viernes, 20 de agosto de 2021

La Escritura como Herramienta Terapéutica

 

Tanto el sentido común como la psicología asumen implícitamente que expresar y compartir las emociones contribuye a su afrontamiento adaptativo; no en vano, sostienen los clínicos que “lo que no se expresa se somatiza”.

Más complejo resulta dilucidar los mecanismos que ponen en relación la expresión emocional, o en su caso la inhibición, la salud y el bienestar.

La expresión emocional es adaptativa y ocasionalmente disfuncional, dada su capacidad para influir sobre las funciones somáticas, y por ende, de preservar o alterar la salud.

El profesor en psicología de la Universidad Metodista del Sur, James W. Pennebaker, ha demostrado que quienes han padecido sucesos traumáticos tienen una mayor probabilidad de enfermar física y mentalmente si posteriormente no expresan sus emociones, y que, por el contrario, enfrentarse activamente a los sucesos traumáticos expresando los sentimientos -revelándolos- reduce la activación fisiológica asociada al hecho traumático y contribuye a su afrontamiento eficaz.

Un creciente número de investigaciones han permitido demostrar que la inhibición de acontecimientos emocionalmente significativos induce una marcada hiperactivación fisiológica, provoca inmunodepresión y efectos adversos en la salud a medio y largo plazo; además, induce sesgos cognitivos sobre el procesamiento de la información emocional, a la vez que dificulta los procesos de afrontamiento adaptativo. 
Complementariamente se ha demostrado que enfrentarse activamente a los problemas, expresando abiertamente -oralmente o por escrito- los sentimientos, reduce la activación fisiológica asociada al hecho traumático y contribuye a su afrontamiento eficaz (Pennebaker, Colder y Sharp).

Con la escritura ganamos en libertad, pues adquirimos una distancia útil que facilita poder convertirnos en los conductores y guías de nuestros pensamientos, transformándonos en los dueños de la situación.

Al materializarlos en un papel, podemos manejarlos mejor, borrarlos, tacharlos, irnos hacia atrás, aumentar la concentración y elaborar reflexiones más valiosas y profundas, puestos que les hemos dado el tiempo necesario para madurar.

Escribir nos obligara a pararnos, a organizar nuestras ideas a ordenarlas y a fijarlas, ayudándonos a gestionar nuestro mundo interior, que por otra parte, podrá mostrarnos la entrada a esas zonas oscuras de nosotros mismos, donde normalmente es difícil acceder.

El acto de escribir es lo fundamental, lo importante es el mismo proceso de hacerlo, salga como salga. Lo que se haga con el resultado, ya sea quemarla, romperla, publicarla, guardarla o colgarla en internet, dependerá de los deseos de la persona que escriba, que, si lo necesita, podrá culminar con esta acción la función terapéutica. 

“Escribir sobre uno mismo es una forma de explicarme, de poner en orden mi mundo, de reconocerme. Si no estuviesen dictados por la intención de hacer literatura, podría decirse que esos textos tan directamente basados en situaciones reales, en datos verdaderos, son el resultado de insólitas sesiones terapéuticas, en las que soy el paciente y el médico en una sola pieza. Y ciertamente, en ocasiones, ha resultado ser un eficaz alivio de mis males.” 
Ángel González

Una de las características más importantes de la escritura, sino la más importante, es la manera en que facilita la expresión de las emociones, es su gran poder catártico. Cuando se escribe se libera lo que se lleva dentro. Existe un desbloqueo emocional intenso, en el que el pensamiento, la emoción y la palabra escrita se comprometen en el escrito. De allí, es que a través de la escritura las personas que atraviesan situaciones de estrés mejoran su bienestar psicológico y físico (Pennebaker).

De acuerdo con un estudio realizado por Pennebaker en la década del 80, se ha demostrado que las personas que escribieron acerca de sus pensamientos, emociones y sentimientos más profundos relacionados con un trauma, mejoraron los niveles de salud, reduciéndose a un 50% el número de visitas a los médicos; mejoraron la actividad inmunológica, disminuyendo su tensión y malestar físico, demostrando ser aquella, una herramienta que alivia experiencias emocionales negativas.



¿QUÉ ES LA ESCRITURA TERAPÉUTICA?

La Escritura Terapéutica, también llamada emocional o expresiva, es una técnica que se utiliza en Psicología desde los años 80 y que ha sido objeto de varias investigaciones, a través de las cuales se ha podido comprobar que escribir sobre nuestras emociones, es particularmente beneficioso y una buena forma de afrontar los problemas.

Es cierto que en un primer momento, se puede experimentar cierto grado de malestar y tristeza, pero los síntomas de ansiedad y depresión remiten rápidamente, así como los pensamientos indeseados y recurrentes. También mejoran las relaciones interpersonales, el desempeño en el área académica o laboral y las personas experimentan más emociones positivas.

El secreto de la escritura emocional radica en que nos permite darle un sentido a lo que estamos viviendo, integrar el evento traumático en nuestras experiencias de vida. Cuando escribimos, no solo logramos asimilar la experiencia, sino que también la despojamos de su impronta negativa y logramos adoptar una perspectiva más objetiva y racional.

Por lo tanto, escribir expresando nuestras emociones nos ayuda a desarrollar una actitud más resiliente. Cuando los sujetos hablan o escriben en torno a sus experiencias personales emocionales, experimentan mejoras significativas en sus niveles de salud física y mental, facilitándose el afrontamiento del malestar emocional (Pennebaker, Zech y Rimé).





Beneficios de la Escritura Terapéutica


Los efectos de escribir sobre sus propias experiencias traumáticas o difíciles, generan en las personas:

· Mejora en la función inmunológica.

· Mejora del funcionamiento pulmonar en pacientes con artritis.

· Reducción de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.

· Reducción del estrés mental y la ansiedad.

· Mejora el estado de ánimo.

· Incremento de la comprensión de uno mismo.

· Ordenar, identificar, reconocer y regular emociones, sentimientos y pensamientos. Autorregulación e integración emocional. Reconciliación de los conflictos emocionales.

· Nos permite observar y reflexionar sobre nuestros miedos, fobias, obsesiones, traumas, prejuicios…

· Aumento del autoconocimiento y la autoconciencia.

· Enriquecimiento de la voz interior y la perspectiva personal.

· Autodescubrimientos de diferentes maneras de resolver los problemas.

· Aumento y mejora de los procesos creativos y de la imaginación.

· Mejoras en indicadores de salud psicológica.

· A medio y largo plazo se reducen los síntomas depresivos, la rumiación mental y la ansiedad.

· Al escribir se ponen en funcionamiento los dos hemisferios cerebrales, que interrelacionados ayudan a la regulación del sistema límbico y el equilibrio emocional.

· Al expresar los pensamientos, sentimientos o comportamientos vinculados con traumas emocionales, se alivia el estrés, bajan los ritmos cardíacos y mejora la 15 actividad del sistema inmune, haciendo llevaderos los síntomas de enfermedades que podamos tener.

· Una narración sobre un trauma tiene efectos positivos en la medida que se construye un escenario causal, que le da orden y explicación a lo ocurrido.

· La narración enfatiza los aspectos positivos, de crecimiento personal y de mejora de las relaciones con los otros probablemente, que se asocian sino al hecho, a las reacciones posteriores.

· Se aceptan y no se reprimen las emociones negativas, aunque tampoco se enfatizan como elemento principal –tanto un nivel muy bajo como muy alto de palabras emocionales negativas se asocia a un peor ajuste psicológico a medio plazo.

· Las narraciones más beneficiosas son aquellas en las que la persona oscila entre varios puntos de vista, a veces escribe en primera persona singular y otras en tercera persona plural, mostrando un distanciamiento y cambio de perspectiva.



Para aprender sobre el tema:




www.centroelim.org


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario