sábado, 9 de noviembre de 2019

Ejercicio oriental para abordar las crisis

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Se trata de hallar una manera de poder aquietarse, centrarse en un lugar más axial de sí mismo, más esencial, y pedir ayuda al propio Inconsciente para generar ante la situación crítica, la mejor actitud, desde lo profundo... 

Para ello es necesario obrar también desde el hemisferio cerebral derecho (que es el que rige las conductas emocionales). 

Para comunicarte con este hemisferio, es necesario hablarle desde la calma, entiende el lenguaje de las metáforas, claras y sentidas, para que sembrando esa semilla en el propio Inconsciente pueda, en medio de la acción, germinar otro tipo de actitud. 

En las circunstancias críticas, la ruptura de lo que hasta ese momento existía, aumenta una tendencia bastante habitual en el ser humano: la necesidad de controlar. 

Queremos controlarnos a nosotros mismos, controlar la conducta de los demás, controlar los acontecimientos, el futuro que se nos viene encima... controlar todas las variables posibles, lo cual es, fundamentalmente, un esfuerzo interno fundamentado en la ilusión. 


EJERCICIO 

Busca un espacio de tranquilidad, donde puedas aquietarte, sentado, con las palmas de las manos preferentemente descansando hacia arriba, en una actitud meditativa, auto-observante. 

Poco a poco centra la atención en tu respiración acompañando la entrada y salida del aire amablemente, no fuerces tu respiración: sólo deja que fluya. 

Tu cuerpo sabe cómo tiene que hacerlo: permítele obrar desde su propia inteligencia vegetativa. Observar sin modificar nada. 

Presta atención al intervalo entre un movimiento respiratorio y el siguiente: justo antes de exhalar, justo antes de inhalar. 

Se consciente de ese breve momento de quietud, tal como se da, sin pretender cambiarlo en nada: el punto justo en que un ciclo termina y comienza el siguiente, una y otra vez, una y otra vez, siguiendo las leyes de todo lo que vive... 

Luego de un rato de practicar este ejercicio de atención, focaliza tu percepción con la mayor lucidez posible en el intervalo que antecede a la exhalación: tienes todo el aire en tus pulmones, y el mecanismo automático de su cuerpo, está listo para largar el aire. 

Entonces, aprende de tu cuerpo: el cuerpo dice, sin palabras: yo suelto
El cuerpo sabe que si no suelta, se muere. Sabe que ese aire, que al ingresar nutrió, ya no sirve: si se queda dentro... intoxica. 

Haz tuyo ese “yo suelto”: regístralo en toda tu dimensión, grábalo en lo profundo de tu psiquis y de su sistema nervioso. 

SE el que Suelta. Sostén esta intención durante quince minutos o el tiempo que puedas. 

Si te distraes, se amable contigo mismo y vuelve a llevar tu atención hacia la respiración, centrando tu conciencia de sí. 

Es muy posible que esta actitud, te acompañe luego en medio de la vida, o puedas recuperarla de a momentos, buscándola en cualquier lugar en que te encuentres, tomándote del hilo de tu respiración, aún en medio de una situación de conflicto. 

Explora desde ti mismo qué significa ese “Yo Suelto”: 

no es dejadez,
no es “no hacerte cargo”,
no es resignarse,
no es esperar que otro me resuelva mi problema... 


(En Oriente es usual que el monje explore durante años una verdad a través de un ejercicio tan poco complejo como éste, buscando que esa verdad destile su secreto poco a poco, hacia un lugar de sí que está más allá del intelecto, pero que a su vez, ilumina a éste con la vitalidad de la experiencia). V.Gawel


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