El doctor Davidson, una de las mayores autoridades en neuroimagen en el mundo, ha puesto en evidencia hasta qué punto nuestra manera de pensar afecta a la forma en la que opera físicamente nuestro cerebro.
Una vez dentro de las cámaras de resonancia funcional magnética, que permiten saber que partes del cerebro se activan cuando pensamos, sentimos o hablamos, los voluntarios se dedicaron a mantener pensamientos negativos y a enfocarse de manera sostenida en algo que les era desagradable.
En el momento en el que esas conversaciones internas aparecieron, la zona prefrontal derecha, situada a la altura del ojo derecho, empezó a activarse de forma clara.
A continuación se activó una zona muy próxima que se denomina cíngulo anterior y cuyo funcionamiento ha sido muy bien descrito por el neurólogo Antonio Damasio.
Estas observaciones revelan:
En el área prefrontal derecha, se genera el pensamiento y en el cíngulo anterior, el sentimiento, es decir, que lo que esos voluntarios pensaban que les desagradaba, inmediatamente se convirtió en algo que ellos sentían que les disgustaba.
Es muy diferente pensar, por ejemplo, que no somos capaces de lograr algo a sentirnos incapaces.
Los sentimientos afectan al inconsciente y esta parte de nuestro entendimiento, juega un papel crucial a la hora de conseguir nuestros objetivos o simplemente de sentirnos incapaces de alcanzarlos.
El cíngulo anterior tiene una conexión directa con los núcleos amigdalinos situados en los lóbulos temporales del cerebro, a la altura de las orejas. En estos núcleos amigdalinos, se encuentran los núcleos de la ira y el núcleo central del miedo.
Su activación activa el hipotálamo, que es como una bomba que segrega una serie de mensajeros químicos, y que además activa el sistema de alarma del cuerpo, denominado sistema nervioso simpático.
Si recapitulamos un poco, nos daremos cuenta de que una forma negativa de pensar no se queda ahí, sino que es capaz de activar estructuras físicas que ponen en marcha la reacción de alarma en un ser humano, el mismo tipo de reacción que se pone en marcha ante un peligro físico, como puede ser la presencia de un depredador.
El hipotálamo, a su vez, con sus mediadores químicos y a través del sistema nervioso simpático, activa las glándulas suprarrenales que se encuentran encima de los riñones, y éstas segregan adrenalina, noradrenalina y cortisol.
Cuanto más miedo tengamos, más cortisol segregaremos. Este último, segregado de forma continua interfiere con los hipocampos, que son dos estructuras situadas detrás de los núcleos amigdalinos.
Los hipocampos son esenciales al menos en tres cosas:
- cualquier nueva experiencia la registramos gracias a ellos
- para aprender algo, salvo destrezas motoras, ellos son la clave
- recientemente se ha descubierto que la buena salud de nuestros hipocampos es muy importante para experimentar la alegría de vivir.
No es de extrañar que las personas que están sumergidas en una profunda y sostenida depresión presenten una reducción significativa del tamaño de sus hipocampos.
Cuando el cortisol se mantiene a unos niveles elevados por una reacción de alarma sostenida, empieza a dañar primero las ramificaciones de las neuronas del hipocampo, y a continuación se produce la muerte neuronal. Por eso, cuando una persona que está en una situación de depresión, empieza a hacer ejercicio físico, a tener más vida social, a introducir paulatinamente el humor en su vida, puede experimentar un aumento del grosor del hipocampo.
El ejercicio físico, el humor y la interacción social liberan hormonas, como la oxitocina y la beta endorfina, que reducen los niveles de cortisol en la sangre.
El Instituto Salk en barrio de San Diego, ha demostrado que las neuronas del hipocampo que mueren, se pueden regenerar a partir de las células madre procedentes de las cavidades del cerebro llamadas ventrículos. Desde allí emigran hasta los hipocampos y empiezan a desarrollar las proyecciones que necesitan para conectarse con otras neuronas.
La neurogénesis, que es como se denomina a este proceso, solo puede tener lugar, si los niveles de cortisol, no son altos.
Resulta tremendamente alentador que las personas seamos capaces de generar entre 500 y 1000 neuronas diarias, neuronas claves para experimentar alegría, para aprender y para recordar; y que, para ello, una de las cosas que podemos hacer es fijarnos en lo positivo de la vida en lugar de mantenernos absortos en todo aquello que nos disgusta cuando sintamos miedo ante lo desconocido, el peligro o la simple incertidumbre.
Dr. Mario Puig
CURSO MAITRI/ METTA- Aprender el Amor incondicional hacia si mismo
ACOMPAÑAMIENTO EN PROCESOS TERAPÉUTICOS
CONSULTA PRESENCIALES - CONSULTAS SKYPE
Juana Ma. Martínez Camacho
Terapeuta Transpersonal
Terapeuta Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Formación Internacional en Psiconeuroinmunoendocrinología
(IPPNIM)
Yoga Terapéutico Integral
Especialista en técnicas de reducción del estrés (Mindfulness- Meditación-
Coherencia Cardíaca- Relajación Guiada, Visualización, Concentración, Contemplación)
Terapias Naturales Holísticas (Quiromasaje, Reiki, Reflexoterapia, Osteopatía
Craneosacral y Visceral, entre otras…)
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