas por respirar hondo tanto como puedas, mientras experimentas el frio, el Nervio Vago se reforzará y funcionará a un nivel más óptimo.

La crioterapia se utiliza para reducir la inflamación y activar la sanación a través del sistema nervioso parasimpático.

- Tararear, canturrear y recitar, es otra forma de estimular, de activar los músculos laríngeos que reciben señales de las ramas del NV y permiten que las cuerdas vocales se tensen y se relajen, lo que determina el nivel del tono de nuestra voz; al hacer vibrar estos músculos, estimulamos el Vago para que envíe señales.

- Estimular el reflejo nauseoso, por ejemplo con el cepillo de dientes, tocar el paladar blando para producir náuseas y estimular así el Vago.

- Hacer gárgaras, requiere la activación de los tres músculos faríngeos en la parte posterior de la garganta, estimula el Vago, puedes hacerlo dos veces por día, con energía.

- Practica de yoga o pilates, para optimizar la respiración y calmar la mente.

- Mindfulness- Atención Plena. Meditación.

- Risa y conectividad social (videos de risa, chistes, risoterapia, yoga de la risa).

- Escucha tu música favorita… ayuda a la variabilidad cardiaca, y por ende a la actividad del Nervio Vago y nervios parasimpáticos

- En los atascos, en el coche, si estás en casa bajo de ánimo, pon una pieza de Mozart como música de fondo, te sentirás más animado.

- Alimentos verdes, magros, sin tantos pesticidas.

- Ayuno intermitente, no comer durante 6 a 8 horas mientras estás despierto… Ejemplo, puedes limitar la ingesta de calorías a la hora del desayuno, así hay menos azúcar en sangre a primeras horas del día (se puede tomar aminoácidos en polvo para el óptimo funcionamiento de las células) y consumir la primera comida a la hora del almuerzo. O dos comidas al día entre el medio día y las 8 de la tarde.

- Movimiento y ejercicio diario para equilibrar los niveles de azúcar y grasa corporal.

- Exposición a la luz solar, nuestro cuerpo está programado a funcionar basándose en la cantidad y el tipo de luz solar que penetra en nuestros ojos y la piel, es bueno para las células.

- Tomar suplementos.

 


 Material que forma parte del Curso:

 EL  NERVIO  VAGO - LA TEORIA  POLIVAGAL  Y  EL  ESTRÉS

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lunes, 21 de octubre de 2024

Dolor físico, dolor emocional y sufrimiento



Dolor físico:

Me lastimo un dedo con un martillo, se inflama y aumenta la percepción del estímulo doloroso en ese dedo, hay terminales nerviosos específicos para detectar el dolor, se llaman receptores nociceptivos. Esos estímulos dolorosos, viajarán por delgados filetes nerviosos que llegaran a la médula espinal y de ahí irán hacia el cerebro, hasta llevar esa información a la corteza cerebral, y hacerlo consciente.

El dolor es una información o un síntoma de un proceso que está sucediendo o en curso, en este caso el martillazo en el dedo. Luego lo interpretas mentalmente, según tu cuadro emocional y los procesos cognitivos que esa información dolorosa produce; aun tratándose de un dolor físico, también incluye una vivencia emocional.


Dolor emocional:

Si bien el dolor físico también puede tener un aspecto emocional como agregado, cualquier circunstancia que nos resulta emocionalmente dolorosa (una palabra hiriente, una ofensa, un menosprecio, un rechazo, un desengaño, una ruptura afectiva, frustración o cualquier circunstancia emocionalmente hiriente) produce dolor, en definitiva se trata de un verdadero trauma.

El componente emocional negativo que acompaña a cualquier circunstancia de estrés, va a tener una repercusión como lo tendría un estresor de orden físico; ocurre en cualquier situación estresante compleja o conflictiva: estrés laboral, postraumático, experiencias injustas, pobreza, indigencia, mirada despectiva del otro, etcétera.

Lo que ha demostrado la ciencia, es que las mismas áreas que se activan para el dolor físico, son las que se activan para el dolor emocional, y no solo se activan las áreas que se corresponden a la zona dañada del cuerpo (en caso de algo físico), sino también, otras áreas cerebrales como la corteza cingulada anterior y la corteza de la ínsula.

Estas dos zonas, son las que se activan tanto si el dolor es físico, como si es un dolor emocional, por lo cual el cerebro, no distingue demasiado entre el dolor físico y el dolor emocional... De ahí la importancia del trauma emocional producido por ejemplo, por el bullying, y otros, que dejan una secuela o cicatriz emocional.

Es importante que todo dolor sea procesado y atendido adecuadamente, no subestimarlo, ya que continuará trabajando en nuestra mente, nos solo en el plano de la conciencia, sino también en el inconsciente.

El dolor emocional es parte de la vida, conviene procesarlo y sacar el aprendizaje, nos invita a sentir, reflexionar y pensar.


Sufrimiento:

Cuando nos pasa algo desagradable, conviene comenzar por la aceptación, en vez de ¿por qué a mí? puedo plantearme, ¿y porque no a mí?

El sufrimiento es una condición plagada de emociones negativas, sostenidas en el tiempo, en sí mismo es inútil y una fuente constante de dolor. Es solo aprovechable, si nos permite dar un salto hacia adelante para fortalecernos; solo a través de un proceso consciente, podremos superarlo y convertirlo en aprendizaje.

El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, dijo Buda, porque está bajo nuestra responsabilidad y albedrío superarlo.

El sufrimiento, se instala cuando no aceptamos los cambios, cuando le ofrecemos resistencia a los hechos que se nos presentan, cuando no nos adaptamos a las nuevas condiciones.


Como dice Selye:

El estrés es un síndrome general de adaptación. Nuestro cuerpo y mente buscan adaptarse a la condición que nos estresa.


Si no logramos la adaptación a la situación, irá más allá de los límites tolerables y se convertirá en estrés dañino, produciendo enfermedades de desadaptación.

Para salir del sufrimiento, no es la realidad la que ha de cambiar, sino nuestra forma de pararnos ante ella. El sufrimiento, nos indica que estamos procesando el mundo de modo incorrecto y en contra de nuestros intereses, conveniencia y bienestar.

Solo si le damos nuestro consentimiento, habrá sufrimiento.

La realidad es neutra, lo que interesa es cómo nosotros la procesamos.

Distingamos entre lo que podemos cambiar, lo cambiamos, pero cuando no está a nuestro alcance hacerlo, es mejor aceptarlo, que no quiere decir que me agrade, sino aceptar es decir “si” a lo que está aconteciendo, simplemente porque está sucediendo y luego ver qué es posible hacer con ello.

Quedarse enganchados en una realidad que ya no existe, cuando el sufrimiento nos conmueve, nos impedirá salir de él. Aceptar los vaivenes de la vida no es resignarse, que significa inacción. Aceptar es adaptarse activamente a las circunstancias; negar los cambios es no aceptar la impermanencia, que es lo único permanente que existe.

Hemos de tener flexibilidad mental para adaptarnos a los cambios.



sábado, 5 de octubre de 2024

El dolor en el cerebro


El cerebro, tiene mecanismos complejos que involucran muchas estructuras, para manejar el dolor. Los neurocientíficos se refieren comúnmente a este mecanismo como red de prominencia, lo que significa que el cerebro decide que es lo más destacado o más importante para ser atendido (Barrett y Simmons, 2015).

Si estas huyendo de un león y te tuerces el tobillo, es probable que el cerebro no active el dolor: así tendrás más oportunidades de escapar. 

Sin embargo, si uno de nuestros antepasados estaba corriendo detrás de un ciervo y se rompía el tobillo, el cerebro prefería crear dolor intenso, para que se detuviera inmediatamente y descansara el pie, dándole así la oportunidad de curarse. Si en esta situación el dolor no se hubiera presentado, nuestro antepasado hubiera continuado corriendo y pudiéndose así destruir completamente el tobillo, lo que llevaría a una discapacidad a largo plazo.

Nuestro cerebro decide cuando activar el dolor y cuando desactivarlo, usando esta red de prominencia, la cual llamamos mecanismo de peligro/alarma.

Una parte de este mecanismo involucra el córtex cingulado anterior. Las respuestas emocionales, aumentan la actividad de esta zona cerebral, haciendo que el dolor se amplifique.

Cuando sientes un dolor,  probablemente te preocuparás por  lo que pueda ser, vas al médico y si te dice que tienes un problema en  la espalda  o en el cuello, empiezas a sentir miedo, y si te dice que no sabe que ha causado el dolor, puede llegar el resentimiento; cuando el dolor se vuelva crónico y tú no sepas si alguna vez mejorará, puedes tener frustración.

Todas estas reacciones emocionales, activan el córtex cingulado anterior y los estudios por resonancia, muestran que cuando el córtex cingulado anterior se activa, el dolor aumenta enormemente  y además al activarse, se desactiva el área  del córtex dorsolateral prefrontal del cerebro, una parte que actúa para disminuir el dolor.

El estrés crónico, produce un aumento de la sensibilidad del dolor en el cerebro, la médula espinal y los nervios. Ciertas citoquinas (proteínas que envían mensajes a otras partes del cuerpo) se liberan durante los momentos de estrés, y estas citoquinas hacen que las células y las terminaciones nerviosas sean más sensibles al dolor.

 

¿Cómo se genera el dolor?

Vivimos en una sociedad estresante, a la que no nos hemos adaptado del todo.

Nuestros cerebros son primitivos y están diseñados para reaccionar como se hacía antiguamente: antes se experimentaba un estrés agudo frente a un animal peligroso de manera puntual, ante esta situación, se activa el sistema nervioso parasimpático y el cerebro activa una serie de procesos químicos, como adrenalina, para reaccionar y luchar o huir y poder “salvar la vida”. Una vez a salvo e ileso, ese estrés agudo se normaliza y el cuerpo se relaja, activando el sistema nervioso parasimpático que induce a la calma, equilibrándose internamente.

Sin embargo, como el cerebro es en cierta medida primitivo, no termina de adaptarse a las nuevas situaciones de estrés que tenemos en nuestra sociedad, porque el estrés es continuo, diario y duradero.

Ante esta situación, podemos desarrollar sin ninguna dificultad vías o circuitos neuronales dolorosos, como señal de nuestro cuerpo para que captemos que está sufriendo.

Cuando has sufrido una lesión, se crean unas conexiones o vías nerviosas entre el cerebro y la zona lesionada con el fin de recuperar la zona y protegerte ante situaciones similares.

El dolor aparece cuando esas vías nerviosas que conectan el sistema nervioso (cerebro) con el resto del cuerpo, se han estimulado o “encendido”, a través de un procesamiento que hace nuestro sistema nervioso.

Nuestro cerebro aprende a crear dolor persistente, aunque no haya ningún daño importante en el cuerpo, y aunque el tejido se haya curado después de una lesión y el médico te diga que “está todo bien”.

Lo bueno es que también se puede desaprender y reentrenar al cerebro para hacerle ver que todo está bien y que estas a salvo.

Un ejemplo de esto, es el dolor del miembro fantasma, en el que después de una amputación de un miembro (ejemplo: brazo o pierna), se sigue experimentando dolor en la zona…. pero ya no existe!, entonces: ¿cómo puede doler?

 Esto se debe a la sensibilización y alteración de esas conexiones nerviosas de las áreas de nuestro cuerpo con el cerebro.

Lo mismo pasaría en otras zonas donde hemos sufrido una  lesión y ya ha pasado tiempo más que suficiente como para haberse curado, pero todavía se siente dolor, hay una sensibilización en las conexiones nerviosas de esa zona.

 

Codificación predictiva

Es un aprendizaje del cerebro para asociar y responder automáticamente a experiencias aprendidas.

Una vez que hemos experimentado una situación  dolorosa, estresante, si esta coincide con el consumo de algún alimento, alguna luz intensa o con un movimiento, el cerebro aprenderá esa asociación y la próxima vez que se exponga a la misma situación estresante, ese dolor puede volver a reproducirse.

Es una teoría del funcionamiento del cerebro, según el cual, éste estaría generando y actualizando constantemente el modelo mental de nuestro entorno.

O sea que, el cerebro, es el responsable de cómo es nuestra realidad, o de cómo la vivimos.

 

El rol del estrés en la infancia.

Las experiencias emocionales de la infancia  se encuentran impresas en el cerebro y también pueden desencadenar reacciones dolorosas.

Al quedar las huellas emocionales de las experiencias tempranas almacenadas en el cerebro, cuando ocurre una experiencia similar  más tarde en la vida, la reacción del SNA (sistema nervioso autónomo), puede iniciar un proceso doloroso u otro síndrome como ansiedad, depresión, fatiga crónica, anorexia, bulimia, etc.

Se pueden medir los marcadores de estrés crónico, mediante una hormona relacionada con el SNA: el cortisol. Adultos con anomalías en la producción de cortisol, tienen más probabilidades de desarrollar dolor crónico que los que no tienen esas anomalías.

A veces un episodio de dolor se inicia con una lesión, una torcedura,  una fractura, un esguince, etc. En ese momento se producen señales de peligro en el cuerpo y en el cerebro, estas normalmente, disminuirán con el paso del tiempo y el dolor desaparecerá cuando la lesión se cure.

La mayoría de las lesiones agudas se resuelven en semanas; es el tiempo que el cuerpo tarda en reparar cualquier ruptura de tejido, transcurrido este período, si el dolor no desaparece, está sucediendo algo más.

El dolor crónico no ocurre por episodios de lesiones de hace años o meses, porque incluso la fractura de los huesos más grandes, se curan en varias semanas. La lesión no es la que causa el dolor crónico, pero si puede desencadenar una serie de acontecimientos que llevan a un dolor crónico.

Las lesiones del cuerpo si se curan, incluso si hay un tejido cicatrizante presente, este tejido no causa dolor.

Las lesiones físicas, tienen más probabilidades de crear dolor crónico, si hay circunstancias estresantes en la vida que ocurren más o menos al mismo tiempo que la lesión.

Las señales de dolor que se ponen en marcha por la lesión, pueden aprenderse y pueden dar lugar a un círculo vicioso de dolor.

Cuando los nervios que transportan las señales de peligro desde el lugar de la lesión hasta el cerebro, se activan durante algún tiempo, los nervios se sensibilizan, lo que es más probable que se disparen y envíen más señales de peligro, con menores cantidades de activación tisular. Con el tiempo, el dolor agudo puede llegar a ser crónico, aunque los tejidos se hayan curado de la lesión  aguda.

Los nervios pequeños aprenden a reaccionar incluso a cambios mínimos, como los músculos tensos, que se desencadenan fácilmente por un córtex cingulado anterior y un sistema nervioso autónomo, demasiados activos.

Este proceso de sensibilización, es el que se da en las personas con fibromialgia y dolor de espalda crónica (Gieseche 2004). 

Estos nervios sensibilizados que llevan las señales de dolor al cerebro, también afectan gradualmente al mismo cerebro.

Las zonas de sensación dolorosa en el cerebro, también se sensibilizan y siguen experimentando dolor.

A medida que el sistema neurológico del cerebro y  el cuerpo aprenden estas vías de dolor y otros síntomas, las fibras nerviosas empiezan a conectarse muy rápidamente.

Cuanto más a menudo los nervios se disparan, más tiempo dura el dolor y más probable que las fibras continuasen alimentando el círculo vicioso de dolor.

Los científicos usan el término reorganización cerebral y neuroplasticidad para describir la capacidad  del cerebro de crear nuevas vías neuronales.

Se ha demostrado que el dolor agudo, puede inducir cambios en la médula espinal y el cerebro, los cuales a su vez, pueden provocar aumento del dolor, que se puede prolongar en el tiempo, creando un dolor crónico.

El síndrome del miembro fantasma, como mencionamos,  es un ejemplo del dolor que se percibe en una zona que no está enferma.

El dolor es causado por la sensibilización de los nervios y una reorganización del cerebro que produce dolor, que se siente en el miembro ausente.


El dolor real, puede ser causado tanto por estados de enfermedad física, como por procesos neuroplásticos que activan circuitos neuronales aprendidos, cosa que se daría en un trastorno psicofisiológico.

Cualquier dolor se experimenta en el cerebro.

Veremos que el cerebro puede desactivar el dolor incluso cuando el cuerpo esté lesionado o tenga algún daño en los tejidos.

Igual, el dolor puede ocurrir cuando no hay lesiones físicas o daños en los tejidos, esto es muy común.

El dolor no está en la cabeza, está en el cerebro!



Para aprender más sobre el tema:


CURSO DESAPRENDE EL DOLOR CRÓNICO

 REENTRENA TU CEREBRO

Síndrome Mente/ Cuerpo

(Enfermedades Psicosomáticas)