lunes, 25 de noviembre de 2024

El Cerebro y la Compasión

 

Aproximadamente 2300 años atrás el filósofo chino Mencius contaba que la mente de todo ser humano no resiste ver el sufrimiento ajeno.

Este concepto milenario cobra extrema vigencia en la actualidad luego de que la neurociencia comprobara que nuestro cerebro está orientado de “fábrica” hacia la bondad.

En otras palabras, no sentimos compasión solo porque tengamos buena voluntad (aunque esto ayuda mucho), sino porque nuestro cerebro aprendió a ver la bondad como una estrategia de supervivencia.

La compasión es un sentimiento humano que se manifiesta a partir de comprender el sufrimiento de otro. Es mucho más intensa que la empatía por ser la percepción y comprensión del sufrimiento del otro, sumada al deseo de aliviar, reducir o eliminar por completo el padecimiento.

Las neurociencias han demostrado que el estado de compasión puede influir sobre los sistemas neurofisiológicos e inmunes. Se empezó a entender el mecanismo de la compasión gracias a Giacomo Rizzolatti, descubridor de las neuronas espejo. Estas células nerviosas se disparan en el cerebro tanto cuando hacemos o sentimos ciertas cosas como cuando vemos que otro las realiza o las sufre. Las neuronas espejo de la ínsula se estimulan y generan en nosotros una sensación penosa cuando observamos a otro sufriendo.

Además se comprobó que quien experimenta compasión, aquieta la actividad de la corteza prefrontal derecha (asociada con estados de ánimo más negativos), y se activan zonas de la corteza prefrontal izquierda, y las redes neurales vinculadas con la empatía, el amor maternal y una mayor conexión entre pensamientos y sentimientos.

Un grupo de científicos liderados por Richard Davidson, profesor de psiquiatría y psicología en la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos, realizaron un experimento para conocer cómo funciona el cerebro en la compasión.

Para eso estudiaron individuos expertos en meditación y algunos novatos con resonancias magnéticas funcionales (IRMf) mientras pasaban grabaciones con distintos sonidos (por ejemplo, una mujer pidiendo ayuda, un bebé riendo, etc.).

De esta manera mostraron cómo cultivar la amabilidad y la compasión a través de la meditación estimula regiones del cerebro que pueden hacer a una persona más empática hacia otros y confirmaron que las áreas de la ínsula y el sistema límbico son primordiales en la representación de las emociones.

Del mismo modo, la zona temporal parietal del hemisferio derecho está involucrada en procesar la empatía y en percibir los estados emocionales ajenos.

Los investigadores indicaron que es posible sacar partido de la plasticidad del cerebro y entrenarlo para lograr que estas cualidades sean útiles para prevenir la depresión.

Actualmente el interés reside en enseñar técnicas de meditación a niños y adolescentes porque se considera que es una buena aproximación para evitar la agresividad y la violencia.

Muchas tradiciones y culturas utilizan la compasión y la amabilidad para aliviar el sufrimiento del prójimo a través de métodos que incluyen entrenar la concentración, practicar la generosidad y utilizar estrategias cognitivas para visualizar el dolor ajeno, en un proceso que requiere años de práctica (no menos de 10.000 horas). Para esto, lo fundamental es concentrarse en desear el bien ajeno más cercano y, luego, aprender a extender los sentimientos a todos, sin pensar en nadie en concreto.

Lo cierto es que aquellas personas acostumbradas a meditar mostraron mayor facilidad para entender el sufrimiento del otro. Esta actividad, tal vez, sea capaz de cambiar la vida entera de una persona, porque el cerebro adulto puede ser adiestrado para la compasión, como un “músculo” puede fortalecerse.

Si bien hasta ahora se sabía muy poco sobre el potencial humano para cultivar la compasión, un estudio realizado por investigadores del Centro para la Investigación de Mentes Saludables en el Centro Waisman de la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos, ha demostrado que los adultos pueden prepararse para ser más compasivos.

La investigación, publicada por la revista Psychological Science, analizó si dicho ejercicio podía provocar una conducta más altruista y cambios en los sistemas neuronales subyacentes a la compasión; los resultados obtenidos sugieren que la compasión, al igual que cualquier habilidad física o académica, no es algo estable, sino que se puede mejorar con entrenamiento y práctica.

Además, los mismos científicos señalaron la importancia de formar en compasión y bondad a los niños en las escuelas, a fin de ayudarlos a estar en sintonía con sus propias emociones y las de los demás. También sostuvieron que este entrenamiento podría servir para tratar problemas sociales como la ansiedad social o el comportamiento antisocial, porque cuando una persona avanza en un proceso de transformación emocional surge la necesidad de trabajar sobre la culpa, el perdón inteligente y la búsqueda de la mejor dirección para sus sentimientos compasivos. De hecho, algunas investigaciones recientes en el ámbito de las neurociencias están reportando que la compasión, entendida como la capacidad de acompañar el sufrimiento propio y ajeno, es primordial para producir cambios en la salud y la calidad de vida.

A la prueba de resonancia magnética funcional que se les efectuara a los monjes mientras practicaban la meditación de la compasión, que demostró la activación de redes neuronales asociadas con la felicidad y el bienestar, se le sumó el estudio liderado por Antoine Lutz sobre la activación de circuitos más profundos como los de la ínsula y la amígdala en meditadores de experiencia, y el de Nicholas Van Dam, quien confirmó que el grado de compasión que se siente por uno mismo es más efectivo que cualquier otro sentimiento y útil para mejorar los síntomas de ansiedad y depresión.

Aún no se sabe bien el porqué de todo ello. Solo se intuye que las personas con sufrimiento crónico necesitan dejar de autoexigirse o de lamentarse por lo que les toca transitar, y así perder el “egocentrismo de la enfermedad” para poner sus energías en progresar en aquello que la enfermedad no anula: las capacidades creativas, la vocación de desarrollo y las ansias de madurar.

En alguna medida, “amigarse con los síntomas" ―que no es lo mismo que resignarse― permite encontrar un pequeño espacio para respirar aire nuevo y reconocer que "no son la enfermedad" sino que "la tienen consigo" y, al dejar, poco a poco, de lamerse las heridas “vuelven al ruedo de la vida”, solo por conectarse con este sentimiento de compasión y sus efectos poderosos sobre sí mismo.

La compasión tiene muchas caras; algunas son feroces; otras, coléricas; algunas, tiernas; otras, sabias; por eso, antes de concluir, cito palabras de Séneca: "Preguntémonos, cuando nos cueste trabajo dejarnos conmover, cuán poco felices seríamos si los demás fueran inexorables hacia nosotros.”.

Felizmente, la esperanza de seguir tendiendo puentes entre la espiritualidad y la ciencia continúa vigente.



Bibliografía:
Jackson PL, Meltzoff AN, Decety J. How do we perceive the pain of others? A window into the neural processes involved in empathy. Neuroimage. 2005 Feb 1;24(3):771-9. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15652312
Lutz A, Brefczynski-Lewis J, Johnstone T, Davidson RJ. Regulation of the neural circuitry of emotion by compassion meditation: effects of meditative expertise. PLoS One. 2008 Mar 26;3(3):e1897. doi: 10.1371/journal.pone.0001897. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/pmid/18365029/
HT Weng, AS Fox, AJ Shackman, DE Stodola, JZK Caldwell, MC Olson, GM Rogers, RJ Davidson. Compassion training alters altruism and neural responses to suffering. Psychol Sci. 2013 Jul 1; 24(7): 1171–1180. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3713090/
Van Dam NT, Sheppard SC, Forsyth JP, Earleywine M. Self-compassion is a better predictor than mindfulness of symptom severity and quality of life in mixed anxiety and depression. J Anxiety Disord. 2011 Jan;25(1):123-30. doi: 10.1016/j.janxdis.2010.08.011. Epub 2010 Aug 19. https://www.researchgate.net/publication/46219490
René Gallardo Vergara. Naturaleza del Estado de Ánimo. Revista Chilena de Neuropsicología, vol. 1, núm. 1, 2006, pp. 29-40. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179317886004

Asociación Educar

La ciencia de la felicidad

                                

Los actuales estudios científicos sobre la felicidad van desde las neuroimágenes en la cual se detectan las áreas cerebrales que se activan en los estados felices, hasta la relación entre la felicidad y la inmunología. 

Estudios de neuroimagenes realizados por Richard Davidson en su laboratorio de neurociencia afectiva mostraron que los estados de felicidad estaban relacionados a una intensa actividad de la corteza prefrontal izquierda.  

Asimismo otros estudios han encontrado que la lesión de la corteza prefrontal izquierda produce disminución de las células antitumorales Natural Killer (NK) demostrando que esta región cerebral se encuentra implicada en la regulación positiva de estas células inmunológicas, en otras palabras, la activación de la corteza prefrontal izquierda se relaciona con la activación de las NK.

Estas dos investigaciones investigaciones tomadas en su conjunto nos demuestran que la felicidad y las células antitumorales NK se encuentran íntimamente relacionadas y reguladas por la misma región cerebral, la corteza prefrontal izquierda. 

Como se sabe, las células NK son esenciales en la acción inmunológica contra los tumores. 

En otro estudio,  el grupo de  Davidson  encontró que la predisposición a emociones como la tristeza se relacionaba a una disminución de la respuesta inmunológica en personas que habían sido vacunados contra la influenza, mientras que por el contrario, en las personas que tenían mayor predisposición a  emociones positivas como la alegría o la felicidad se encontró aumento de la respuesta inmunológica frente a las vacunas lo que demuestra que estas emociones predisponen a una fisiología de la salud.

Estos estudios en Psiconeuroinmunología de la felicidad son el fundamento científico para incorporar los programas  de felicidad basados en evidencia en las prácticas de la Medicina Mente Cuerpo.

 

 FACTORES QUE DETERMINAN LA FELICIDAD 

Sonja Lyubomirsky de la Universidad de California, junto a sus colegas identificaron los factores más importantes que determinan la felicidad y encontraron que del 100% de felicidad el 50% corresponde al “valor de referencia” determinado genéticamente, solamente el 10% corresponde a las circunstancias de la vida (Ej. riqueza, belleza, estado civil, salud)  y el 40% a las actividades deliberadas en nuestra vida para alcanzar la felicidad. 

La “adaptación hedonista” es un término acuñado por los investigadores que explica por qué los estados de felicidad debidos a eventos positivos tienen un periodo de acostumbramiento.  

 

PATRONES DE PENSAMIENTO Y COMPORTAMIENTO DE LAS PERSONAS MÁS FELICES

 (Sonja Lyubomirsky)

 -  “Dedican mucho tiempo a su familia y a sus amigos, a fortalecer esas relaciones y a disfrutar de ellas.

- Se sienten cómodos expresando su gratitud por todo lo que tienen.

- A menudo son las primeras en ofrecer ayuda a sus compañeros de trabajo y a los transeúntes.

- Son optimistas al imaginar su futuro.

- Saborean los placeres de la vida y tratan de vivir el presente.

- Convierten el ejercicio físico en un hábito semanal (y a veces cotidiano).

- Están profundamente comprometidos en objetivos y ambiciones para toda la vida (por ejemplo, luchar contra el engaño, participar en política o enseñar a sus hijos los valores que tienen profundamente arraigados).

- Y, por último, aunque no por eso menos importante, las personas más felices también soportan el estrés, tienen crisis e incluso sufren tragedias. Es posible que en aquellas circunstancias se sientan tan afligidas o se emocionen tanto como tú, pero su arma secreta es el aplomo y la fuerza que muestran para hacer frente a las dificultades.” 

Lyubomirsky ha desarrollado una sencilla prueba que sirve para medir cuan feliz es una persona.



ESCALA DE FELICIDAD SUBJETIVA

 (Sonja Lyubomirsky)

Para cada una de las siguientes frases o preguntas, marque el punto de la escala que usted considera que mejor lo describe.

1. En general, me considero:

   (No muy feliz) 1 2 3 4 5 6 7 (Muy feliz) 

 

2. En comparación con la mayoría de mis iguales, me considero:

    (Menos feliz) 1 2 3 4 5 6 7 (Más feliz) 

 

3. Algunas personas son muy felices en general. Disfrutan de la vida independientemente de lo que suceda, sacan el máximo provecho de todo. ¿Hasta qué punto le describe esta caracterización?

   (Nada en absoluto) 1 2 3 4 5 6 7 (Mucho) 

 

4. Por término general, algunas personas no son muy felices. Aunque no se encuentran deprimidas, nunca parecen estar tan felices como podrían. ¿Hasta qué punto le describe esta caracterización?

   (Mucho) 1 2 3 4 5 6 7 (Nada en absoluto)

 

Sume los valores obtenidos en cada una de las 4 preguntas y divida entre 4.

   Puntaje mínimo igual a 1 y máximo igual a 7. 

 

La media obtenida en diferentes grupos poblacionales varía entre 4,5 y 5,5.

Dr. Jorge Santiago  



viernes, 22 de noviembre de 2024

Meditación y coherencia cardiaca.

 

La meditación promueve el estado de coherencia de manera natural. El silencio, en sí mismo, genera coherencia. El estado meditativo abre un canal directo con la inteligencia del corazón, con la intuición profunda que emerge de la experiencia de una realidad unificada.

Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis.

Cuando nos vivimos desde una atención sostenida, desde una consciencia abierta y clara, descubrimos el poder transformador de soltar la mirada fragmentada y recuperar el sentido de totalidad.

Esta inteligencia del corazón activa en el cerebro de la cabeza una percepción completamente nueva que contempla la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

En meditación, podemos más fácilmente situarnos en este espacio del corazón, podemos “respirar desde el corazón”, propiciando una respuesta de coherencia.

La respiración consciente es un potente elemento equilibrador del sistema nervioso, el central y el autónomo, y están ampliamente documentadas las influencias de esta práctica sobre el diálogo entre ambos. Este diálogo es responsable de las oscilaciones en el ritmo cardiaco, de forma que, si lo sintonizamos mediante la práctica continuada, el ritmo del latido de nuestro corazón se irá asentando en una coherencia habitual.

La respiración consciente nos permite entrar en un estado de coherencia que sincroniza los ritmos más importantes de nuestro organismo. Cuando se produce esta sincronización interna, podemos de manera más sencilla y sin resistencias soltar los pensamientos y ofrecer espacio a las emociones estresantes y perturbadoras para que fluyan y liberen su energía naturalmente.

En el estado meditativo nos situamos en la conciencia-sin-elección o conciencia-testigo. El testigo observa… Se da cuenta de lo que ocurre sin ser arrastrado o absorbido por ello. Desde esta presencia observadora poco a poco nos establecemos en una calma-atenta que se asienta en el ritmo sincronizado y coherente de todo nuestro ser. Desde aquí, nuestros recursos físicos, cognitivos, emocionales y relacionales son más accesibles, comienzan a abrirse nuevos caminos creativos, aparecen soluciones diferentes, caminos de acción no explorados anteriormente…

Esta presencia, y esta coherencia, nos permite un intercambio con el mundo más pleno, más despierto… De una forma muy significativa, esta sintonía con nuestro corazón se plasma en meditación a través del cultivo de la compasión.

El camino hacia la Coherencia en meditación se llama compasión. La vida desde el corazón es el camino del reconocimiento y la reconciliación con todo lo que somos y representamos, el alineamiento de lo físico, lo biológico y lo psicológico con el ser profundo.


martes, 19 de noviembre de 2024

Comprender y regular la respuesta al estrés y las consecuencias del trauma, desde la Teoría Polivagal

 

La teoría polivagal, es un modelo explicativo que describe de manera concluyente la estructura, las propiedades y el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo (SNA).

Desde el comienzo, como seres humanos, hemos estado buscando constantemente un entorno de vida seguro, así como relaciones en las que poder confiar.

El Sistema Nervioso Autónomo, es decir, involuntario, es la parte más importante de nuestro organismo.

Tal y  como indica la palabra “autónomo”, actúa sin nuestra voluntad, sin nuestra intervención activa o control consciente, y pasa desapercibido, en gran medida.

Trabaja sin descanso, día y noche e independientemente de nuestra actividad, para mantenernos a salvo.

Para esto, el sistema nervioso puede recurrir a tres posibles patrones de reacción autónoma, que se sitúan jerárquicamente y sus funciones reflejan la historia evolutiva del cerebro.

1- El primer sistema muy antiguo es llamado Vago Dorsal. Diseñado como un sistema de ahorro de energía que se manifiesta mediante el patrón de shock o simulación de muerte y busca la supervivencia en las situaciones más extremas.

En todo recién nacido, esta parte, ya está completamente desarrollada y funcional.

2- El sistema que le sigue en jerarquía, es el Sistema Simpático, más joven en términos evolutivos, capaz de movilizar fuerza para superar situaciones de emergencia y desencadenar nuestro comportamiento de lucha o huida.

3- El tercero en términos de historia evolutiva, es el Vago Ventral, es el más joven de los tres, está detrás de la capacidad de comunicarnos, de resolver problemas a través de la comunicación y de vivir en conexión o elegir conscientemente apartarnos.

Dependiendo de la maduración del sistema nervioso del niño, la madre asumirá temporalmente este papel regulador hasta que el niño aprenda a hacerlo por sí mismo.

Conocer el funcionamiento autónomo de nuestro cuerpo a través de los tres sistemas mencionados, es muy valioso a la hora de comprender las reacciones generales del estrés y el comportamiento humano, pero también para curar los traumas y los trastornos resultantes.

Estas conexiones y el conocimiento de ellas, también son esenciales para la interacción comunicativa básica y por lo tanto, para una vida social regulada.

Por eso no son solo de interés para aquellas personas afectadas por un trauma.

El hecho de que la teoría esté ganando progresivamente aceptación en todo el mundo, no es casualidad sino más bien, consecuencia de su correcto enfoque y del éxito de los métodos basados en ella, para mejorar la comunicación y la curación de los traumas; y también para diversas enfermedades que no se atribuirían fácilmente a un evento traumático, como los frecuentes y variados dolores, entre ellos, dolores de cabeza, de espalda, de las articulaciones, enfermedades internas y ortopédicas como hipertensión arterial, trastornos gastrointestinales, inflamación, artrosis, síndromes complejos como la fatiga crónica, las migrañas, la fibromialgia, las alergias, síndrome de burnout, etc.


La teoría polivagal fue mencionada por primera vez en 1994 por su fundador, profesor de psiquiatría Stephen W. Porges (científico), el mismo se sorprendió del éxito de su enfoque entre los médicos, en especial en traumatología.

Por fin se podían explicar de manera concluyente, qué reacciones físicas adaptativas ocurren después del trauma.

La búsqueda constante de seguridad y supervivencia, se hizo evidente como una meta justificada en la vida de todos los seres vivos.

Antes de desarrollar esta teoría, se suponía que nuestro Sistema Nervioso Autónomo, estaba formado por el Simpático y su opuesto el Parasimpático.

Una gran parte del Sistema Parasimpático, consiste en el Nervio Vago.

Porges descubrió que no solo hay un nervio vago, sino un sistema de reacción Autónomo Ventral, es decir, Anterior y otro Dorsal, es decir posterior.

Aunque ambos se consideran Sistemas Parasimpáticos, es decir, calmantes, tranquilizadores, sus funciones no podrían ser más diferentes.

La rama anterior del Nervio Vago, nos mantiene conectados y con una energía vital sana, mientras que la Posterior, desencadena estados de shock y desmayo y por lo tanto, procesa situaciones que suponen una amenaza para la vida.

La separación y el retraimiento, son características de patrón de respuesta del Vago Posterior.

El término Polivagal, está compuesto por poly (del griego): muchos, más de uno, vagal (del latin); vagar.

Nervius vagus: significa “nervio errante”.

Porges, al principio, se centraba en la obstetricia dándose cuenta que una fuerte activación en el sistema del Nervio Vago, era sinónimo de una buena salud.

Sin embargo, reparó en algo crucial: un pediatra había observado que una fuerte actividad del Vago, viene acompañada de un descenso de la frecuencia cardiaca, la cual es a su vez responsable de la mortalidad que se da principalmente en bebés prematuros. Esto se describió como la paradoja del Vago y lo invitó a Porges a investigar con más profundidad.

Finalmente, dio con dos Sistemas Vagales:

el Vago Ventral y el Vago Dorsal.

Luego, observó una conexión entre los trastornos mentales y un debilitamiento del sistema Vago Ventral.

Basó su teoría en algunos síntomas que ocurren con cierta frecuencia:

hipersensibilidad auditiva o la incapacidad de hacer o mantener contacto visual.

 

¿Cómo podemos utilizar esto para mejorar nuestra salud en el día a día?

La teoría polivagal, distingue tres sistemas o estados fisiológicos autónomos que se denominan Vago Ventral, Simpático y Vago Dorsal.

Estos estados corporales, se denominan mecanismos de adaptación, recurren a diversas capacidades físicas y cada uno provoca patrones de comportamientos típicos.

Cada uno de estos mecanismos, está representado por diferentes contextos anatómicos. Los tres patrones de reacción funcionan jerárquicamente.

Los cambios rápidos entre los tres estados autónomos, son parte normal de la fisiología del ser humano, como del resto de los vertebrados. Pero cuando nos quedamos atrapados en uno de estos patrones, supone una desviación de la norma,

y por lo tanto, un caldo de cultivo para que surja la enfermedad.

El objetivo final, siempre es la supervivencia, y también recuperar y mantener la

seguridad.

Es aprender unos ejercicios coherentes, diseñados para cada situación, (lo veremos

más adelante), que ayudarán al cuerpo en la transición a un estado autónomo más

favorable.


Veamos cómo funciona la jerarquía autónoma:

Nuestro Sistema Nervioso Autónomo, reacciona ante todo lo que conforma nuestro entorno, a una velocidad vertiginosa. Cada pequeño estímulo, es registrado subconscientemente comparado con lo conocido y categorizado. Así es como reaccionamos ante lo agradable, lo desagradable y lo peligroso, con los tres patrones autónomos antes descritos.

El Sistema Nervioso Autónomo, también mantiene las funciones orgánicas básicas de forma independiente, y por lo tanto, en general de forma inconsciente para nosotros. Ejemplo, la digestión, la frecuencia cardiaca, etc., en un momento de gran excitación, no puedes mantener el pulso tranquilo.

El Sistema Autónomo, basa sus decisiones en todas las experiencias previas y siempre trabaja para asegurar tu bienestar y supervivencia.



Mientras nuestro tronco encefálico califique los estímulos entrantes como seguros, permaneceremos en el programa del Nervio Vago Ventral.

Sin embargo, cuando nuestro cuerpo cree estar amenazado, se produce un cambio al Simpático y subconscientemente decidimos luchar o si eso no es posible, huir del peligro.

Si nuestro cerebro, interpreta la situación como una amenaza para la vida, el Vago Dorsal toma el relevo y nos deja aguantar en un estado de entumecimiento, impotencia y rigidez.

Cuando salimos de este estado en el que nos hacemos los muertos, también sucede en el orden jerárquico, desde el Nervio Vago Dorsal, pasando por el Sistema Nervioso Simpático hasta el Sistema Vago Ventral.

Esto explica, por qué las personas que han estado en un estado de desconexión o rigidez durante mucho tiempo, de repente, muestran rasgos muy combativos o, ante el asombro de quienes los rodean, huyen precipitadamente, ya que en cuanto el sistema nervioso se vuelve a poner un poco en marcha, se abren posibilidades que antes no estaban al alcance.

Después de una fase de regulación, lo normal es que del Sistema de Lucha o Huida, se pase de nuevo al modo del Nervio Vago Ventral. La vida vuelve a la normalidad.


Para aprender mas sobre el tema:

CURSO EL NERVIO VAGO - LA TEORÍA POLIVAGAL Y EL ESTRÉS

Aprendiendo autorregularnos.

www.centroelim.org

WhatsApp: 65-39-36-074





jueves, 14 de noviembre de 2024

¿Por qué siempre tenemos la misma clase de relaciones, o atraemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera….?


Los pensamientos generan un tipo de emociones; cada emoción que experimentamos, produce una química que circula por todo el cuerpo por medio de “neuropéptidos”.

Como lo explica la neurobióloga Candace Pert (quien llamó a estos neuropéptidos “moléculas de emoción”), cada célula se comunica con las demás y todo el cuerpo sabe lo que está pasando.

Candace dice que nuestras emociones deciden “a qué vale la pena prestarles atención”.
¿Por qué siempre emprendemos la misma clase de relaciones, o atraemos el mismo tipo de jefes, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera….?

Cuando pensamos o interpretamos algo, el hipotálamo libera al torrente sanguíneo el péptido que corresponde al estado emocional, cada célula tiene receptores en su superficie que están abiertos a la recepción de estos neuropéptidos, así que todo el organismo es afectado por el estado emocional.
Cuando los receptores de las células sufren un “bombardeo” constante de péptidos, pierden sensibilidad, y necesitan de más péptidos para estimularlos, esto nos torna adictos a los estados emocionales.

Cuando atravesamos experiencias emocionales repetidas, similares, que dan lugar al mismo tipo de respuesta emocional, nuestro organismo desarrolla la necesidad de este tipo de experiencias (adicción). 
Esto explica el por qué nos cuesta tanto cambiar y crear ciertas respuestas emocionales, es por esa inconsciente adicción a los distintos sentimientos, que la persona se ve condenada a repetir comportamientos, haciéndose adicta a la combinación de sustancias químicas que son propias de cada sentimiento que inunda el cerebro con cierta frecuencia. Estamos neurológicamente condicionados por nuestras experiencias para ver el mundo y estamos preprogramados para relacionarnos con los demás.
Con lo cual, se impone la necesidad de cambiar nuestros modelos internos, reprogramar nuestro cerebro, nuestros patrones emocionales, que nos afectan negativamente en nuestra vida.

Las experiencias emocionales que han sido intensas, en especial durante la niñez, quedan grabadas como creencias inconscientes incuestionables, que se convierten en verdaderos sentimientos y estados de ánimo.
De manera que la mayor parte de las convicciones que nos limitan, actúan de manera inconsciente, sin que nos demos cuenta de ello.
El cerebro sólo percibe una porción de la realidad que somos y en cuanto a percepciones, nos puede engañar totalmente.
De hecho, hay ideas que de entrada las descartamos, porque contradicen lo que nuestros propios sentidos nos muestran.
Pensemos por ejemplo, en que solo dimos realidad a la existencia de microorganismos al poder verlos en el microscopio, hasta ese momento, aunque existían, se mantenían ocultos ante nuestros ojos.

A veces no nos planteamos superar los temores, los miedos, porque nos creemos en la incapacidad de hacerlo. Pero el cerebro es maleable, y las creencias se pueden cambiar, y cuando cambiamos la manera de ver las cosas, el cerebro físicamente cambia, las redes neuronales cambian y la química cerebral se modifica, esto ya está probado por las neurociencias.

Se habla de la plasticidad cerebral, podemos “cambiar el cableado”, reordenar las conexiones entre las células o redes neuronales (neuroplasticidad), como también el cerebro puede producir nuevas células cerebrales (neurogénesis) en cualquier edad de la vida; estos son dos descubrimientos revolucionarios de las neurociencias, que puede cambiar la manera de abordar la vida, la salud.



Te acompaño en el proceso.


Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción 
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva) 
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología  (IPPNIM) 
Yoga Terapéutico Integral 
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación- Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación) 
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía         Craneosacral y Visceral, entre otras…)


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