Sentado en la posición del loto, o una postura cómoda con la espalda recta, o bien echado sobre la espalda, empieza a concentrar la respiración en el vientre. Mantén la mente en él mientras se alza con cada inspiración y desciende con cada espiración.
Respira profundamente manteniendo toda la atención en el abdomen. Deja de rumiar en los pensamientos y concéntrate en la respiración.
Cuando la tormenta azota los árboles, sus copas se agitan y corren el riesgo de resultar dañadas. El tronco del árbol es más sólido y estable; tiene muchas raíces que se hunden profundamente en la tierra.
Las copas de los árboles son como nuestra cabeza, nuestra mente pensante.
Cuando se desencadene una tormenta en tu interior, baja de las ramas de los árboles y busca la seguridad del tronco. Tus raíces comienzan en tu abdomen, ligeramente por debajo del ombligo, en el punto de energía que en la medicina china se conoce como tan tien. Concentra toda tu atención en esa parte del vientre y respira profundamente. No te identifiques con los pensamientos y estarás a salvo mientras se desencadena la tormenta de emociones.
Practica este ejercicio cada día durante cinco minutos y al cabo de tres semanas podrás dominar tus emociones con éxito cuando éstas se desaten.
Si te visualizas atravesando ileso una tormenta, tu confianza se verá reforzada. Puedes decirte a ti mismo: «La próxima vez, si el temporal emocional regresa, no tendré miedo ni me inquietaré, porque sé cómo superarlo».
Puedes enseñárselo a los niños para que disfruten de la sensación de seguridad que la respiración del vientre puede aportarles. Toma la mano de tu hijo y pídele que respire contigo mientras concentra toda su atención en su abdomen. Aunque es solo un niño, puede sentir emociones muy fuertes y es capaz de aprender a superarlas mediante la respiración. Al principio necesitará tu ayuda, pero más tarde lo hará solo.
Thich Nhat Hanh
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