lunes, 3 de noviembre de 2025

¿Sanación o curación?

 

La sanación es un proceso que va más allá de la curación del cuerpo físico. Se trata de un proceso emocional, mental y espiritual muy poderoso que nos acerca a quienes somos realmente y a nuestro propósito en este mundo.

Sanar es regresar a nuestro estado de integridad.

La experiencia nos demuestra que la sanación es accesible para todos los seres humanos, mientras que la curación no necesariamente lo es.

Hay personas que sanan y se curan. Son los pacientes extraordinarios. Hay personas cuyo cuerpo no se cura y sin embargo, parten como triunfadores, habiéndole dado verdadero sentido a su existencia al sanar la totalidad de su ser.

La sanación es un proceso que nos acerca a Dios, a la conectividad o como se elija llamar a aquello que nos trasciende, capaz de trasformar nuestras vidas y la de nuestros familiares.

La mayoría, educados en la tradición de la ciencia médica occidental, tendemos a considera la enfermedad como una especie de falla mecánica del cuerpo que requiere de “un mecánico debajo del capó” para reconectar los cables y reemplazar las piezas. A eso le llamamos curación.

En cambio la sanación, es una cuestión de significado, no de mecánica: es una respuesta integral que busca entender la experiencia de una enfermedad como parte esencial de la vida. Según este enfoque, quien sana no es el paciente, sino la persona.

El corazón de la sanación radica en atender los diferentes aspectos del ser de una persona: físico, psicológico, espiritual, las relaciones, su entorno y las interrelaciones entre todos ellos.

Cada uno es importante y ninguno puede ser ignorado.

Si abordamos todos los aspectos, podemos optimizar los recursos de curación y autocuración disponibles, para que el programa médico sea más efectivo.

Se trata de trabajar para que el paciente se torne resiliente, es decir, que adquiera plasticidad biológica y biopsicosocial ante cualquier adversidad para salir fortalecido de ella.

No es un fracaso que alguien muera, pues hacia eso vamos todos, se trata de vivir intensamente hasta que llegue el momento de morir.

No existe en la naturaleza ninguna regla fija que se aplique a todo del mismo modo, la variedad es la esencia misma de la naturaleza, la media es una abstracción, un “ley” que la mente humana trata de imponer a la variada profusión de casos individuales. Para Stephen Jay Gould (catedrático de zoología en la Universidad de Harvard y especialista en teoría de la evolución, considera como el segundo Darwin, con 40 años padecía mesotelioma peritoneal, un cáncer grave y poco común, atribuido al contacto con el amianto), el individuo, distinto del resto, la cuestión era qué lugar ocupaba el en el espectro de variaciones existente, por encima y por debajo de la media.

Le dieron una media de supervivencia de 8 meses, lo que significaba que la mitad de los enfermos vivía menos de 8 meses; por lo que la otra mitad vivía más de 8 meses. A cuál de las dos mitades pertenecía el? No fumaba, tenía buena salud hasta ese momento, y tenía a su alcance el mejor tratamiento posible, concluyó que tenía motivos para considerarse dentro de las mejores perspectivas de supervivencia. Encontró información sobre la curva de supervivencia y se alargaba varios años más, una pequeña cantidad de personas vivían con esa enfermedad, pensó que él podía estar entre ellas.

También contaba con que esa curva de supervivencia se refería a personas tratadas entre 10 y 20 años antes, o sea que se beneficiaron con tratamientos de ese entonces y era una época donde la investigación aún no estaba tan avanzada. Si las circunstancias cambian, también lo hace la curva de supervivencia. Gould murió 20 años después, murió con cáncer, pero no de cáncer. Le dió tiempo a recorrer una de las carreras científicas más admirables de su época. Dos meses antes de morir, pudo ver publicada su obra magna: la estructura de la teoría de la evolución.



Uno de los primeros estudios que reflejó el fenómeno de las remisiones espontáneas en enfermedades consideradas incurables fue Spontaneous Remission: An Annoteated Bibliography, publicado en 1993. Este trabajo recopiló centenares de casos debidamente documentados que demuestran la extraordinaria capacidad del organismo para responder, incluso en situaciones en las que los médicos afirmaban que no había más alternativas. Más actual, en su conferencia “Una medicina de esperanza y posibilidad”, el doctor Jeffrey Rediger compartió profundas reflexiones sobre el fenómeno de las remisiones espontáneas y desafió las percepciones tradicionales de la medicina.

Estas son sus conclusiones principales:

1. No hay nada espontáneo en la remisión espontánea: según el doctor Rediger cada caso estudiado de remisión ha estado acompañado de un cambio radical en la percepción que las personas tienen de sí mismas y de mundo que las rodea.

2. El misterio de la interfaz cuerpo-mente-alma: esta conexión profunda podría ser uno de los enigmas más significativos de nuestra era, con un gran potencial transformador para la medicina y la salud.

3. La necesidad de una plataforma científica para historias de remisión: estas historias respaldadas por la evidencia, tienen el poder de inspirar a las personas. La inspiración no solo impulsa a superar barreras, sino que también motiva a otros a hacer lo mismo. Debemos construir una ciencia de la salud, no solo la ciencia de la enfermedad.


Estas ideas marcan el inicio de una era en la que la medicina podría trascender su enfoque tradicional para abarcar la complejidad y el potencial del ser humano en su totalidad.




Los pacientes excepcionales:

1- Aceptan su diagnóstico, pero no se convierten en sus víctimas.

2- Pueden responder con alegría a pesar de lo que les está pasando.

3- Pueden expresar libremente sus emociones sin sentirse juzgados, criticados o contrariados.

4- Tienen una familia que forma parte de la medicina y no de la enfermedad.

5- A pesar de los pronósticos adversos, creen y sienten que pueden recuperarse.

6- Utilizan sus creencias y sus imágenes como recurso terapéutico.

7- Descubren un sentido, un para qué a la experiencia que les toca vivir.

8- Se tornan resilientes y salen fortalecidos de la adversidad.

9- Utilizan técnicas de bienestar, como la relajación y la meditación.

10- Tienen un propósito en la vida, algo que va más allá del ejercicio de sus roles o su profesión.

En definitiva, quieren vivir, que es muy diferente a no querer morir. Hacen todo lo posible por vivir con intensidad, sin dejar de aceptar la transitoriedad de la vida.

Mover el potencial interno, te saca de las estadísticas, prolonga la supervivencia y aporta más vida a la vida.


S.M.Maruso



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