domingo, 26 de enero de 2025

Reiki Usui (Método Tradicional)


El método Reiki, es un sistema natural de armonización y recuperación energética, que se practica con el fin de mantener o recuperar la salud.

Es un método de reducción del estrés. Un sistema de sanación natural que nos ayuda a trabajar en nosotros mismos y en los demás a través de la Energía Vital Universal, promoviendo la salud y la armonización en todos los niveles: físico, mental-emocional y espiritual.

Reiki produce de manera inmediata, continua y acumulativa, una mejor relación con nosotros mismos y con nuestro entorno, ya sea laboral, familiar, deportivo, social, etc. llevándonos cada vez más hacia nuestro equilibrio interior, el cual produce un equilibrio en el exterior

El Reiki se utiliza para neutralizar el estrés, tensiones, dolor de cabeza, migrañas, dolores musculares, fatiga, agotamiento, vista cansada y demás síntomas producidos por la exigencia a la que estamos sometidos e la vida cotidiana.

Al bajar los niveles de ansiedad, también se bajan los consumos de sustancias nocivas al organismo, como el tabaco, el alcohol, tranquilizantes, y demás, sintiéndonos mejor en todos los niveles.

Destaquemos que el Reiki, no reemplaza a la medicina tradicional, sino que la complementa y potencia en todos los casos.

Sus beneficios producen también una depuración de las sustancias nocivas acumuladas en el organismo, se promueve la actividad física, desde una perspectiva propia, desde el placer de reconocer nuestro cuerpo, y brindarle lo que necesita para estar bien, un bienestar que afecta todos los aspectos funcionales del cuerpo, mejorando nuestra calidad de vida, en todos los órdenes.

Reiki es holístico, “holos” quiere decir total.

Actúa en la totalidad del ser: niveles físico, emocional, metal y espiritual, con lo cual sus beneficios actúan a todos los niveles y en todas las enfermedades:

- disfunciones metabólicas,

- lesiones orgánicas profundas,

- dolores agudos y crónicos,

- enfermedades degenerativas,

- bloqueos energéticos,

- tensiones musculares y nerviosas,

- estados emocionales,

- depresión y falta de vitalidad,

- insomnio,

- estrés,

- cáncer,

- sida,

- otras enfermedades de inmuno-depresión,

- quemaduras,

- alergias,

- intolerancias,

- asma,

- manifestaciones psicosomáticas se puede aliviar y a veces curar por su acción armonizadora del sistema inmunológico,

- disfunciones endocrinas como la diabetes, se regularizan progresivamente permitiendo así una disminución de las terapias hormonales,

- las heridas se cicatrizan más rápidamente,

- las quemaduras graves y extendidas, se pueden curar, sin infecciones y disminuyendo las cicatrices,

- los pacientes de cáncer tratados con quimio y radioterapia, notan alivio e incluso desaparición de los efectos colaterales y secuelas, experimentando una estimulación de la vitalidad en general y de las defensas inmunológicas en particular,

- en los embarazos, el Reiki armoniza tanto a la madre como al bebé, haciendo que el embarazo transcurra sin contratiempos,

- además vemos potenciada áreas como la creatividad, la energía mental positiva, la resistencia física, la amplificación de los sentidos, la capacidad de producir más y mejor, la comunicación en todos los niveles, la visión de metas comunes, se potencia la confianza en sí mismo y en el equipo, se manifiesta el respeto mutuo y personal, se abre la mente a nuevas y diferentes posibilidades de ver un problema o implementar una solución.


Prácticamente todo ámbito de la patología humana responde positivamente a la sanación por Reiki. Estas son algunas de las ventajas.

En la actualidad, el Reiki se utiliza en miles de centros de salud de importantes ciudades a lo largo del planeta, como en Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Madrid, Cuba, París, Londres, Berlín, entre otras, y en Argentina, varios centros de medicina prepaga ya incorporaron Reiki en su cartilla médica.



CONSULTAS Y CITA PREVIA:

 653-936-074

Juana Ma. Martínez Camacho
Reiki  Master






lunes, 20 de enero de 2025

Decálogo de Meditación Mindfulness


1. Meditar es reconocer y percibir cualquier cosa o situación que suceda - ya sea agradable o desagradable - de una forma relajada y consciente.

2. La meditación no es tratar de experimentar algo que has leído o escuchado. Meditar es observar tranquilamente con atención plena y comprensión.

3. Presta atención al momento presente. Suelta los pensamientos sobre el pasado y sobre el futuro. Suelta las expectativas y los deseos, porque si estas actitudes están en tu mente, se vuelve difícil meditar.

4. ¿Te enfocas intensamente cuando meditas? ¿Quieres que algo suceda o deje de suceder? La mente ha de estar relajada y en paz. No controles. Revisa para saber si estas actitudes están presentes.

5. Sé consciente. Rechazar lo que está sucediendo es aversión. No saber si algo está sucediendo o ha dejado de suceder es ignorancia. En la meditación, estás tratando de saber lo que ocurre en cada momento tal cual es.

6. ¿Solo quieres experiencias agradables? Acepta y observa tanto las experiencias “positivas” como las llamadas “negativas”. Una mente sencilla y libre, sin prejuicios, te permite una observación más completa de lo que sucede.

7. No te sientas perturbado por el pensar de la mente. No estás practicando para eliminar el pensamiento, ni las emociones, sino para reconocerlos desde tu centro cada vez que aparecen.

8. La forma de sacar más provecho a la meditación es practicarla sin expectativas de sacarle más provecho.

9. La consciencia es lúcida, silenciosa, pacífica, viva, sin deseo, ni temor, medita en ella como tu propio ser. En la vida diaria trata de ser la consciencia y siente su plenitud.

10. La práctica cotidiana es esencial. Una vez aprendido el principio básico de mantenerte presente como observador de lo que ocurre dentro de ti −como experiencia directa− tienes a tu disposición la más potente herramienta de transformación.



viernes, 10 de enero de 2025

La biología de la creencia

 

El Dr. Bruce Lipton, biólogo celular norteamericano que realiza estudios en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, lleva una línea de investigación donde une la ciencia y el espíritu.

Se ha enfocado en los patrones químicos y electromagnéticos a través de los cuales la energía (en forma de pensamientos y creencias) puede afectar nuestra biología, incluyendo el genoma humano.

Sus novedosos descubrimientos, indicaron que la mente controla las funciones del cuerpo, y esto implica que nuestro cuerpo puede ser modificado en la medida en que cambiamos nuestra manera de pensar.

Nuestras creencias interactúan con la afinidad de probabilidades del universo cuántico, y estas afectan las células de nuestro cuerpo, contribuyendo a la expresión de diferentes potenciales genéticos.



Este mecanismo funciona de esta manera:

Existen proteínas que están a ambos lados de la membrana celular, las proteínas de la superficie externa de las células, son receptivas a las fuerzas externas, incluso a los cambios bioquímicos del cuerpo (producto de los diferentes tipos de pensamientos y emociones).

Estos receptores externos afectan, a su vez, las proteínas internas de cada célula, alterando su estructura molecular. Los dos tipos de receptores funcionan como un enrejado que se puede contraer y expandir. El grado de expansión determina el tamaño y la forma de las moléculas (llamados proteínas emisoras), que pueden pasar a través de dicho enrejado.

El complejo receptor-emisor por sí mismo actúa como un interruptor molecular, aceptando las señales del ambiente celular que desenvuelven el ADN (ácido desoxirribonucleico), desactivando la funda de las proteínas que lo cubren. A diferencia de lo que se creía, los descubrimientos de Lipton indican que el ADN no es el que controla la biología de las células, sino la funda de proteínas que lo recubre, que además es la responsable del encendido o apagado de los genes. Esta funda depende más de las señales del medio ambiente que se dan afuera y adentro de la membrana celular, que de la información genética en sí misma.


La evolución ha suministrado muchos mecanismos de supervivencia. Estos pueden dividirse en dos grandes categorías funcionales:


- Crecimiento (desarrollo) y

- Protección.


Estos dos mecanismos son comportamientos fundamentales, necesarios para la supervivencia de cualquier organismo.

Sabemos la importancia del mecanismo de protección, pero es posible que no dimensionemos la importancia del mecanismo de crecimiento, pues a pesar de ser adulto, cada día, miles de millones de células de tu cuerpo se deterioran y necesitan ser reemplazadas. 
Por ejemplo, el revestimiento del estómago se renueva cada setenta y dos horas, a fin de mantener esa continua renovación celular, tu cuerpo necesita consumir una considerable cantidad de energía todos los días.


Al igual que las células, los seres humanos inhiben inevitablemente su crecimiento cuando cambia a modo de protección.

Si estas huyendo de un puma, no es buena idea desperdiciar la energía para crecer. A fin de sobrevivir, guardas toda la energía para la reacción de huida o lucha. La redistribución de las reservas de energía para incrementar la respuesta de protección, tiene como consecuencia ineludible, una disminución del crecimiento.

Además de distribuir la energía con el objetivo de sustentar los tejidos y lo órganos necesarios para la respuesta de protección, hay una razón adicional para inhibir el crecimiento: los procesos de crecimiento requieren de un intercambio libre de información entre el organismo y el medio, por ej. se comen alimentos y excretan los productos de deshecho. Sin embargo, la protección requiere del cierre completo del sistema, un muro que aleje al organismo de la supuesta amenaza.

La inhibición del proceso de crecimiento, también resulta debilitante ya que, el crecimiento es un proceso que no solo consume energía, sino que es necesario para producir energía. En consecuencia, una respuesta de protección mantenida, inhibe la producción de energía necesaria para la vida, cuanto más tiempo permanezca el modo de protección, más se reducirá el crecimiento.

Recordemos que cuando el sistema nervioso reconoce una señal de amenaza en el ambiente, alerta a todas las células de nuestro cuerpo del peligro inminente.

Puedes sobrevivir a la tensión que provoca cualquier amenaza, pero la inhibición crónica del crecimiento, compromete de forma grave tu vitalidad.

Es importante recalcar que para experimentar a fondo la vitalidad, se necesita algo más que eliminar el estrés de la vida.

En una sucesión constante de crecimiento y protección, eliminar el estrés solo te coloca en una posición neutral.

Para prosperar, además de eliminar los agentes estresantes, debemos buscar de modo activo la alegría, el amor y llenar nuestra vida de estímulos que desencadenen los procesos de crecimiento.


Podemos resumir que: el cuerpo consta de dos sistemas de protección diferentes, ambos esenciales para la conservación de la vida.

El primero es el sistema que pone en marcha la protección contra las amenazas externas, en el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal.

Cuando no existen amenazas, el eje permanece casi inactivo y el crecimiento florece. Sin embargo, cuando el hipotálamo cerebral percibe una amenaza en el entorno, activa el eje mediante el envío de una señal a la glándula hipofisaria. La glándula maestra, que es la responsable de conseguir una comunidad de cincuenta billones de células, se prepara para el peligro inminente.


El segundo sistema de protección corporal es el sistema inmunitario, que nos protege de las amenazas continuas que recibe el organismo (infecciones, heridas, quemaduras, et.).

La activación del sistema inmunitario supone un gasto de la reserva de energía del organismo. Para tener una idea, la cantidad de energía que consume este sistema, recordemos cuando el organismo está luchando con estados de infección, gripe o resfrío, lo débiles que nos sentimos.

Lo contrario ocurre cuando el eje activa la respuesta de huida o lucha, las hormonas secretadas por las glándulas suprarrenales suprimen por completo la actuación del sistema inmunitario a fin de conservar las reservas de energía. De hecho, las hormonas del estrés son tan eficaces a la hora de inhibir las funciones del sistema inmunitario que los médicos se las recetan a los pacientes de trasplantes, para que su sistema no rechace los tejidos externos.

Este sistema o eje, es un mecanismo excelente para manejar las situaciones de estrés agudo. Pero, este sistema de protección, no está diseñado para permanecer activado de forma continua. En la actualidad, la mayor parte del estrés que experimentamos, no tiene carácter agudo, no son amenazas concretas que podamos identificar con facilidad, no podemos responder a ellas y seguir adelante.

A diario, nos vemos acosados por muchos problemas sin aparente solución en nuestra vida personal, nuestro trabajo, nuestro planeta desgarrado por guerras o catástrofes naturales, y estas preocupaciones, no amenazan nuestra supervivencia inmediata, pero igualmente activan el eje y da como resultado una elevación crónica de las hormonas del estrés. 
Así como los dos sistemas de defensa no pueden trabajar simultáneamente, al activar uno, dejamos inactivo el otro.



Aprende más:


www.centroelim.org



miércoles, 8 de enero de 2025

Medicina Cuerpo-Mente

 

La medicina cuerpo-mente no es un concepto nuevo, hace aproximadamente 300 años, la medicina y la filosofía trataban al cuerpo y a la mente como un todo integral.

Luego, el modelo científico mecanicista y reduccionista de la medicina convencional, separó los estudios del cuerpo y la mente, y recibió un aplauso cuando terminó con la epidemia de las enfermedades infecciosas de principios e siglo XX.

La biomedicina científica, ayudó a controlar muchas de las enfermedades infecciosas que fueron los mayores asesinos, como la viruela, la tuberculosis y el cólera.

Sin embargo, estas enfermedades habían declinado a una incidencia menor, antes de que la medicina interviniera con éxito, y esta declinación se debió mayormente a las medidas públicas para la salud, como las mejoras en la sanidad, la vivienda y en la nutrición y el agua potable.


En la actualidad, las enfermedades que matan a la mayoría de las personas en las naciones desarrolladas, ya no son las enfermedades infecciosas, sino las enfermedades crónicas degenerativas como las cardíacas, la hipertensión, el cáncer y la diabetes, para estas enfermedades, no hay una cápsula mágica. Están relacionadas a factores psicológicos, de estilo de vida, ambientales, sociales e incluso espirituales.

La espiritualidad, no es sinónimo de religiosidad, definida a grandes rasgos; la espiritualidad es un sentido interno de algo más grande que uno mismo, un reconocimiento de un sentido de la existencia que trasciende las propias circunstancias inmediatas. 
Incluye una amplia variedad de características como un disminuido enfoque en el ego, un sentimiento de amor que lleva a actos de compasión, empatía, gratitud y la experiencia de paz interior. Estas características no son solamente inherentes y enriquecedoras, sino que también son eminentemente conductoras hacia la salud y la sanación.

Estas características incluyen la actitud positiva, un sentido de propósito, una conexión social, el uso apropiado de terapias de medicina convencional, una inteligencia emocional y un estilo de vida físicamente activos.

Reconocer el valor médico de estas características, es lo que ha despertado el interés de la medicina Cuerpo-Mente, esta vieja y nueva visión considera el hecho de que la intervención o cura no existe “fuera” del individuo, si no hay cambios internos de actitud, estilo de vida y orientación hacia uno mismo y el entorno.

Este enfoque requiere una transformación interna y psicológica, y el compromiso permanente del individuo.

La medicina Cuerpo-Mente reconoce que la sanación no siempre es el cese completo de todos los síntomas físicos; sanación, literalmente significa “hacer un todo”.

Integrar la enfermedad desde esta perspectiva, es verla como una oportunidad para recuperar la totalidad, aun frente a una enfermedad crónica, y esto puede ocurrir cuando cuerpo y mente están integrados en una fuerza sanadora única.

Las terapias Cuerpo-Mente nos ayudan a empujar las fronteras de nuestra comprensión científica y están desafiando las disciplinas científicas tradicionales a que crezcan.

La medicina Cuerpo-Mente, ha sido investigada de manera extensa, demostrando el impacto positivo en una gran cantidad de enfermedades y se aplica en distintos hospitales de EEUU y otros países.

Como dice Kenneth R. Pelletier (profesor en la escuela de Medicina de la Universidad de Arizona y de California), a pesar que se sigue investigando, los misterios infinitos y perennes permanecen en la compleja interacción de la mente y la materia.

SMMaruso



El sistema inmunitario: “nuestro sexto sentido”


 Siempre que le permitamos disponer de la información adecuada, el SI es nuestro cuidador, representa nuestro sexto sentido, informa a nuestro organismo de lo que no se puede ver ni tocar, ni degustar, ni oír, ni oler.

Es capaz de traducir información ambiental al cerebro que no es captada por los otros sentidos, por ej. estímulos no cognitivos o premonición de enfermedad.

Entendemos así, el sustrato orgánico de nuestra intuición ante un rechazado o apetecido plato de comida o la sensación de síntomas o señales que comenzamos a sentir antes de enfermar.


Los sistemas endocrino, nervioso e inmunitario, encarnan en nuestro organismo, literalmente el proceso de la conciencia que queda impreso en nuestros tejidos a partir de nuestras vivencias.

Nos explicamos entonces como una persona puede enfermar y hasta morir como consecuencia del sufrimiento.

Y vislumbramos como la comprensión psicológica del mensaje que acarrea cada enfermedad grave, ilumina el área cerebral que enviará sus órdenes al SI para que ponga fin al conflicto.


Es fácil comprender entonces, como diversos factores psicosociales (el estrés, el tipo de personalidad, la preocupación y modo de afrontarla, el apoyo social, el duelo, los conflictos de pareja, la depresión, la ansiedad, un desastre natural o un conflicto bélico), producen un patrón de impacto específico sobre el sistema inmunitario que termina elaborando el patrón de respuesta inmune propio de cada individuo. Una forma de llevar la experiencia en el organismo que, sumado a los factores como la edad, la dieta y otros, dependerá su estado de salud o enfermedad, y en caso de esta última que tipo de enfermedad y que órgano se afectará, según la vulnerabilidad de cada uno, frente al impacto físico y/o emocional.

Las expresiones afectivo/cognitivas, influyen en el sistema de defensas. Son específicas respecto a células o péptidos de comunicación e influyen en el sistema de defensas.

Sabemos que al disminuir la ansiedad, aumentan de manera específica los linfocitos C4 (los linfocitos-T CD4 son un tipo de células que constituyen una parte esencial del sistema inmunitario. Su función principal es la de activar al propio sistema, alertándole de la presencia de patógenos o de una replicación errónea de células humanas, para que pueda hacerles frente y corregir la situación), hoy sabemos que confesar secretos de culpabilidad produce un aumento del número de linfocitos o que las hormonas del estrés, disminuyen las células NK circulantes (célula NK -del inglés Natural Killer-, asesina natural o célula asesina -anteriormente llamada linfocito grande granuloso- es un tipo de linfocito, y un componente importante del sistema inmunitario innato para la defensa del organismo).

Toda memoria es biocognitiva y la mente, se encuentra en todo el cuerpo.

El hecho de que el sistema inmune tenga la capacidad de aprender parámetros afectivos y cognitivos, explica por qué el recuerdo reproduce respuestas fisiológicas. El sistema inmunitario, se pasa el tiempo escuchando nuestros monólogos y su respuesta está condicionada por los pensamientos.

Las células que defienden el organismo, tienen receptores de las sustancias que el cerebro produce con cada pensamiento.



El Estrés y el impacto en el organismo

El estrés es la tensión, presión o angustia física o mental. Es la respuesta del cuerpo y de la mente ante toda presión que rompa su equilibrio normal. Esto ocurre cuando nuestra percepción de los hechos, no coincide con nuestras expectativas y no podemos manejar la reacción ante la desilusión.

Estrés es cualquier estímulo que se perciba como amenaza para la homeostasis y seguridad del individuo.

La palabra stress comenzó a usarse en Física, y no fue hasta los años treinta, cuando Hans Seyle comienza a utilizarla para referirse a las circunstancias y acontecimientos que influyen sobre una persona y producen reacciones en ella.

Si nuestro equilibrio queda roto durante mucho tiempo, el estrés es incapacitante, nos vamos apagando emocionalmente a causa de la sobrecarga, y eventualmente, enfermamos.

El origen del estrés, se encuentra en el cerebro, que es el responsable de reconocer y responder de distintas maneras a los estresores.

Cada vez son más los estudios que corroboran el papel que desempeña el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones.

El cuerpo no sabe, no le interesa qué es lo que ocasionó el estrés, lo único que sabe es sentir el estrés.

El impacto del estrés psicológico, ha sido ampliamente explorado y estudiado.

El estrés crónico, disminuye la función inmune del organismo, el número y la función de las células NK, los linfocitos y favorece la reactivación de infecciones virales.

Como lo demostró el Dr. Robert Ader (considerado el padre de la PNEI- Psiconeuroendocrinoinmunología), el sistema inmune no es autónomo, sino que responde a un gran número de señales internas y externas, y a otros sistemas: el endocrino y el nervioso; construye así un eslabón entre la conciencia y la materia, entre la ciencia y el espíritu. 
Por lo tanto, no es la situación en sí, sino cómo lo vives y lo metabolizas, y esto depende de tu estado emocional, de tus creencias, del nivel de tus recursos defensivos tanto individuales, como de apoyo de grupo, de si compartes el dolor o lo vives en soledad, de si buscas ayuda o reprimes la experiencia, si expresas el conflicto emocional o enquistas el problema….

A todo ello, responde el sistema neuro-hormonal-inmunitario, guiado por la conciencia de la persona y encarnando fielmente a cada célula del organismo

Las hormonas del estrés, se elevan cuando la persona es incapaz de apagar la respuesta ante el estrés.

Esta respuesta será saludable, si se la experimenta durante poco tiempo, la respuesta crónica, será negativa a largo plazo para el organismo.

El estrés es universal e inherente a los seres vivos, porque es un mecanismo de adaptación psicológica y orgánica a cambios del ambiente interno y externo (biopsicosocial); también sufren estrés las bacterias y los virus.

El estrés es un fenómeno fisiológico normal, al ser la respuesta que emite un organismo ante estímulos percibidos como amenazantes, podemos ver que el buen estrés, es positivo: ayuda a soportar situaciones exigentes y a reaccionar frente a las demandas del entorno.

El estrés negativo o distrés, aparece cuando el organismo no es capaz de adaptarse a la situación, de dar respuestas adecuadas a las demandas del entorno. Se produce una activación y ansiedad desmesurada, acompañada de incapacidad para centrarse eficazmente en las tareas.


Existen muchos ejemplos o modelos de estrés agudo y crónico, así, de menor a mayor impacto:

 físico (trauma, cirugía, quemaduras, infecciones),

 académico (exámenes),

 psicológico o emocional, (problemas interpersonales, disgustos),

 metabólico (deshidratación, hemorragias, hipoglicemia),

 farmacológico (cocaína, anfetaminas, hipoglicemias),

 vuelos espaciales, ejercicio físico, cuidado de enfermos crónicos, especialmente con demencia tipo enfermedad de Alhzeimer,

 aislamiento sobre todo en áreas inhóspitas, desastres naturales y estrés postraumático, y estrés celular.


Las personas, tienen una limitada capacidad de trabajo y de respuesta a las situaciones. Cuando se nos exige más de lo que somos capaces de responder en ese momento, podemos bloquearnos de tal manera, que no podamos realizar tareas sencillas que apenas representaban dificultad.

Para responder a las exigencias cotidianas y a las situaciones extraordinarias, necesitamos un cierto grado de activación, de tensión. Si es insuficiente, no responderemos bien, pero si la tensión es excesiva, podemos quedar incapacitados para responder.


Investigar una causa específica de estrés en la vida cotidiana, es difícil porque ordinariamente confluyen muchos estímulos y variables ambientales, físicas, psíquicas y emocionales que afectan al sistema de estrés y al inmune; sin embargo, la investigación en humanos y modelos animales, está revelando la fisiología y patología del estrés.




La respuesta de adaptación orgánica o estrés tiene tres etapas:

1- Alarma o reacción,

2- Adaptación

3- Descompensación.


Las dos primeras se consideran frecuentes, cotidianas y benéficas para la vida, aumentan levemente las hormonas de estrés y mejoran las funciones orgánicas para lograr adaptación o triunfar sobre retos estresantes; esos niveles de estrés se advierten en situaciones aún placenteras tales como comer, reír, hacer ejercicio moderado y cuando los problemas estresantes encuentran solución o escape. Se le llama eustrés.

La tercera fase o descompensación del estrés, es negativa para el organismo, predisponiendo el desarrollo de enfermedades serias agudas, crónicas y mortales. Se le denomina distrés.

La tolerancia y adaptación al estrés, son influidas por la genética y experiencias traumáticas previas del individuo.


Fase de alarma:

en el momento de enfrentarnos a una situación difícil o nueva, nuestro cerebro analiza los nuevos elementos, los compara recurriendo a la memoria de coyunturas similares y si entiende que no disponemos de energía para responder, envía órdenes para que el organismo libere adrenalina. El cuerpo se prepara para responder, aumentando la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, tensando los músculos, es una reacción biológica que nos prepara a responder.


Fase de resistencia:

el individuo se mantiene activo mientras dura la estimulación y aunque aparecen los primeros síntomas de cansancio, se sigue respondiendo bien. Cuando la situación estresante cesa, el organismo vuelve a la normalidad.


Fase de agotamiento:

si la activación, los estímulos y demandas no disminuyen, el nivel de resistencia termina por agotarse, apareciendo de nuevo la alarma. Se comienzan a sufrir problemas físicos y psíquicos.



Según Hans Seyle: 

"el estrés se convierte en peligroso, cuando aparece con frecuencia, se prolonga de modo inusual o se concentra en un órgano del cuerpo".




Muchos de los trabajos más importantes para nuestro crecimiento, es estimular la plasticidad del cerebro, o su capacidad de ser moldeado y configurado mediante la transformación de células y la instalación de nuevas conexiones.


Si sientes que tu vida es una suma de fracasos, si sientes que has luchado tanto y al final no ha valido la pena, si tienes sensación de carencia, insatisfacción permanente, dificultad en mantener relaciones sanas y agradables, incapacidad de comunicar saludablemente, agresividad, incapacidad de centrarte en ti mismo, miedo, culpa, falta de autoestima, de paz, de alegría, etc., debes trabajar artesanalmente para cambiar tu filtro mental.

Este filtro mental, está constituido por todo lo que está escrito en tu cuerpo entero, específicamente en la memoria de tus células y en las redes neuronales que se instalaron por experiencias propias y por las que heredaste.

La ciencia asegura que el 10% de nuestro comportamiento, está influenciado por experiencias adquiridas genéticamente por nuestros ancestros.


Trabajar conscientemente para cambiar estas programaciones, conscientes o inconscientes, nos permitirá dejar de ser víctimas de ellas y transformarlas, ganando el poder necesario para direccionar nuestra vida hacia lo que realmente deseamos o necesitamos, viviendo con integridad más allá de cualquier desafío que debamos enfrentar.


Los pensamientos saludables tienen un efecto intenso sobre el comportamiento y los genes.

Cuando decidimos cambiar un pensamiento, una creencia o una respuesta emocional frente a cualquier estímulo, debemos cambiar o modificar la red neuronal que se instaló en nuestro cerebro, producto de experiencias o informaciones que hemos recibido.






ACOMPAÑAMIENTO EN PROCESOS TERAPÉUTICOS

CONSULTA PRESENCIALES - CONSULTAS SKYPE


Juana María Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
(IPPNIM)
Yoga Terapéutico Integral
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación-
Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación)
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía
Craneosacral y Visceral, entre otras…)

www.centroelim.org     Telf.- WhatsApp 653-936-074


miércoles, 1 de enero de 2025

Biología de las emociones. ¿Cómo las emociones se asocian al proceso de la enfermedad?


El cuerpo es inseparable de la mente, los neuropeptidos y sus receptores están en el cuerpo y la mente está en el cuerpo.

Podemos resumir que la comunicación entre lo que pensamos y lo que experimentamos en las células del cuerpo se da por medio de los neuropéptidos.

La Dra. Candace Pert, demostró que una determinada clase de células inmunes, tiene diminutas moléculas sobre su superficie llamada neuroreceptores, en donde encajan perfectamente los neuropéptidos.

El cerebro produce los neuropéptidos (que son cadenas de aminoácidos) y los envía por las células nerviosas distribuidas en todo el cuerpo.

Los neuropéptidos son como la llave que entra en las cerraduras moleculares de cada una de las células. Pert se refiere a ellos como “trocitos de cerebro” que flotan en el cuerpo.

El cerebro habla con las células del sistema inmunitario en todo el cuerpo y a su vez, las células del este sistema se comunican con el cerebro utilizando los mensajeros llamados neuropéptidos.

Cuando el cerebro interpreta percepciones físicas como enojo, miedo o depresión, cada una de las células inmune del cuerpo, conoce casi inmediatamente esa interpretación y además, estas células tienen cierto grado de memoria.

La memoria no solo está en el cerebro sino en todas las células del cuerpo, la reacción del estrés en el nivel celular, son influyentes y de largo alcance.

Por ej. El miedo, dispara innumerables reacciones químicas y físicas, activando más de 30 hormonas y neurotransmisores diferentes.

Pert descubrió un mecanismo que explica cómo afectan las emociones. Dice que nos afectan incluso a nivel celular y que gobiernan todos los sistemas del cuerpo.

Las investigaciones de los últimos 20 años, indican que las emociones afectan fisiología del cuerpo.

En la actualidad, en el paradigma meéico convencional se habla de serotonina y neuronas, y minúsculos centros de control de las emociones en el cerebro.

Las emociones se originan como un campo que fluye alrededor y a través del cerebro, formando una red de información completa; por lo cual las emociones no están aisladas en el cerebro y esto nos da la comprensión de cómo afectan, pueden influir la salud emocional en nuestra fisiología.

En el organismo hay más de 100 sustancias de “información” diferentes. Muchas de ellas son péptidos que actúan como receptores en la superficie de las células de todo el cuerpo.

La soledad, la depresión, la desconfianza, la hostilidad, el aislamiento, tienen efectos tóxicos para el organismo, Pert dice al respecto: “Tengo la noción de que la dicha es estimulada cuando participamos de relaciones íntimas y afectuosas; la razón por la que las emociones negativas como la soledad o la desconfianza, tienen efectos tan tóxicos, radica en que no son estados normales y naturales.”

Somos mamíferos y estamos programados para sobrevivir y contamos con químicos que nos ayudan. Estamos programados para tener fuertes relaciones humanas, así es como hemos evolucionado, a partir de grupos de individuos que mantenían este tipo de vínculos. Los que sobreviven hoy son aquellos cuyos ancestros lograron comunicarse y mantuvieron relaciones de afecto con los demás, con sus familias. En la actualidad, quizá las personas lo ignoren y crean que pueden prescindir de ello, pero seguimos teniendo la misma mente-cuerpo. La misma química que nuestros ancestros.

El amor es importante porque aumenta la capacidad de tolerar, soportar y experimentar sentimientos dolorosos.

Pert dice que es evidente que el amor y la intimidad afectan nuestra salud y nuestra supervivencia, pero no porque la mente afecte al cuerpo, según ella, no existe ninguna distinción fundamental entre la mente y el cuerpo. A este sistema lo denominó “Cuerpo-Mente” porque las emociones no están sólo en el cerebro, no acaba todo en la cabeza.

Según Pert, las propias células viven en completa intimidad. Prácticamente todas las células del cuerpo son sensibles, y cada célula está en comunicación con el resto para componer un todo único e integrado. De manera que el verdadero propósito de nuestras emociones, tal como los trasmiten estos péptidos (bioquímicos) es mantenernos en funcionamiento como un todo integrado.




Moléculas y emoción

Algunos mecanismos que conectan nuestras emociones y células:

Hay mecanismos para destruir los tumores que crecen naturalmente en el cuerpo todos los días. Las células de nuestro sistema inmune que se encargan de esta función, tienen receptores y expelen chorros de péptidos que son idénticos a las moléculas de la emoción, las propias células de cáncer, expelen chorros de péptidos y son moduladas por receptores que hay en la superficie, que les ordenan dividirse o no dividirse, hacer metástasis o no hacerla. Como los tumores forman parte de nuestro cuerpo, también están en la red psicosomática, en el flujo de información. Todo esto, en gran medida, es gobernado por nuestro estado emocional, nuestras moléculas emocionales.

Hay muchos experimentos que demuestran que estas células de tumores son moduladas por diversos factores de crecimiento, endorfinas, péptidos, y sustancias que se encuentran en el cerebro y el sistema inmunitario, realmente nuestro sistema inmunitario refleja nuestro estado de ánimo, nuestras emociones. Y el sistema inmune es muy importante, no solo en casos de cáncer, sino para combatir agentes infecciosos como los virus. Es importante vivir en un hogar integrado y sano, alimentado por las relaciones enriquecedoras para conservar la salud y evitar el deterioro del sistema.

Si se vuelve hiperactivo, da por resultado enfermedades autoinmunes, y si se vuelve hipoactivo, produce cáncer. Como dice Pert, es una falsa distinción separar nuestras emociones de nuestro sistema inmunitario.


La pregunta es:

¿Las moléculas producen las emociones o las emociones provocan la liberación de moléculas?

Las emociones modulan realmente los mecanismos de nuestro sistema inmunitario, que crean la trama de nuestro cuerpo.

Si nos cortamos, o quemamos, en pocos segundos llegan a esa zona, las “vigiladoras naturales”, nuestras células inmunes para reconstruir y cicatrizar el tejido: sueltan cantidades de péptidos y orquestan un mecanismo de reparación bien coordinado.

Nuestros mecanismos de cicatrización, son gobernados por las emociones, y si estas no se encuentran equilibradas, este maravilloso mecanismo de autorreparación, pierde su eficacia.

Hay experimentos que demuestran que si se infecta a algunas personas con el virus del resfrío, los que tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad son aquellos con menor contacto social. Esto es interesante porque ahora sabemos por las investigaciones de estos últimos veinte años que casi todos los virus usan los receptores de la superficie de las células para introducirse en ellas; además no pueden entrar en cualquier célula, cada virus tiene una envoltura de proteína que rodea su superficie, de modo que pueda vencer las defensas y entrar en las células especificas e infectarlas. Estos receptores son idénticos a los de la red psicosomática, muchos de ellos, se relacionan con los tonos emocionales.

Así, según la cantidad de químicos naturales que tengamos, la cantidad de sustancia ligante natural que haya para conectarse y adaptarse a receptores específicos, estas células pueden ser ocupadas o bloqueadas por la sustancia natural, impidiendo que entre el virus.

Se sabe que uno de los receptores que utiliza el virus que causa el resfrío, es el norepinefrina, sustancia asociada con la excitación, con la anticipación del placer. Cuando se tienen menor cantidad de esta sustancia (por ejemplo en personas maltratadas...) circulando en sus sistemas, esto deja un receptor vacío, a través del cual el virus puede entrar en la célula e infectarla. Esto puede ser una de las llaves que explique cómo el mecanismo emocional, influye en la situación.

Otra información importante es que si nuestras células reciben mensajeros químicos producto de estados emocionales negativos, aunque sigamos una dieta correcta o ideal, los nutrientes, no pueden ser asimilados eficientemente dentro del cuerpo.

Dice C. Pert que las emociones no son simplemente químicos que actúan en el cerebro, son señales electromagnéticas que afectan a la química y a la electricidad de cada célula del cuerpo.

El estado eléctrico del cuerpo, está modulado por las emociones, cambiando el mundo desde adentro.

La investigadora, sostiene que los estados emocionales, afectan el mundo fuera del cuerpo también: no somos simples pedazos de carne, estamos vibrando como un tenedor bailante y mandan vibraciones a otras personas, todo el tiempo emitimos y recibimos. Las emociones orquestan las interacciones en nuestros órganos y sistemas para controlar eso.

Los neurotransmisores, llamados péptidos, cargan mensajes emocionales, tal como nuestras emociones cambian la mezcla de péptidos, viajan a través del cuerpo y la mente y literalmente cambian la química de cada célula en nuestro cuerpo.

Nosotros aun pensamos en las emociones en términos químicos, y claro que son química, pero también son física, son vibraciones.

Los neurotransmisores son químicos, pero tienen carga eléctrica. Las señales eléctricas del cuerpo y la mente afectan el comportamiento, la interacción de las células y las funciones que realizan.

Los neurotransmisores tiene receptores en cada célula del cuerpo, de hecho son como minibombas eléctricas: cuando el receptor se activa por una molécula de emoción, pasa una carga a la célula cambiando su frecuencia química y eléctrica.

Pert dice que así como nuestras células individuales llevan una carga eléctrica, también el cuerpo entero (como organismo, como campo) genera electromagnetismo.

Todos tenemos una carga positiva en la cabeza y una negativa en los pies, y de hecho, nos mandamos mutuamente varias señales eléctricas o vibraciones.

Los mensajes electroquímicos se pasan de una célula a la otra, señales semejantes se pasan al resto del cuerpo, y cada una está cargada con sitios receptores, una clase de buzón de correos para estos mensajeros electroquímicos.

Todos estamos familiarizados con algún tipo de vibración, por ejemplo, cuando hablamos enviamos un tipo de vibración a través del aire que se percibe como sonido.

Cuando estás cerca de una fuente de energía, tiene un efecto más grande y disminuye conforme te alejas, cuando estas lejos no hay efecto.

Esto no es fácil explicar en palabras, es un nuevo paradigma que, básicamente te lleva a saber que no estás solo, que estás conectado con todos los demás, y las emociones son la llave. Estamos en un despertar, cambiando ampliamente el mundo alrededor nuestro.


Hay suficiente evidencia científica que demuestra que las emociones, desde un punto de vista neurológico, pueden alterarse por fallas en las estructuras que las producen, por fallas en los circuitos que las mantienen o por fallas en los neurotransmisores que las comunican.

Desde el punto de vista psicológico, pueden alterarse por fallas en su desarrollo, o por fallas en su expresión o regulación, generando dificultades en los mecanismos psicológicos que sustentan nuestra personalidad.

Esta es la causa por la cual es importante un tratamiento integral para abordar la movilización emocional en las personas que demuestran incapacidad para saber exactamente lo que sienten y poder expresarlo de una manera saludable.
S. Maruso



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