lunes, 21 de febrero de 2022

El humor y la salud (Dr. Mario Puig)


El papel del humor o al menos de la sonrisa pasa con frecuencia desapercibido precisamente cuando más se necesita. Parece que reírse o simplemente sonreír esta fuera de lugar en la mayor parte de los ambientes. 
A medida que crecemos nuestra capacidad de reír se va atrofiando hasta que se convierte nada más que en un recuerdo.

Afortunadamente, cada vez vamos recuperando más esta emoción tan necesaria para hacer frente a los desafíos a los que nos enfrentamos los hombres y las mujeres de hoy.

Cuando una persona se ríe, su dolor físico se reduce y por eso la presencia de gente como Patch es tan necesaria, porque por una parte lleva alegría y por la otra reduce físicamente el dolor de aquellas que están heridas.

En los hospitales, los enfermos que se ríen con sus médicos, sus enfermeras, sus auxiliares, los celadores y las personas que limpian sus habitaciones necesitan menos analgesia que las que están rodeadas por un entorno emocionalmente aséptico, aunque pueda ser técnicamente brillante.

Hoy sabemos que cuando en procesos inflamatorios articulares, como puede ser la artritis reumatoide, nos reímos, mejora el dolor y se reduce la inflamación. Por ello en la actualidad, en Estados Unidos, el humor es parte fundamental en el tratamiento de los afectados por esta enfermedad. En la artritis reumatoide hay una sustancia que se llama interleukina 6, que cuando se eleva en sangre aumenta la inflamación y el dolor.

Curiosamente cuando las personas que padecen esta enfermedad se ríen, baja la interleukina 6. Este efecto se le atribuye a una serie de sustancias químicas llamadas neuropéptidos que se segregan cuando uno se ríe y que tienen la capacidad de bajar los niveles de interleukina 6.

Además, el humor tiene, si cabe, un efecto no menos sorprendente y que es muy útil si estamos sanos o no. El humor es capaz de reducir e incluso hacer desaparecer el distrés, que, como sabemos, es la forma negativa de estrés y se asocia al bajo rendimiento, escasa lucidez y pérdida de la salud.

Si queremos generar un ambiente de salud a nuestro alrededor, hagamos algo aunque sea sencillo y pequeño para crear un entorno amable y divertido, y si no lo hacemos por mejorar la salud, al menos hagámoslo para mejorar los resultados. Hay demasiado hierro en nuestro día a día y este se puede fundir en el calor de una sonrisa.

Cuando estemos tensos, en lugar de ponernos a analizar sesudamente el origen de nuestra tensión, veamos una película de humor y observaremos como luego podemos analizar lo que nos pasó de manera inteligente.

El gran psicoanalista suizo Carl Jung decía que la mayor parte de los problemas mentales no se solucionaban con psiquiatría, sino con filosofía. 

El resentimiento, la frustración alimentan de forma continua un torrente de pensamientos negativos que con el tiempo pueden llevarnos a una depresión.

Solemos pensar que una persona tiene pensamientos negativos porque está deprimida y no que está deprimida porque no para de tener pensamientos negativos.

La ansiedad permanente es la gran enfermedad de nuestro tiempo y es causada por el continuo bombardeo de pensamientos negativos y limitantes que penetran sin permiso en nuestra conciencia.

Su implicación en la salud es clara si tenemos en cuenta y recordamos que la elevación mantenida de algunas de las sustancias químicas que se liberan durante la ansiedad favorece la muerte neuronal.

Es cierto que las neuronas son tan abundantes que para que nos hagamos una idea de su número, habría tantas como árboles hay en toda la selva del rio Amazonas. 
También es cierto que el número de conexiones que establecen las neuronas entre si y que es de cien mil billones, sería equivalente al número de hojas que tienen los arboles de esa misma selva amazónica.
Sin embargo, imaginemos lo triste que es que se declaren incendios que maten muchos de esos árboles.

Sabemos que la liberación sostenida de cortisol y los aumentos de los niveles de glutamato dentro de las neuronas las llegan a destruir, al menos a las neuronas de los hipocampos, que, son centros vinculados a la alegría, a la capacidad de aprender y de recordar.

Por eso muchos expertos en salud mental piensan que estas reacciones mantenidas y continuas de ira, resentimiento y ansiedad pueden llevarnos a un estado depresivo, donde lo que más destaca por su ausencia es la alegría.


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