lunes, 17 de febrero de 2025

Cuando el dolor se transforma en sufrimiento

                           

Aceptar el dolor sin agregarle sufrimiento. Si no lo haces, tu mente te conducirá a vivir el infierno generado por tus deseos contrariados.

Nos apegamos a lo que debería ser, en lugar de aceptar lo que es. Los demás deberían…., yo debería…, la vida debería… y hasta dios tendría que actuar como yo creo que deberían.

Exigir o demandar que todo suceda de acuerdo con lo que deseamos o según alguna norma personal, resulta una forma rígida y absurda de comportamiento, que solo acarrea sufrimiento.

El deseo se transforma en una imposición irracional que conduce indefectiblemente a la frustración, a la ira o a la depresión, entramados moleculares nefastos de la experiencia del pensar y del sentir: “yo debería tener o ser más exitosa y como no lo soy me siento frustrada, desvalorizada, ignorada…!

¿Cuántos “debería” o “tendría que” están actuando hoy en tu vida?


El dolor es un sentimiento que lastima y cuanto más queremos ignorarlo, más se intensifica, lo que resistes se potencia, pero si aprendes a vivirlo aceptándolo, rindiéndote ante él y descubriendo un sentido a esa experiencia, el dolor se transforma en la gran oportunidad para liberarte de la carga insoportable del sufrimiento.

Somos el dolor y también somos lo que sana ese dolor.


Hay creencias que restringen y creencias que expanden, creencias que nos tornan impotentes y creencias que nos dan el poder de cambiar nuestra vida.

Hay creencias que construyen salud y hay otras que la destruyen, entre estas últimas se encuentra una muy arraigada en la mayoría de las personas: la creencia de que el dolor debería desaparecer de nuestra vida. Nos negamos, nos resistimos y al resistirnos, sufrimos más. Pero el dolor y las pérdidas son parte esencial de la vida.

Quien puede experimentar la tristeza con dignidad, sin pelear contra ella (“esto no puede estar pasando”), sin negarla (“aquí no ha pasado nada”, “no tengo que llorar”), sin agregarle sufrimiento (“¿por qué?, ¿qué hice para merecer esto?, ¿en qué me equivoque?”), se dobla, pero no se quiebra.

Cuando nos abrimos al dolor con toda nuestra humanidad y nos rendimos ante él, el mismo dolor nos sana, nos eleva al punto de trascenderla, siendo transformados por él. El dolor se convierte así en nuestro gran maestro.

Cuando el cuerpo y el corazón lloran por lo que han perdido, 
el alma sonríe por lo que ha ganado.


El peor sufrimiento no es el dolor en sí, sino no saber el para qué nos pasa lo que nos pasa.

Todo dolor es portador de un mensaje que hay que saber descifrar, ya que en la plena comprensión de este sentido está la clave para su superación.

En el dolor no hay mente, es dolor. Se caen las máscaras y las corazas, somos dejados solos en el misterio de ser. Estamos frente a frente con la realidad.

Para estar dispuestos a explorar la realidad, tenemos que estar preparados para cometer muchos errores, debemos ser capaces de arriesgarnos, podemos perdernos, pero es así como llegamos a un nuevo destino, perdiéndonos muchas veces, aprendemos cómo nos extraviamos; cometiendo muchos errores, llegamos a saber lo que es un error, nos acercamos más y más a lo que es la realidad.

Se trata de una exploración individual, no puedes partir de las conclusiones de los demás, la realidad es una experiencia, no una creencia. Nunca se encuentra la realidad estudiándola: la realidad hay que confrontarla, hay que encararla.

Así también hay que encarar el dolor. Para sanar el dolor, debemos hundirnos en lo profundo, en la oscuridad de las raíces, donde surge la vida.

Nos resistimos a ir hacia abajo, elegimos quedarnos en la superficie, buscar soluciones con la mente caótica, que prefiere podar las ramas marchitas o enfermas y hacerlas desaparecer. “si no se ve, no existe”, creemos ingenuamente. Pero el dolor no se puede ocultar.

Experimentar la tristeza con integridad, es un acto de máxima fortaleza. Quien se oculta detrás de la máscara queriendo mostrar que “aquí no pasa nada”, quien se cree o pretende ser invulnerable, cuando se quiebra, le será muy difícil recuperar su integridad.

En cambio, al abrirnos a la sensación de pérdida y experimentar la emoción natural de la tristeza, nos tornamos vulnerables y desde ese sentir aceptamos lo que es, renunciando a su permanencia. Así la energía psíquica resultante, se dirige hacia la toma de decisiones que nos harán modificar el curso de lo vivido.

Lo que no es aceptado, no puede ser cambiado. Esto muestra claramente un principio básico de la acción correcta: jamás podré cambiar o modificar algo si no lo acepto primero.

Recordemos que cuando elegimos cerrar el corazón al dolor, recurriendo a mecanismos de evitación, también lo cerramos frente a la alegría y el gozo.

Si aprendemos a abrir el corazón al dolor, el proceso es tan extraordinario como milagroso, y no se trata de creerlo, sino de experimentarlo.

Las heridas que nos hacen sufrir, no están destinadas a destruirnos, si las asumimos e integramos, contribuyen a nuestro crecimiento y nos tornan capaces de transmitir a los demás la riqueza de nuestra humanidad.

Un conocimiento profundo de nuestro propio dolor, permite convertir la debilidad en fuerza, para ofrecer la propia experiencia como fuente de sanación a otros que también están sufriendo.

Entonces, ya no hay espacio para lamentarse, la queja o la auto-conmiseración. La posibilidad de acoger, acompañar y hermanarnos, hace que todo cobre sentido, incluso el dolor. Éste, como experiencia de la desnudez y fragilidad humana, se torna promesa de un bien mayor.

Es un estado de conciencia superior, es el reino del servicio. Para alcanzarlo, es imperativo aceptar y atender las propias heridas, de modo de adquirir la libertad que nos permite acercarnos a las heridas de los demás, sin sentirnos amenazados. Desde este espacio, nos transformamos en sanadores heridos, verdaderos seres humanos que aprendieron a hacer de sus límites y sufrimientos una fuente de sanación para los demás.


“Solo el doctor herido puede curar.” Jung.



Para salir de la zona de sufrimiento:

1- Reconocer que no somos los únicos que sufrimos. Lo logramos cuando dejamos de mirarnos el ombligo y podemos expandir el foco de lo que somos capaces de ver.

2- Darnos cuenta y reconocer que hay otros seres humanos que sufren más que nosotros.

3- Pasar a la acción, hacer algo para mitigar el sufrimiento de los demás.

El servicio, actualiza el potencial de la conciencia humana que todos compartimos, es el portal de entrada al universo del alma. Tiene en si la capacidad de transformar el amor al poder, en el poder del amor, otorgándonos una mirada nueva y más compasiva de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos.

Permite trascender el imperio de la mente, para presenciar la transmutación del sufrimiento hacia la compasión y el amor incondicional.



La sanación sigue a la conciencia. 
Donde hay conciencia profunda, hay compasión. 
Este es el territorio del milagro, sentirnos uno con el otro, 
identificarnos con una visión más amplia de nuestra existencia humana, 
para liberarnos del limitado concepto de nosotros mismos.


El servicio se convierte en el camino más seguro para sanarnos y construir un mundo más justo y verdaderamente humano.



Descalzo y en amor camina siempre hacia adelante, sin mirar hacia atrás. 
En el templo de la vida sostenido por los pilares del Sí y del No,
entre la luz y la oscuridad, con coraje para enfrentar lo que hay que enfrentar,
con disciplina para aprender lo que es necesario aprender
y con humildad para equivocarse.


S. M. Maruso


domingo, 9 de febrero de 2025

¿Qué es la Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI o PNIE)?

 

"Las personas deben empezar a darse cuenta en que extensión el cuerpo que le presentan a la medicina para diagnóstico y tratamiento, es un cuerpo con una profunda experiencia e inteligencia significativa, informado acerca de sí mismo y su ambiente, e influido por su propia sensibilidad y conciencia." George F. Solomon

El sistema nervioso tiene la capacidad de regular casi todos los órganos y sistemas del organismo, incluyendo el cardiovascular, gastrointestinal y el sistema endocrino.

En contraste, se pensaba que el sistema inmunológico era relativamente autónomo y que se regulaba internamente por citoquinas producidas por las propias células inmunológicas.

Sin embargo, recientemente se han acumulado evidencias provenientes de diversos campos que demuestran que el sistema nervioso y el sistema inmune se pueden comunicar en una forma bidireccional (Solomon, 1968, Ader, 1975; Locke y col., 1984).

Más aún, se ha propuesto que esta comunicación puede ser esencial para el correcto funcionamiento del sistema inmune y del propio sistema nervioso.
Marianella Castés Boscán


La Psiconeuroendocrinoinmunología (PNEI) es la ciencia transdisciplinaria que comprende el estudio científico de las interacciones y comunicación en la unidad mente, cuerpo y ambiente.
En la unidad mente-cuerpo, estudia las interrelaciones de los sistemas Nervioso, Inmune y Endocrino con el Psiquismo, y en conjunto, de este con todos los sistemas fisiológicos.

Respecto a la comunicación con el ambiente, estudia la interrelación con los contextos sociales, culturales y ecológicos en los cuales el individuo se desenvuelve (Ader).
También toma en cuenta los contenidos trascendentales del ser humano o espirituales (Duke University Symposium 1999) y como todas estas interacciones influyen en la salud.

Por su naturaleza la PNEI es una ciencia multidisciplinaria que se ha ido cimentando con los aportes de los campos como las neurociencias, psicología, inmunología, biología molecular, genética, anatomía, bioquímica, microbiología. microscopia electrónica, psiquiatría, endocrinología, oncología y todas las especialidades médicas. Incluyendo antropólogos, sociólogos, ecólogos, teólogos.

Gracias a este trabajo conjunto, se está conociendo cómo los factores psicológicos influyen en los estados de activación en las células desde sus niveles de:

- Regulación genética (Shaked 2008)
- Epigenética (Meaney 2010)
- Integridad de los cromosomas (Epel 2009)
- Comunicación intracelular e intercelular de los órganos y sistemas, así como su metabolismo y fisiología (Besedovky 2007)


Esto se da a traves de las vías Psico-Neuro-Inmuno-Endocrinas.
Los factores psicológicos influyen en un amplio rango que pueden ir desde la vulnerabilidad para enfermarse, hasta mejorar la capacidad natural que tienen el organismo de recuperarse de las enfermedades y mantenerse sano.



La PNEI, se trata de una disciplina que ha comprobado científicamente que el Sistema Inmunológico está fuertemente conectado con el Sistema Endócrino, responsable de la producción de hormonas, lo cual implica que la alteración de uno de ellos, puede afectar la respuesta de los otros dos.

Estos tres sistemas se comunican entre si a través de un lenguaje bioquímico común y además, esta comunicación es multi-direccional, es decir, el Sistema Nervioso puede hablar con el Sistema Inmunológico y el Endocrino y estos pueden también enviar información al Sistema Nervioso Central (Castes, revisión tema: Ader, Felten y Cohen, 2001).

El lenguaje bioquímico es el envío de información a través de moléculas de la información: los neurotransmisores producidos por el cerebro, las hormonas por el Sistema Endócrino y las citoquinas por el Sistema Inmunológico.

En la interconexión de los Sistemas Nerviosos, Endocrino e Inmunológico, este último es el que está en la raíz de lo que llamamos salud y enfermedad, ya que nos protege de patógenos y células tumorales.


La PNEI nos ayuda a comprender como factores de orden psicosocial, estrés emocional y físico, así como los factores de comportamiento, todos ellos manejados por nuestra mente, pueden enviar información al sistema inmunológico, a través de neuropéptidos y neurotransmisores e influir en su funcionamiento, lo cual podría determinar el estado de salud o enfermedad de una persona (Candace Pert).

La Red Sistémica Psiconeuroendocrinoinmunológica, es una conceptualización sobre el funcionamiento integrado de los sistemas psíquico, nervioso, inmune y endocrino (Candace Pert), en la cual la modificación den cualquiera de sus componentes, va a producir modificaciones en el resto.


www.centroelim.org